El debate | ?Puede ser ¡®Zorra¡¯ una canci¨®n feminista?
La composici¨®n que representar¨¢ a Espa?a en Eurovisi¨®n utiliza un insulto como reivindicaci¨®n de empoderamiento femenino, pero parte del p¨²blico lo entiende como una ofensa. La fil¨®sofa Clara Serra y la escritora Laura Freixas ofrecen aqu¨ª dos puntos de vista sobre la pol¨¦mica
¡°Si salgo sola soy la zorra / Si me divierto, la m¨¢s zorra / Si alargo y se me hace de d¨ªa / Soy m¨¢s zorra todav¨ªa¡±. El d¨²o alicantino Nebulossa gan¨® el festival de Benidorm y representar¨¢ a Espa?a en Eurovisi¨®n con una canci¨®n pop poco convencional sobre una mujer madura que decide comerse el mundo al grito de ¡°zorra¡±. La intenci¨®n es resignificar un grosero insulto machista como lema de empoderamiento. ?Lo consigue? Arrecian las cr¨ªticas en contra y ha dimitido la delegada de Igualdad de RTVE.
La fil¨®sofa Clara Serra opina que hay margen para resignificar la palabra, mientras la escritora Laura Freixas cree un error normalizar el insulto.
Los mis¨®ginos no son los due?os de las palabras
CLARA SERRA
La pol¨¦mica que se ha desatado con la canci¨®n Zorra, que representar¨¢ a Espa?a en Eurovisi¨®n, ha vuelto a traer a escena una larga discusi¨®n sobre los significados. Es una vieja consigna de cierto feminismo insistir en que no se resignifica a voluntad porque, como dice Alicia H. Puleo, ¡°el sentido es un efecto social¡±, porque lo que la connotaci¨®n de las palabras ¡°no se cambia por decisi¨®n individual¡±; o porque, como ha dicho Miguel Lorente estos d¨ªas, ante un t¨¦rmino construido contra las mujeres la soluci¨®n no va a ser ¡°algo tan sencillo como hacer una canci¨®n¡±.
Cuarenta a?os despu¨¦s de que Las Vulpes cantaran Me gusta ser una zorra, 15 a?os despu¨¦s de que Itziar Ziga escribiera Devenir perra y llegadas a un momento en el que titular a una canci¨®n Zorra ¡ªcomo hace Bad Gyal¡ª o Puta ¡ªcomo hace Zahara¡ª o Perra ¡ªcomo hace Rigoberta Bandini¡ª no tiene ya nada de nuevo, algunas feministas nos dicen que la transformaci¨®n de un t¨¦rmino peyorativo es un proceso lento que solo se puede ver al cabo de muchos a?os. Hombre, llevamos unos cuantos.
Est¨¢ muy bien no caer en voluntarismos y saber que ¡°el sentido es un efecto social¡±, pero precisamente por eso sorprende la cerraz¨®n con la que cierto feminismo se obstina en negar ciertos efectos sociales. Son muchas las mujeres que hoy d¨ªa utilizan la palabra zorra (sobre todo en el lenguaje amistoso y coloquial) en un sentido ¡ª?efectivamente!¡ª banal. Es profundamente contradictorio criticar, por una parte, que somos unas ingenuas por intentar cambiar el sentido de una palabra sin tener el poder para ello y, al mismo tiempo, criticar que la hemos banalizado. O ¡°zorra es siempre un insulto machista¡±, como han dicho algunas feministas en Twitter estos pasados d¨ªas, o la palabra hoy tiene un uso banal y eso quiere decir que su sentido ha cambiado (o, al menos, quiere decir que tiene distintos sentidos posibles en funci¨®n de diferentes contextos).
Zorra en nuestra sociedad significa cosas diversas y ese feminismo que insiste en su densidad p¨¦trea est¨¢ m¨¢s bien trabajando por su univocidad. De hecho, nos est¨¢ demandando que lo reservemos para nombrar solo una cosa y as¨ª, combatiendo su posible polisemia, est¨¢ tambi¨¦n trabajando por su resignificaci¨®n ante una sociedad que lo ha trivializado.
Pero ?es el uso banal de la palabra ¡°zorra¡± necesariamente un acto rebelde y feminista? Pues probablemente ah¨ª est¨¢ el otro error de un debate que evidencia cierta histeria social y una asfixiante l¨®gica del todo o nada. Las alternativas no pueden ser o que usar ¡°zorra¡± sea un insulto a las v¨ªctimas o que sea un himno feminista. No es ni una cosa ni la otra. La canci¨®n de Nebulossa es el s¨ªntoma de que los mis¨®ginos que insultan a las mujeres como ¡°zorras¡± no son los due?os en exclusiva de los significados.
Eso abre m¨¢rgenes para una resignificaci¨®n consciente y una politizaci¨®n de las palabras que un feminismo demasiado esencialista del lenguaje no creo que sepa aprovechar. Pero seamos ambiciosas. Si Las Vulpes nos recuerdan algo, son dos cosas: primero, que ya hace 40 a?os se pod¨ªa ¡ªs¨ª, se pod¨ªa¡ª empezar a resignificar el insulto ¡°zorra¡± y que, puestas a ello, hay maneras mucho m¨¢s revolucionarias que la que est¨¢ siendo objeto de esta discusi¨®n hoy. Es una pena que tengamos que salir a defender algo tan b¨¢sico: que no hace falta que algo sea un himno feminista para que conserve el derecho a existir como canci¨®n. Lo m¨¢s preocupante es que, en medio de un genocidio, la pol¨¦mica ¡ªya casi mundial¡ª sea una que nos obliga a salir a decir que el feminismo tiene que poder criticar las canciones banales pero no defender su eliminaci¨®n. El mejor feminismo es el que quiera que en esta gala de Eurovisi¨®n hablemos de Palestina y boicoteemos no a Zorra, sino a Israel.
