P¨®quer de sangre
Una guerra que no se sabe ad¨®nde va es el germen de una derrota, a menos que el objetivo de la guerra sea la guerra misma
Netanyahu se qued¨® corto. No ser¨¢ tan solo Gaza la que saldr¨¢ irreconocible. Tambi¨¦n Israel y la regi¨®n entera. El detonante fue el ataque de Ham¨¢s, pero la reacci¨®n de Israel, una guerra desatada en toda regla, ha introducido la vertiginosa din¨¢mica que preocupa a todo el mundo.
Nadie va a salir indemne de un lance tan tr¨¢gico y extremo. Nadie quedar¨¢ tampoco al margen de una partida en la que se juega el reparto del poder en una regi¨®n tan estrat¨¦gica y con tantos recursos. La reivindicaci¨®n del atentado de Kerm¨¢n revela el inter¨¦s del Estado Isl¨¢mico por sentarse a jugar este p¨®quer sangriento, en el que se juega el liderazgo isl¨¢mico entre el chiismo iran¨ª, el islam pol¨ªtico de los Hermanos Musulmanes que representa Ham¨¢s y las pretensiones de hegemon¨ªa regional saud¨ª.
En Rusia y Ucrania ya hemos visto los cambios que acompa?an a la destrucci¨®n y la muerte a gran escala de la guerra m¨¢s cl¨¢sica. Una dura y represiva autocracia rige ahora en Mosc¨², mientras nace la nueva naci¨®n de Ucrania, europea, atl¨¢ntica, liberal, armada hasta los dientes y cada vez m¨¢s lejos del mundo pos-sovi¨¦tico. En Israel y Palestina, en cambio, todo es oscuridad respecto al futuro. Israel es ahora una extra?a naci¨®n en guerra, con refugiados interiores huidos de los confines con L¨ªbano y Gaza, dirigida por un primer ministro hundido en el desprestigio y desautorizado por el Tribunal Supremo, pero parad¨®jicamente sostenido por el consenso m¨¢s amplio en su historia sobre el derecho a defenderse y la liquidaci¨®n de Ham¨¢s. Peores son el desamparo, la divisi¨®n y el desgobierno entre los palestinos, con la desprestigiada Autoridad Palestina como ¨²nica alternativa para gobernar Gaza.
Pron¨®sticos y deseos coinciden en que Netanyahu se ir¨¢ cuando la guerra termine. Por eso no quiere que termine. Aplaza as¨ª su obligado rendimiento de cuentas por los fallos que permitieron el pogromo del 7 de octubre sin que el ej¨¦rcito israel¨ª pudiera evitarlo. Sus responsabilidades se extienden a la direcci¨®n de una guerra de frutos tan escasos en cuanto al descabezamiento de Ham¨¢s y al rescate de los rehenes. Una guerra que no se sabe ad¨®nde va es el germen de una derrota. A menos que el objetivo de la guerra sea la guerra misma, convertida en la forma definitiva israel¨ª de estar en el mundo. Nada mejor para conseguirlo que desparramarla por la regi¨®n, como ya est¨¢ ocurriendo, con el auxilio que nunca falta de todos los extremismos.
El cambio alcanza a las ideolog¨ªas en pugna, al sionismo, al nacionalismo palestino y al islamismo. Es inquietante la inversi¨®n ideol¨®gica que sit¨²a en Occidente a cierta izquierda anticolonialista en el campo del antisemitismo islamofascista y a la extrema derecha, anta?o antisemita, junto al sionismo anti¨¢rabe y antimusulm¨¢n del Gobierno m¨¢s conservador de la historia de Israel. Son los efectos inesperados del tr¨¢gico juego de azar que es la guerra, la partera de la historia.
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