El debate | ?Puede sobrevivir el Gobierno a la inestabilidad parlamentaria?
Las recientes derrotas en el Congreso a manos de sus socios ponen en peligro el proyecto del Ejecutivo de terminar la legislatura. Ignacio Peyr¨® y Estefan¨ªa Molina se pronuncian sobre esa cuesti¨®n en este nuevo espacio de la secci¨®n de Opini¨®n
La mayor¨ªa parlamentaria que hizo presidente del Gobierno a Pedro S¨¢nchez hace menos de tres meses ha fallado al Ejecutivo y ha puesto en evidencia que la duraci¨®n de la legislatura es m¨¢s incierta de lo que quisiera el PSOE. Dos autores responden a la pregunta del debate de hoy: el escritor Ignacio Peyr¨® cree que las pr¨®ximas elecciones catalanas pueden hacer los equilibrios insostenibles; la periodista Estefan¨ªa Molina opina que a ninguno de los socios parlamentarios de S¨¢nchez le interesa dejarlo caer, por lo que el Gobierno durar¨¢.
S¨¢nchez durar¨¢ hasta las elecciones catalanas
Ignacio Peyr¨®
Los futuros de Pedro S¨¢nchez han sido un mercado de tanto riesgo que quienes compraran sus acciones en 2014 o 2016 bien han podido llevarse por su apuesta un ministerio. Ha pasado una d¨¦cada desde entonces y todav¨ªa estamos esperando el volat¨ªn del que S¨¢nchez no caiga de pie. Parec¨ªa que las elecciones del 23-J iban a marcar su derrumbe, pero el sanchismo ¡°ay, sigui¨® muriendo¡±, como dir¨ªa Vallejo, antes de volverse a levantar. Desde entonces, la pol¨ªtica espa?ola se recrea en un momento decimon¨®nico cuya inteligibilidad pondr¨¢ a prueba a los historiadores del futuro. Despu¨¦s de las artes combinatorias empleadas para desatascar el Gobierno, tal vez era matem¨¢tica pura que cada sesi¨®n parlamentaria tuviera sus dificultades: se nos est¨¢n sirviendo, sin embargo, con un dramatismo que no por acostumbrado en nuestra vida p¨²blica deja de sobrecoger. Lo gritar¨¢n las piedras: ?hasta cu¨¢ndo puede durar as¨ª este Gobierno?
Como siempre, es dif¨ªcil distinguir entre nosotros d¨®nde empieza lo real y d¨®nde el trampantojo. La legislatura, al final, depende del presidente del Gobierno, quien, por otra parte, no teme ninguna moci¨®n de censura. El trance de los decretos ¨®mnibus fue ag¨®nico, pero pas¨®. Y lo que haya de ocurrir con la amnist¨ªa est¨¢ por escribirse. Es posible incluso que amorticemos la repetici¨®n continua de la tribulaci¨®n: S¨¢nchez, al fin y al cabo, siempre ha dominado la escena a trav¨¦s del shock.
El Gobierno seguramente haya aprendido a ser m¨¢s cauto con el uso del decreto ley, pero sin duda tambi¨¦n ver¨¢n las virtudes de un par¨®n legislativo: con los apoyos que necesita el Gobierno, cualquier medida iba a tener que hornearse al gusto de Junts y el nacionalismo vasco. Si la propia amnist¨ªa no saliera adelante, podemos ya intuir cu¨¢l ser¨¢ el argumentario del partido socialista: ¡°Hemos mostrado generosidad, nos hemos sacrificado, pero nadie dir¨¢ que no tenemos l¨ªneas rojas¡±. Un argumentario ventajista, aunque muy del gusto de los suyos. Y que, con la mirada puesta en Catalu?a, cuelga las culpas al n¨²cleo m¨¢s milenarista de Junts y sit¨²a al Gobierno en una burbuja equidistante entre separatismo y fachosfera.
Respecto de los Presupuestos, no estar¨¢ de m¨¢s recordar que incluso Isabel D¨ªaz Ayuso o Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida han gobernado Madrid con cuentas prorrogadas, como S¨¢nchez ya vivi¨® con las de Crist¨®bal Montoro. Dicho de otro modo: si el Gobierno logra aprobarlos, puntos para la ¨¦pica sanchista. Y si no los saca adelante, hay otro camino para seguir sacando oro: con un Parlamento colgado, a buen seguro habr¨¢ directivas europeas, por ejemplo, que no puedan aprobarse, o fondos que no llegar¨¢n. He ah¨ª un escenario pintiparado para el cl¨¢sico de la casa: la redirecci¨®n a la fachosfera, es decir, acusar al PP de no arrimar el hombro. Fuera de la pol¨ªtica de los pol¨ªticos, sin embargo, hay que preguntarse si podemos aguantar sin medidas y sin fondos y con un Gobierno maniatado para gobernar.
No quedan pocas convulsiones. En el d¨ªa a d¨ªa, el despiece can¨ªbal de Sumar y Podemos a?adir¨¢ tensi¨®n y desgaste. En las gallegas, el PSOE solo recibir¨¢ como buena noticia lo que no sea una cat¨¢strofe. En las europeas, sin embargo, el voto de descr¨¦dito puede tener una repercusi¨®n internacional m¨¢s all¨¢ de la erosi¨®n interna. Todo se podr¨¢ asumir, porque la legislatura tiene ya su t¨¦rmino: haya o no amnist¨ªa, gobierne o no gobierne el PSC en Catalu?a, las elecciones catalanas implican la ruptura con alguno de los socios independentistas del Ejecutivo y obligar¨¢n a barajar de nuevo.