No es resignificaci¨®n, es autoenga?o
LAURA FREIXAS
Dicen que Zorra convierte un insulto sexista en proclama feminista. Dicen que se puede borrar el desprecio que sufre un colectivo ¡°resignificando¡± el t¨¦rmino peyorativo que lo nombra. ?Qu¨¦ buena idea, c¨®mo no se nos hab¨ªa ocurrido, qu¨¦ soluci¨®n tan f¨¢cil! ?De veras¡? Yo veo, por lo menos, dos problemas.
El primero tiene que ver con las palabras. Ante la pol¨¦mica por la canci¨®n de Eurovisi¨®n, estos d¨ªas se ha citado mucho el precedente de maric¨®n y nigger: el hecho de que homosexuales y afroamericanos se llamen as¨ª unos a otros demuestra c¨®mo t¨¦rminos insultantes pueden volverse ir¨®nicamente cari?osos. Hay, sin embargo, una diferencia fundamental: nigger significa negro, maric¨®n significa homosexual. Pero ?es lo mismo zorra que mujer?
La lengua tiende a confundir ambos conceptos. Pues el lenguaje no se limita, como suele creerse, a reflejar imparcialmente la realidad (sexista), sino que refuerza ese sexismo mediante juicios de valor. Por ejemplo, en la realidad hay putas y puteros, pero en la lengua, solo puta es despectivo. El hecho de que puta sea el peor insulto aplicable a una mujer demuestra que su sexualidad es el criterio principal para juzgarlas. Y el lenguaje dice algo m¨¢s: que todas son putas en potencia. Palabras como cualquiera o fulana (que en su versi¨®n masculina solo designan a un hombre indeterminado) establecen una equivalencia entre prostituta y mujer. El primer problema de Zorra es que lo acepta. Su narradora, que no ejerce la prostituci¨®n, no protesta porque la llamen zorra (puta), sino porque lo digan como insulto.
Si olvidamos ahora el lenguaje para observar la sociedad, ?qu¨¦ vemos? Una vez m¨¢s, la tendencia a ver en las mujeres objetos sexuales, desde edades cada vez m¨¢s tempranas. Los shorts y ba?adores para ni?os son amplios y c¨®modos; los destinados a ni?as, ce?idos, cortos y con relleno en el caso de los bikinis. Ni?as de muy pocos a?os adoptan poses sexys, perrean, se maquillan: se las llama Sephora kids, por el nombre de la cadena de productos de belleza. Para las adolescentes y j¨®venes, florecen formas soft de prostituci¨®n, como los sugar daddies (publicitados, por cierto, por la canci¨®n que represent¨® a Espa?a en Eurovisi¨®n en 2022) u onlyfans¡ ?Es eso lo que entendemos por liberaci¨®n de la mujer? Y si la respuesta es no: ?anunciar ¡°soy una zorra, zorra, zorra, una zorra de postal¡±, como nos sugiere la canci¨®n, nos ayudar¨¢ a revertirlo? Llamarnos a nosotras mismas zorras ?contribuir¨¢ a que nos vean y respeten como colegas, interlocutoras, jefas, cient¨ªficas, activistas...? Por cierto, nigger o maric¨®n lo usan solo los negros o los homosexuales entre s¨ª; pero zorra, una vez abierta la veda, nos lo podr¨¢ llamar cualquiera. Miles de hombres lo corearon cuando se present¨® la canci¨®n en Benidorm.
Zorra es la palabra m¨¢s usada en el porno violento, el insulto favorito de los maltratadores, violadores, asesinos de mujeres: aparece en 15.000 sentencias. ?Qu¨¦ hacemos, aconsejamos a las v¨ªctimas que cuando las acorrale la manada, griten: ¡°?Soy una zorra, zorra, zorra, una zorra de postal!¡±?
Y es que, como se?al¨® Celia Amor¨®s, ¡°no resignifica quien quiere, sino quien puede¡±. Pero estamos en la era del espejismo. En filosof¨ªa, impera el ¡°giro ling¨¹¨ªstico¡±, la teor¨ªa de que los problemas filos¨®ficos pueden resolverse reformando el lenguaje. En pol¨ªtica, la izquierda woke sustituye el programa por la batalla en torno a estatuas, banderas y pronombres. En las redes, triunfa (tiene 5.200 millones de visualizaciones en TikTok) el lema ¡°el delulu es la solulu¡±, la idea de que la soluci¨®n a nuestras frustraciones es el autoenga?o (delusion en ingl¨¦s).
Dijo Marx que los fil¨®sofos hab¨ªan querido entender el mundo, cuando de lo que se trata es de cambiarlo. Parece que hoy nos vamos a conformar con resignificarlo. Pero eso no altera la realidad. Resignificar es delulu, no solulu.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.