Cuidar la geopol¨ªtica
En el efervescente contexto latinoamericano hay que ser precavidos. La geopol¨ªtica proporciona flexibilidad anal¨ªtica pero exige responsabilidad
Tras d¨¦cadas de ostracismo, la geopol¨ªtica est¨¢ de vuelta. El Foro Econ¨®mico Mundial la menciona 34 veces en su informe de riesgos globales presentado en Davos. La geopol¨ªtica se est¨¢ consolidando como un enfoque anal¨ªtico y atractivo no solo en foros internacionales. Tambi¨¦n para instituciones que dise?an, ejecutan y eval¨²an la pol¨ªtica exterior de los pa¨ªses e incluso para Universidades, empresas, think tanks y medios de comunicaci¨®n que ya utilizan el t¨¦rmino con naturalidad. ?Por qu¨¦ hablar entonces de ¡°retorno¡± y por qu¨¦, sobre todo, el ostracismo anterior?
Lo del retorno tiene que ver con limitaciones asociadas a las herramientas utilizadas para el an¨¢lisis de algunos problemas transnacionales. Los enfoques m¨¢s cl¨¢sicos y formales, basados en perspectivas jur¨ªdicas, econ¨®micas y/o institucionales se enfrentan a dificultades crecientes cuando se trata de comprender, en toda su complejidad e informalidad, fen¨®menos muy latinoamericanos que, como el crimen organizado, el tr¨¢fico de armas, la inseguridad p¨²blica, las migraciones, la deforestaci¨®n o la biopirater¨ªa desbordan fronteras y referentes anal¨ªticos.
Existen adem¨¢s algunos obst¨¢culos metodol¨®gicos: los enfoques cuantitativos son propensos a identificar tendencias, pero acaban obviando detalles aparentemente insignificantes que, con el paso del tiempo, pueden convertirse en determinantes para comprender algunas din¨¢micas. En t¨¦rminos generales, las ciencias sociales acostumbran a escuchar para comprender mientras que, los estudios de riesgo, m¨¢s mec¨¢nicos, suelen adoptar enfoques m¨¢s inductivos que desembocan en afirmaciones prospectivas con m¨¢rgenes de error, en ocasiones, mayores.
El porqu¨¦ del ostracismo anterior tiene que ver con los antecedentes de la geopol¨ªtica. Desde que esta fue propuesta, en 1900, por el polit¨®logo sueco Rudolf Kjell¨¦n, ha transitado por zonas oscuras¡ Los primeros trabajos trataron de utilizarla para comprender aquellas zonas del planeta (?frica y Asia, aunque tambi¨¦n, Am¨¦rica Latina) que las grandes potencias europeas se repartieron en el Congreso de Berl¨ªn, celebrado en 1878. Por aquel entonces se sab¨ªa que esas regiones eran ricas en recursos, pero no siempre en qu¨¦ recursos ni qui¨¦nes viv¨ªan cerca de ellos.
No se necesit¨® mucho tiempo para que esa controvertida manera de concebir el conocimiento geopol¨ªtico se volviera en contra de la propia Europa: Karl Haushofer, uno de los autores de referencia en la Alemania nazi estuvo a punto de ser juzgado en N¨²remberg. La Italia fascista y el Jap¨®n imperial tambi¨¦n justificaron y glorificaron su expansionismo a trav¨¦s de la geopol¨ªtica. En Am¨¦rica Latina, durante la Guerra Fr¨ªa, se copiaron modelos y se reprodujeron inconsistencias: un gran amigo de esta forma de entender las cosas fue el dictador chileno Augusto Pinochet.
Ese tipo de antecedentes y de compa?¨ªas provocaron que la geopol¨ªtica durante la Guerra Fr¨ªa, aunque nunca cayera en desuso, perdiera cartel. M¨¢s all¨¢ de su identificaci¨®n con los totalitarismos (y antes, con el colonialismo y en Am¨¦rica Latina, con las dictaduras militares) las principales acusaciones que se vertieron en su contra desde el ¨¢mbito acad¨¦mico fueron su determinismo geogr¨¢fico; su nacionalismo metodol¨®gico pero, sobre todo, su pretensi¨®n de dotar de respetabilidad cient¨ªfica a relatos caprichosos o interesados, desprovistos de rigor.
La gran ruptura con todo aquello se produjo a finales del siglo XX. En aquel momento hac¨ªan falta, igual que ahora, enfoques y herramientas innovadoras capaces de comprender un mundo en transformaci¨®n. En el ¨¢mbito anglosaj¨®n, autores como Gerard Toal, John Agnew o Simon Dalby promovieron una reinvenci¨®n acad¨¦mica de la geopol¨ªtica. La repensaron como un campo de problematizaci¨®n interdisciplinar; cuestionaron los determinismos, representaciones y formalismos que lastraban su desarrollo y demandaron, con contundencia, rigor metodol¨®gico. Herramientas, todas ellas, que pueden ser de utilidad para repensar el espacio latinoamericano.
Al resultado de su propuesta se le conoce como geopol¨ªtica cr¨ªtica. A partir de la misma se intenta comprender c¨®mo se construyen y se legitiman, a trav¨¦s de narrativas espec¨ªficas (en las que los medios de comunicaci¨®n juegan un papel esencial) diferentes visiones del mundo que a menudo contrastan (pi¨¦nsese en Ucrania, en Medio Oriente o en la Guayana Esequiba). Adem¨¢s, se asumi¨® que eventos como el cambio clim¨¢tico, la transici¨®n energ¨¦tica o las relaciones norte/sur, de gran inter¨¦s para nuestra regi¨®n, pueden ser tan geopol¨ªticos como las tem¨¢ticas militares, econ¨®micas o comerciales tradicionales.
En el efervescente contexto latinoamericano actual, hay que ser precavidos. La geopol¨ªtica proporciona flexibilidad anal¨ªtica pero exige responsabilidad. El elemento cr¨ªtico no debiera confundirse con identidad, inter¨¦s o militancia. La geopol¨ªtica tampoco puede limitarse a avalar discursos oficiales ni a desarrollar cr¨ªticas simplistas o sesgadas del ¡®statu quo¡¯. En un mundo sobrecargado de informaci¨®n no hay que olvidar que estamos hablando de una herramienta que, como demuestra la historia, tambi¨¦n tiene un inquietante potencial para conectar fake news y ciencia. Hag¨¢mosla seria, hag¨¢mosla diferente¡.
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