Celia Amor¨®s: ¡°El feminismo es una revoluci¨®n y est¨¢ absorbiendo las dem¨¢s¡±
La fil¨®sofa observa, a sus 74 a?os, la fuerza del movimiento de las mujeres como una apoteosis
El cuarto propio de Celia Amor¨®s est¨¢ al acabar el pasillo y despu¨¦s de una gran cocina di¨¢fana en un piso c¨¦ntrico de Valencia. En las estanter¨ªas, bien acompa?ados, saludan a las visitas Simone de Beauvoir, Sartre, Virginia Woolf, pero su mesa de trabajo parece congelada, sin papeles ni l¨¢pices, y aventura la mala salud de la que se duele esta mujer sabia. El tablero del pensamiento y la creaci¨®n lo ocupan ahora las fotos risue?as de sus colegas feministas a?os atr¨¢s.
El pasado est¨¢ muy presente. Un buen pu?ado de libros publicados y cientos de art¨ªculos acad¨¦micos, charlas y viajes a lo largo de su vida sit¨²an a Amor¨®s entre las grandes responsables de la solidez que exhibe hoy en d¨ªa el movimiento feminista. El 8 de marzo, para alegr¨ªa de muchos, se la vio en su silla de ruedas al lado de la pancarta que agrupaba a los universitarios en Valencia, donde naci¨®, en 1944, y donde ahora tiene su retiro de clima templado.
Habla de esa manifestaci¨®n, recurriendo a Sartre, como del ¡°apocalipsis¡± en el que ha desembocado un movimiento fraguado con los a?os con muchas levaduras, desde la toma de las calles hasta la conquista de los hogares, con coloquios, literatura, grupos de trabajo, concienciaci¨®n social, educaci¨®n. Esto es imparable, dice todo el mundo, pero ella recela: ¡°Todo movimiento tiene marcha atr¨¢s. Hay que ser cuidadosos, tenaces, tener capacidad de acci¨®n y de convicci¨®n". Simone de Beauvoir asiste sus pensamientos: ¡°No olvid¨¦is jam¨¢s que bastar¨¢ una crisis pol¨ªtica, econ¨®mica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, deb¨¦is permanecer vigilantes toda vuestra vida¡±, dec¨ªa la francesa.
La fil¨®sofa valenciana, hija de notarios y nieta de una abuela que le ense?aba piano, pide que le acerquen el busto de Clara Campoamor, que la observa desde la mesa, para hacerse la foto con ¨¦l. ¡°Una persona que dijo ¡®soy ciudadano antes que mujer¡±... Amor¨®s dirigi¨® algunos a?os el Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense. All¨ª se cre¨® el seminario?Feminismo e Ilustraci¨®n, por donde han pasado algunos de los nombres que ahora dan lustre con sus ensayos al pensamiento feminista: Alicia Puleo, Rosa Cobo, Ana de Miguel, todas ellas en las fotos del despacho rodeando a la maestra. En la Ilustraci¨®n basa Amor¨®s los principios del feminismo como un movimiento emancipatorio que exige para la mujer no la igualdad con el hombre (¡°que aunque ellos pudieran y nosotras quisi¨¦ramos, no tendr¨ªamos nunca¡±, ha dicho alguna vez), sino la igualdad bajo el gen¨¦rico humano, es decir, ni m¨¢s ni menos que los derechos de ciudadan¨ªa de los que ellos disfrutan (o deben disfrutar). La revoluci¨®n francesa propici¨® ese lenguaje emancipatorio: si los amos eran d¨¦spotas, si los arist¨®cratas ten¨ªan siervos, en las mismas condiciones estaban las mujeres respecto a sus compa?eros. Y as¨ª lo hicieron ver. Amor¨®s cita varias veces a Mary Wollstonecraft, la abuela?de Frankenstein. Si la condici¨®n de ciudadan¨ªa, por primera vez, se adjudicaba a nobles y plebeyos sin distingos, ?por qu¨¦ se le negaba a la mujer? Dichoso orden natural en el que la mujer, por serlo, estaba condenada a un segundo lugar. ¡°Qu¨¦ vamos a decir del mis¨®gino de Rousseau¡±, se r¨ªe Amor¨®s.
El feminismo ha rodado mucho desde entonces. Ahora tiene muchos apellidos. La fil¨®sofa es tajante: ¡°Feminismo solo hay uno, el emancipatorio¡±. Pero los partidos pol¨ªticos dise?an un traje a su medida¡ ¡°El feminismo es de izquierdas¡±, zanja. Pero los de derechas dicen que ellos tambi¨¦n lo son, a su manera... ¡°? sa fa?on¡ Para quien se lo crea¡±, responde Amor¨®s.
