?Demasiado joven para qu¨¦?
Macron, que lleg¨® al El¨ªseo con 39 a?os, acaba de nombrar jefe de Gobierno a Gabriel Attal, de 34, que ser¨¢ el primer ministro m¨¢s joven desde que De Gaulle fund¨® la V Rep¨²blica
Emmanuel Macron se convirti¨® en jefe de Estado antes de los 40. Lleg¨® al El¨ªseo con 39 a?os y acaba de nombrar jefe de Gobierno a Gabriel Attal, de 34, que ser¨¢ el primer ministro m¨¢s joven desde que De Gaulle fund¨® la V Rep¨²blica, en 1958. En Francia destacan hoy la trayectoria pol¨ªtica de Attal aunque, m¨¢s que eso, destacan la velocidad de su carrera; o sea, su juventud. El debate es m¨¢s viejo que la propia Rep¨²blica y se detecta en preguntas que, en realidad, son sospechas: si estar¨¢ preparado, si acumula la suficiente experiencia y todas esas insinuaciones que, en verdad, nunca se han respondido con los a?os que tenga alguien, sino con su gesti¨®n.
A m¨ª me impresion¨® siempre saber que Albert Camus ten¨ªa escrito El hombre rebelde a los 37 a?os y que le dieran el Nobel de Literatura a los 44. Muri¨® a los 47. Con el tiempo, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que no serv¨ªa de mucho fijarse en las edades en que los otros cumplieron sus metas porque, m¨¢s all¨¢ de comparaciones, las cosas de la vida dependen de una serie de factores que no pasan s¨®lo por la edad. De hecho, a menudo no pasan ni por lo que uno mismo decida.
Eso sucede con la edad: que da informaci¨®n sobre la trayectoria de una persona pero, por s¨ª sola, ni le quita ni le resta valor. Un pol¨ªtico ser¨¢, en su carrera, lo que demuestre ser con sus hechos; no ser¨¢ los a?os que tenga. Se puede ser muy reaccionario a los 20 y muy progresista a los 80 y eso, que es tan obvio, vale para todos los campos: para aquellos que temen las manos j¨®venes, temerosos de que les cambien el mundo en que se acomodaron y para aquellos que ¡ªadem¨¢s de resistirse a pagar los sueldos que los mayores se ganaron con sus horas de trabajo¡ª creen que la juventud por s¨ª sola ser¨¢ garant¨ªa de miradas mejores.
Al cabo, la edad dice menos de Gabriel Attal que del sistema en el que ha crecido Gabriel Attal. Dice de ¨¦l que es un joven audaz, preparado en las mejores academias e hijo de una familia que tuvo los recursos para darle la formaci¨®n que lo convirti¨® en primer ministro a los 34 a?os. Ha sido el m¨¢s precoz, pero no es el primer joven que llega a una cota semejante en la Francia de las ¨²ltimas d¨¦cadas. La pregunta relevante, en Francia y en tantos otros pa¨ªses, es cu¨¢ntos como ¨¦l, a sus a?os, pueden aspirar a un puesto de esa condici¨®n en la carrera profesional que desempe?en.
Esa pregunta, claro, puede extenderse a Espa?a, donde la edad de emancipaci¨®n est¨¢ por encima de los 30 seg¨²n los datos que dio en verano el Consejo de la Juventud, que alert¨® de que cuando un espa?ol se lanza a la aventura de vivir en solitario ha de invertir en su vivienda m¨¢s del 80% de sus ingresos. Es remotamente probable, en ese caso, que uno salga de casa de sus padres a los 30 y, en cuatro a?os, alcance el puesto de primer ministro.
Importan los 34 de Attal, pero m¨¢s importa lo que puede hacer el resto a sus 34: si los j¨®venes o las parejas tienen trabajos en condiciones para emanciparse y si las mujeres que quieran puedan tener los hijos que quieran. Esa es la edad que nos dir¨¢ m¨¢s de una sociedad que los a?os que tenga su primer ministro. Sabremos as¨ª c¨®mo funciona aquello que llamaron ascensor social y eso que a¨²n se llama igualdad de oportunidades y cuya aver¨ªa, por cierto, ha puesto tantas veces en aprietos a gobiernos como el que ahora preside el que algunas cr¨®nicas llaman ni?o prodigio de la pol¨ªtica francesa.
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