El ruido y la palabra
La radicalizaci¨®n del PP lleva inevitablemente a la confrontaci¨®n entre dos bloques, sin espacio para la intermediaci¨®n. Los populares deben decidir entre el autoritarismo posdemocr¨¢tico o el juego abierto de la democracia liberal
Desde que el PP sucumbi¨®, por una err¨®nea decisi¨®n propia, en las elecciones del 23-J, el ruido se ha apoderado definitivamente de la escena pol¨ªtica espa?ola. Y ahora Feij¨®o traslada su involuci¨®n autoritaria al Congreso, con una enmienda a la totalidad de la ley de amnist¨ªa que apuesta por crear un delito de ¡°deslealtad institucional¡± e incluso disolver partidos y asociaciones que promuevan referendos o declaraciones unilaterales de independencia. Un brindis a los suyos y a Vox que no prosperar¨¢ y que obligar¨¢ a cerrar filas a la inestable mayor¨ªa de apoyo al Gobierno.
En el Diccionario de la Real Academia, hay tres acepciones de la palabra ruido que encajan perfectamente con lo que la escena pol¨ªtica nos viene regalando: ¡°Litigio, pendencia, pleito, alboroto o discordia¡±; ¡°apariencia grande en las cosas que no tienen gran importancia¡±; ¡±en semiolog¨ªa, interferencia que afecta a un proceso de comunicaci¨®n¡±. En este tri¨¢ngulo est¨¢ atascada la derecha espa?ola, con peligrosos efectos contaminantes cada d¨ªa que pasa. Frente a la estrategia pacificadora del presidente S¨¢nchez, PP y Vox de la mano pasan directamente al frentismo. La radicalizaci¨®n del PP lleva inevitablemente a la confrontaci¨®n entre dos bloques, sin espacio para la intermediaci¨®n.
El apaleamiento del mu?eco de S¨¢nchez ha hecho que el PSOE ponga el grito en el cielo. Y aqu¨ª el PSOE se equivoca, porque facilita el empe?o del PP al trasladar el debate al siempre peligroso campo de la libertad de expresi¨®n. Cuidado al entrar en este territorio, porque la experiencia se?ala que las heridas a la libertad de expresi¨®n pueden acabar siendo mortales. No se trata de regular los insultos que, como nos dijo a Mart¨ª G¨®mez y a m¨ª Adolfo Su¨¢rez siendo presidente del Gobierno: ¡°Aguantarlos forma parte de mi sueldo¡±. A fin de cuentas, acostumbran a salirles m¨¢s caros al que los pronuncia que al atacado. Y ponen en evidencia la radicalidad y el fanatismo de los que hacen de ofender al otro su modo de estar en el mundo.
Por eso, es incomprensible que pasen los d¨ªas, y Feij¨®o siga a porrazo verbal diario. Por muy comprensible que sea su frustraci¨®n, la oportunidad ya pas¨®, y si quiere seguir tiene que ser capaz de construir una propuesta estimulante. Sobre el pat¨¦tico discurso de la liquidaci¨®n de Espa?a no se construye un proyecto pol¨ªtico. La actual din¨¢mica entre defensores de la naci¨®n y vendedores de la patria que fomenta el PP, haciendo suyo el relato de Vox, solo puede entenderse si Feij¨®o y su partido han asumido ¡ªpese al fracaso de julio¡ª situarse en la senda del autoritarismo posdemocr¨¢tico que amenaza a Europa.
Si responsabilidad quiere decir algo en la pol¨ªtica actual, la cuesti¨®n del momento deber¨ªa ser muy otra. Y perm¨ªtanme que me apoye en una singular expresi¨®n del diccionario catal¨¢n: enraonar, que sit¨²a la palabra y la raz¨®n perfectamente entrelazadas para crear espacios compartidos. ?Es posible volver a enraonar, como pretende la estrategia de S¨¢nchez en la cuesti¨®n catalana, y extenderlo a la pol¨ªtica espa?ola en general? ?O no merece la pena siquiera intentarlo? ?Es posible avanzar hacia una nueva fase que busca puntos de encuentro y pacificaci¨®n y deja a la extrema derecha en la marginalidad, o hay que dejar que la fractura entre PP-Vox y los dem¨¢s se agrande y la legislatura tenga un relato de dif¨ªcil previsi¨®n entre la voluntad excluyente de la derecha y las din¨¢micas de la izquierda, siempre condicionadas por la psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias?
?Es posible enraonar? Dos personajes tan diferentes como Paul Ricoeur y Achille Mbembe nos indican el papel del enraonar en la construcci¨®n de sociedades con libertad y respeto. El verdadero di¨¢logo, dec¨ªa el fil¨®sofo franc¨¦s, requiere traducci¨®n (protocolos de comunicaci¨®n) y luto (capacidad de renuncia). ¡°Compartir lo que nos diferencia¡± es lo que pide el fil¨®sofo camerun¨¦s referente del pensamiento poscolonial. Crear estancias en vez de buscar ra¨ªces. Las ra¨ªces son exclusivas y excluyentes. Las estancias son espacios para compartir desde la libertad con consciencia de que ¡°nunca habitamos lugares que no hayan sido habitados por otros¡±, en bella idea de Dipesh Chakrabarty.
Una mayor¨ªa ciudadana muy diversa ha mantenido a Pedro S¨¢nchez en la presidencia para evitar lo peor: entregar el pa¨ªs a la din¨¢mica de radicalizaci¨®n de la derecha que vive Europa. Ciertamente, es una apuesta arriesgada por la complejidad de la mayor¨ªa parlamentaria que ha de sostenerla. Pero est¨¢ unida por un denominador com¨²n: contra el autoritarismo posdemocr¨¢tico. Al PP le toca decidir entre un proyecto de di¨¢logo y reconocimiento que le permita afirmarse como alternativa sin estar atado a la extrema derecha o seguir por la v¨ªa de la negaci¨®n de la mayor¨ªa actual y del rechazo de las v¨ªas pacificadores puestas en marcha. Es decir, entre el autoritarismo posdemocr¨¢tico o el juego abierto de la democracia liberal. Y la interpelaci¨®n alcanza tambi¨¦n a poderes f¨¢cticos (econ¨®micos e institucionales) que acompa?an la din¨¢mica excluyente de la derecha.
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