Cualquier otro Gobierno lo hubiera dejado antes de adentrarse en este maelstrom de entrop¨ªa. La resiliencia de S¨¢nchez empieza a ser menos visible que sus magulladuras, y menos caracter¨ªstica que la adaptabilidad de sus principios al principio del poder. V¨¦ase que nadie se plante¨® algunas medidas ?¡ªde los pactos con Bildu a la amnist¨ªa¡ª antes de que un criterio de estricta supervivencia las pasara de implanteables a necesarias. Pero los tiempos se agotan, los espacios se achican y uno solo puede pensar en aquel caballero del Orlando que, en el calor de la batalla, ¡°andava combattendo ed era morto¡±, daba mandobles sin saber que hab¨ªa ca¨ªdo.
Aunque no haya amnist¨ªa, habr¨¢ Gobierno
Estefan¨ªa Molina
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, debe seguir adelante con la legislatura porque prometi¨® a la izquierda que la proposici¨®n de ley de amnist¨ªa para los implicados en el proc¨¦s independentista catal¨¢n era s¨®lo el precio a pagar para hacer pol¨ªticas progresistas. Ser¨ªa un fracaso enviarlo todo al traste por los vetos de Carles Puigdemont. Y, en verdad, es falso que los socios del Gobierno (ERC, Bildu, PNV, e incluso Junts) s¨®lo est¨¦n interesados en la cuesti¨®n territorial. Para los nacionalistas e independentistas, la gesti¨®n auton¨®mica y las demandas sociales ser¨¢n tambi¨¦n importantes en sus respectivas batallas por las elecciones en Galicia, Euskadi o Catalu?a.
La pol¨ªtica es ideolog¨ªa, pero tambi¨¦n contexto. No es casual que ERC y Junts lleven tiempo pidiendo tambi¨¦n cuestiones ajenas al proc¨¦s a cambio de sus votos. En 10 a?os nunca fue tan notoria la cr¨ªtica desde el independentismo civil hacia sus propias formaciones, exigiendo soluciones ante los malos resultados educativos del informe PISA o la actual sequ¨ªa en Catalu?a. Ese clima de opini¨®n pondr¨ªa muy dif¨ªcil a los partidos independentistas el no apoyar acuerdos para lograr mejor financiaci¨®n o competencias, aunque la amnist¨ªa no saliera adelante. La prueba est¨¢ en la pujanza del partido socialista en Catalu?a, en que ERC ha movido su discurso hacia la idea de gobernar en el ¡°mientras tanto¡± si no llega la independencia, o que Junts pida gestionar la inmigraci¨®n para que Alian?a Catalana, una formaci¨®n soberanista y xen¨®foba, no le quite votos por esa v¨ªa.
As¨ª que la legislatura a¨²n puede continuar si el Gobierno pone el foco en los temas socioecon¨®micos que le permiten superar el choque con el soberanismo vasco o catal¨¢n. No deben confundirse los medios con los fines. Hay una mayor¨ªa de prioridades para el PSOE o Sumar que sus socios apoyar¨ªan, aunque solo sea por el coste que les generar¨ªa no hacerlo: bajos salarios, cambio clim¨¢tico, problemas del campo, econom¨ªa... La Moncloa debe tomarse al pie de la letra eso de que la cuesti¨®n territorial no era un objetivo en s¨ª mismo para la izquierda, sino el mecanismo para alcanzar acuerdos.
Primero, porque el propio PNV parec¨ªa hasta ahora dispuesto a asumir pol¨ªticas progresistas a cambio de m¨¢s autogobierno. Por ejemplo, los nacionalistas vascos aceptaron el impuesto especial a la banca y las energ¨¦ticas, o el ingreso m¨ªnimo vital a cambio de poderlo gestionar desde Euskadi. El partido del expresident Puigdemont tambi¨¦n lleva su programa plagado de cesiones competenciales. Sin embargo, la derecha ha sido h¨¢bil instaurando la demonizaci¨®n de la fragmentaci¨®n pol¨ªtica, vendiendo esos trueques como una humillaci¨®n o un dem¨¦rito, simplemente, para tapar su incapacidad de lograr socios parlamentarios.
Segundo, la territorialidad es amplia, y tambi¨¦n puede servir para agrietar el bloque de la derecha. Por ejemplo, la Conferencia de Presidentes auton¨®micos podr¨ªa buscar pactos de Estado sobre educaci¨®n, sanidad o vivienda, competencias que las comunidades del Partido Popular tambi¨¦n gestionan. El caso es que el Gobierno tiene que abandonar esa noci¨®n mayoritaria de la democracia de la que a veces peca. Si quiere convencer, necesita la confianza de sus socios. Ahorrarse la figura del decreto ley permitir¨¢ m¨¢s flexibilidad para incluir demandas de estos, acabando con esa imagen de un Ejecutivo ag¨®nico o de mayor¨ªa p¨ªrrica, que todo lo saca in extremis y a cambio de cesiones que nada tienen que ver con lo que se aprueba pero que distorsionan su agenda.
A la postre, Espa?a es una isla donde, pese a haber una mayor¨ªa de derechas en el Congreso, el Ejecutivo es de izquierdas. Y esa es la ¨²nica v¨ªa para resistir ante la ventisca de ultraderecha que acecha de cara a las pr¨®ximas elecciones europeas de junio. Que Bildu, ERC o Podemos sean progresistas, por mucho que unos lo pongan dif¨ªcil u otros sean independentistas, es un apoyo para que PSOE y Sumar den prioridad a su programa en los Presupuestos. Es hora de la agenda social, si no queda otra, o los caminos se estrechan.
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