En 2006, la escritora, por primera vez una mujer, recibi¨® el premio nacional de Ensayo por su libro La gran diferencia y sus peque?as consecuencias¡ para la lucha de las mujeres. Su nombre ya figuraba entre las grandes feministas de Europa y la influencia de sus publicaciones acad¨¦micas se hac¨ªa sentir con fuerza en Latinoam¨¦rica. Frente al sill¨®n desde el que responde ahora a los periodistas y sobre una m¨¢quina de coser Singer que fue de su suegra cuelga un cuadro con una frase bordada que le reconoce haber ¡°introducido el feminismo filos¨®fico en la filosof¨ªa hisp¨¢nica¡±. Y en los estantes, decenas de libros muestran un penacho de papeles amarillos que sobresalen sobre sus p¨¢ginas, signo de un estudio concienzudo. Casi se puede decir que les ha dado a cada uno una buena paliza.
Maestra entre maestras, sigue prudente y ejerce una sororidad sin fisuras cuando se le recuerda su mucha influencia en el actual movimiento de las mujeres: ¡°Y muchas otras¡±, dice. ¡°Nada surge de repente cuando se trata de movimientos sociales. Es un trabajo que se va forjando, que tiene fases, que evoluciona, se agita, se amalgama, aparentemente no pasa nada, pero la gente va haciendo suyo el movimiento Y entonces ocurre algo especial, por ejemplo el caso de La Manada y todo lo asumido deviene en apocalipsis. Como ocurri¨® en el Par¨ªs de la Bastilla¡±, explica.
La revoluci¨®n francesa siempre est¨¢ presente en sus pensamientos, aunque alguno se resista a bajar a su boca cuando ella lo reclama. ¡°S¨ª, el feminismo es una revoluci¨®n y est¨¢ absorbiendo las dem¨¢s. Si no hay feminismo, no hay lucha revolucionaria, porque ?qu¨¦ se puede hacer si solo se cuenta con la mitad de la poblaci¨®n? Nada¡±, asegura. Amor¨®s tiene una hija, que la llam¨® por tel¨¦fono el 8-M ¡°exultante¡±, y un nieto, Guillermo, de 10 a?os que estaba ¡°como el primero, levantando el brazo¡± en la manifestaci¨®n que reuni¨® en las ciudades espa?olas a m¨¢s de un mill¨®n de personas aquel viernes de ¡°apocalipsis¡±. R¨ªe, ahora solo Celia, con el recuerdo del ni?o, tambi¨¦n empoderado. Y su risa se ensancha cuando se le recuerda c¨®mo cerraron aquel d¨ªa la manifestaci¨®n en Valencia, al modo fallero: ¡°Se?ora pirot¨¦cnica, puede comenzar la Revoluci¨®n¡±.
Los "a?os duros y divertidos"
En la cabeza de Celia Amor¨®s, que tantos frutos ha dado a lo acad¨¦mico, van ganando terreno los recuerdos del pasado. Aquellos d¨ªas en que su marido de entonces, Josep Vicent Marqu¨¦s, y el de Carmen Alborch, Dami¨¤ Moll¨¤, hab¨ªan sido despedidos y la econom¨ªa dom¨¦stica no daba un respiro. Los domingos se iban los cuatro a contar coches al Saler. ¡°Hab¨ªa all¨ª algunos cruces de carreteras y cont¨¢bamos coches porque esas cifras se necesitaban para futuros planes de viabilidad¡±, se r¨ªe Amor¨®s. ¡°Carmen y yo acab¨¢bamos contando mujeres¡±, recuerda. Aquellos a?os, ¡°duros y divertidos¡±, un d¨ªa hac¨ªa la comida una y al siguiente la otra, como una forma de aliviar la escasez. Su amiga Alborch, para quien le faltan las palabras tras su muerte reciente, se meti¨® a pol¨ªtica y, aunque esta feminista ahora no ve la televisi¨®n, ni oye la radio, ni est¨¢ al tanto del avance de la extrema derecha, ni del problema del separatismo catal¨¢n, cree que la lucha feminista s¨ª ha ido traslad¨¢ndose a medidas concretas en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Amor¨®s cree que la cuarta ola del feminismo est¨¢ aqu¨ª y que uno de sus objetivos fundamentales ser¨¢ la erradicaci¨®n de la prostituci¨®n, ¡°esa esclavitud humillante¡±. Nada m¨¢s y nada menos. Pero sigue prudente. ¡°?Un mundo igualitario? Qu¨¦ va, eso tardar¨¢ siglos¡±.
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