S¨¢nchez, en el callej¨®n de Puigdemont
El presidente del Gobierno ha descubierto que subirse al barco del independentismo no es un paseo amable, sino una traves¨ªa llena de temporales
Caretas fuera: esto ya s¨®lo va de Carles Puigdemont. Junts no quiere aceptar la ley de amnist¨ªa como est¨¢, por p¨¢nico a que las causas abiertas por terrorismo o alta traici¨®n dejen a Puigdemont fuera. Y ello ha detonado una batalla soterrada en el independentismo, donde afines a Junts acusan a Oriol Junqueras de querer dejar tirado a su l¨ªder. Pedro S¨¢nchez se adentra en un callej¨®n incierto: la posibilidad de que el principal responsable del 1 de octubre de 2017 jam¨¢s regrese a Espa?a, o que se generen nuevos agravios alrededor de la amnist¨ªa.
Basta observar c¨®mo partidarios del l¨ªder de Waterloo hablan de ¡°pinza¡± entre el PSOE y ERC en contra de Puigdemont. Pero incluso esas teor¨ªas de la conspiraci¨®n asumen que el expresident es el mayor escollo por que se niegan al actual texto. Si bien, el objetivo de Junts era vender un relato anti¨¦lites con la medida de gracia. Dec¨ªan que ser¨ªa ¡°integral¡±, no como los indultos, a sabiendas de que hundieron a ERC en las urnas por la imagen de beneficios para la casta que generaron entre el independentismo. Aunque las caretas cayeron en la votaci¨®n en el Congreso. Unos pocos nombres hacen trastabillar la negociaci¨®n, y si no se llega a un acuerdo, muchos ciudadanos an¨®nimos se quedar¨¢n fuera de la amnist¨ªa, por m¨¢s que Junts presente a ERC como ¡°la casta¡± y se vendan a ellos mismos como ¡°la gente¡±.
As¨ª que S¨¢nchez tiene un mes para buscar una salida. ?Puede el PSOE dar mayores garant¨ªas jur¨ªdicas a Puigdemont? El Gobierno se enfrenta al elefante en la habitaci¨®n: resetear el proc¨¦s tambi¨¦n pasaba por cerrar la casa de Waterloo, que se acabe el relato del ¡°exilio¡± o la ¡°represi¨®n¡±, de un l¨ªder vagando por instancias europeas poniendo a escurrir a Espa?a. Por ello, la situaci¨®n tampoco es buena noticia para nuestra democracia. Puigdemont sigue siendo un s¨ªmbolo que alimenta la fantas¨ªa de quienes le consideran el ¡°president leg¨ªtim¡±, y su permanencia en B¨¦lgica, un cabo suelto que se utilizar¨¢ para bloquear toda normalizaci¨®n pol¨ªtica.
Y es que nada se ve igual en la Catalu?a d¨ªscola en que en el Madrid pol¨ªtico. Lo que parece indecente a ojos del sentido com¨²n, que Puigdemont niegue el perd¨®n procesal a cientos de ciudadanos, quiz¨¢s no lo sea a ojos de muchos independentistas. No hay que olvidar que Junts se present¨® al 23-J negando su participaci¨®n en la gobernabilidad de Espa?a, que ciertos votantes quer¨ªan que bloqueara la investidura, a otros la amnist¨ªa les queda lejos, o un ¨²ltimo grupo no acepta haber congelado el refer¨¦ndum a cambio de las medidas de gracia. Pese a ello, qui¨¦n sabe si el ego¨ªsmo de su ¨¦lite no ser¨¢ pronto distorsionado mediante m¨¢s victimismo y la invenci¨®n de nuevos agravios: Junts podr¨ªa volverse el partido de los indignados por la amnist¨ªa, de los que ¡°no se dejaron enga?ar¡±. En el otro extremo, el del realismo, est¨¢ la presi¨®n que ejerza su base de alcaldes implicada en el 1-O. E incluso, la esperanza de que siempre ser¨¢ mejor agarrarse a una posibilidad judicial, por complicado que sea el camino, que a ninguna.
La duda es si ERC puede contrarrestar la eventual insolidaridad de sus adversarios. La huida de su diputado en el Parlament Ruben Wagensberg a Suiza, implicado por el Tsunami Democr¨¤tic, se ha convertido en dinamita para cuestionar esa afirmaci¨®n de los republicanos sobre que la ley de gracia era ¡°robusta¡±. Qu¨¦ duda cabe de que Junts utilizar¨¢ ese ejemplo para afirmar que en verdad, la ley no aportaba las garant¨ªas, o que a Junqueras ya le conven¨ªa que Puigdemont no volviera.
Aunque los socialistas tambi¨¦n tienen su propio dilema. S¨¢nchez ha dado el pu?etazo en la mesa a las puertas de las elecciones gallegas, bajo la idea de que peor ser¨ªa para los soberanistas que gobierne la derecha. Voces de izquierdas aplauden que, al fin, haya remilgos frente al independentismo. Pero el PSOE tambi¨¦n tiene un problema de relato. ?C¨®mo iba a explicar ahora que todo el terrorismo es amnistiable? Cabe pensar que en La Moncloa no solo temen un varapalo ante el Tribunal Constitucional, sino ante el TJUE. No es lo mismo que a uno le llame la derecha ¡°dictador¡± por leyes que ratifican los tribunales internacionales, que por leyes que no aceptan los est¨¢ndares europeos.
Sin embargo, todav¨ªa existe una salida salom¨®nica posible: chutar la pelota hacia delante. Jaume Asens propon¨ªa que Junts acepte la ley en los t¨¦rminos actuales, y que el PSOE se comprometa a introducir reformas, a futuro ¡ªse entiende, seg¨²n avancen de las causas judiciales. Ello har¨ªa ganar tiempo a ambas partes, sin que todo salte por los aires, sin que nadie asuma por ahora renuncias sustanciales.
En consecuencia, S¨¢nchez ha descubierto que subirse al barco del independentismo no es un paseo amable, sino una traves¨ªa llena de temporales. Dicen algunos afines a Junts que la ¡°ofensiva del Estado¡± ya no es contra ellos, sino contra el propio l¨ªder del PSOE. Suena a argumentario para convencer al presidente. Pero est¨¢ claro que la amnist¨ªa puede marcar un punto de inflexi¨®n, una ruptura entre Puigdemont y S¨¢nchez que no augura cuatro a?os de Gobierno. El callej¨®n es ahora de doble sentido; veremos si, tambi¨¦n, la salida.
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