Salvar al soldado Puigdemont
No cabe una amnist¨ªa a la carta que se ajuste como un guante a los deseos de quien se va a ver beneficiado por ella

S¨¢nchez puso en marcha la amnist¨ªa para poder gobernar. Fue la condici¨®n sine qua non para la investidura. Ahora resulta que no vale cualquier amnist¨ªa, solo aquella que garantice sin la m¨¢s m¨ªnima duda la inmaculada vuelta de Puigdemont. Como ya sabemos, el rechazo de Junts al texto presentado en el Congreso responde a esa ¨²nica raz¨®n. Imagino que los letrados de cabecera del personaje de Waterloo han estado haciendo c¨¢balas sobre la falta de solidez del blindaje que la nueva ley ofrece a su cliente y han llegado a la conclusi¨®n de que no es suficiente. ?Pues no hay amnist¨ªa! O ¨¦l o ninguno. Todos los potenciales beneficiarios de la ley tendr¨¢n que esperar. O se salva Puigdemont o no se salva nadie. Lo malo es que esto no acaba aqu¨ª: o se salva Puigdemont o no hay legislatura. Todos los caminos pol¨ªticos de un pa¨ªs llamado Espa?a conducen a Waterloo.
Lo m¨¢s sorprendente de esto es que se trata de un pa¨ªs que a dicho personaje le importa un r¨¢bano; es m¨¢s, es el que se comprometi¨® a destruir. Y si hay tantas dificultades para conseguir su blindaje es por eso mismo. Los Estados funcionan de forma parecida a los entes biol¨®gicos, en su ADN est¨¢ impreso el impulso universal hacia la supervivencia propio de todos los seres vivos. Eso s¨ª, de forma prot¨¦sica o, si lo prefieren, mec¨¢nica. El derecho y las instituciones funcionan como el sistema inmunol¨®gico, atacan para evitar cualquier agresi¨®n al orden establecido. De ah¨ª las dificultades que ahora mismo afronta nuestro personaje y, de paso, el propio Gobierno. Se ha insistido mucho en que la culpa hay que atribu¨ªrsela al sistema judicial, en particular a un par de jueces. No. Con independencia de cu¨¢les sean las intenciones que los guiaran, el problema es la amnist¨ªa misma, que presupone el hackeo de dicho sistema inmunol¨®gico y, por tanto, debe ajustarse al m¨¢s pulcro legalismo. De ah¨ª la gran dificultad para hacerla compatible en este caso con las intenciones de quienes la promueven. No cabe una amnist¨ªa a la carta que se ajuste como un guante a los deseos de quien se va a ver beneficiado por ella.
A la vista de lo anterior, lo m¨¢s l¨®gico ser¨ªa que lo general se impusiera sobre lo particular y que Puigdemont fuera sacrificado, que al menos se corriera ese riesgo a cambio de conseguir que surta efectos para la gran mayor¨ªa de los implicados en el proc¨¦s. Ya hemos visto que ese no es el caso; o sea, que ¨¦l, su propia salvaci¨®n, se erige en encarnaci¨®n personalizada de todo el independentismo. Que tomen nota sus votantes. Con un problema a?adido, y es que nos va a afectar a todos. La gran pregunta que se suscita es ver hasta d¨®nde est¨¢ dispuesto a llegar el pelot¨®n de soldaditos parlamentarios destinados a salvar al de Waterloo. Y, sobre todo, si aun consiguiendo su objetivo primordial seguir¨¢n poniendo piedras en las ruedas del proceso legislativo. En ese caso, el Gobierno se someter¨ªa a una doble humillaci¨®n. Tengo para m¨ª que va a ser ineludible. Precisamente, porque Junts es consciente de que su obcecaci¨®n los ha dejado tocados ante sus bases y deben hacerse notar redoblando sus exigencias. Entonces comenzar¨ªa otra operaci¨®n no menos delicada, la de salvar al soldado S¨¢nchez y hasta d¨®nde est¨¦n dispuestos a llegar para conseguirlo. El Gobierno ver¨¢ c¨®mo lo va remontando y seguro que est¨¢ previendo ya algunas medidas de contingencia. Pero ha de ser consciente de que aqu¨ª rige el mismo principio regulativo que en el supuesto anterior. Ning¨²n inter¨¦s particular debe estar por encima del inter¨¦s general. Ning¨²n pol¨ªtico es el soldado Ryan.
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