Que nadie perturbe a sus se?or¨ªas
Garc¨ªa-Castell¨®n critic¨® p¨²blicamente la ley de amnist¨ªa, pero criticarlo a ¨¦l es poner en riesgo la democracia
Manuel Garc¨ªa-Castell¨®n es, adem¨¢s de insigne miembro de uno de los tres poderes del Estado, un ciudadano perfectamente libre de criticar lo que le plazca. Garc¨ªa-Castell¨®n, veterano magistrado de la Audiencia Nacional, puede impartir una conferencia p¨²blica, acudir arropado por el empresario de la comunicaci¨®n y militante de Vox Julio Ariza, y, apelando a su condici¨®n de ciudadano, censurar lo que hace otro poder del Estado, como la propuesta de amnist¨ªa que prepara el legislativo.
En su lib¨¦rrima condici¨®n, el ilustre juez puede tirar de iron¨ªa y afirmar, como hizo en Ourense el pasado octubre: ¡°La amnist¨ªa no est¨¢ prohibida en la Constituci¨®n, pero en la Constituci¨®n tampoco pone que est¨¦ prohibida la esclavitud¡±. Y remachar: ¡°Estos se?ores [los independentistas] han dicho que volver¨ªan a hacer lo mismo por lo que se les conden¨®, lo que hace preguntarme: ?ser¨¢ esta la primera amnist¨ªa de muchas?¡±.
Garc¨ªa-Castell¨®n, juez y ciudadano, es perfectamente libre de militar en un colectivo, la Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura (APM), que re¨²ne a buena parte de lo m¨¢s granado del poder judicial del pa¨ªs y que a su vez goza de toda la libertad para alertar de las tropel¨ªas de un poder legislativo entregado a la abyecta tarea de urdir ¡°el principio del fin de la democracia¡± en Espa?a. Esa APM defiende con tal firmeza la separaci¨®n de poderes que ha organizado protestas ante los juzgados contra el infame proyecto del poder legislativo. Y es que ?c¨®mo esa gente sin m¨¢s m¨¦ritos que haber sido votados en unas elecciones va a imponer su criterio a eminentes juristas aureolados por el timbre de sabidur¨ªa de un duro examen de oposici¨®n?
Garc¨ªa-Castell¨®n dispone en su juzgado de soberan¨ªa total para manejar los tiempos de las instrucciones y dar rienda suelta a su creatividad cuando redacta un auto. Puede, por poner un caso, rescatar un asunto cuatro a?os dormido y, ahora que tanta agitaci¨®n hay con la amnist¨ªa, revivirlo con un original giro de guion. El juez, ah¨ªto de independencia, puede descubrir que ser¨ªa una magn¨ªfica idea convertir a Carles Puigdemont en un terrorista. Porque ¡ªimag¨ªnense¡ª , el pr¨®fugo apoy¨® en 2019 una manifestaci¨®n en Barcelona que bloque¨® el aeropuerto. Y resulta que ese mismo d¨ªa, en ese mismo aeropuerto, un turista franc¨¦s se muri¨® de un infarto. Y aunque los fiscales, los jueces de Barcelona y los Mossos digan que una cosa no tiene nada que ver con la otra, en el juzgado de Garc¨ªa-Castell¨®n no manda nadie m¨¢s que ¨¦l, que para eso existe la separaci¨®n de poderes. Y si ¨¦l dice que Puigdemont est¨¢ acusado de terrorismo, todo dem¨®crata y todo espa?ol de bien no puede m¨¢s que asentir. Y quien se atreva a criticarlo es un enemigo de la libertad y un agente al servicio de los que quieren destruir la separaci¨®n de poderes, esa por la que se baten el cobre cada d¨ªa heroicos jueces como Garc¨ªa-Castell¨®n y sus compa?eros de la APM.
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