Nuevas v¨ªas para luchar contra el narco
Necesitamos una Audiencia Nacional con una jurisdicci¨®n especializada en el crimen organizado que absorba sus manifestaciones m¨¢s agresivas
Son d¨ªas de dolor en Espa?a. Ha sido en el Sur, en Barbate; la mano siniestra del narco se ha hecho presente. Todos hemos sufrido con las im¨¢genes de los f¨¦retros que acog¨ªan los cuerpos inertes de dos fte al espejo de c¨®mo reaccionar y actuar desde las instituciones frente al narcotr¨¢fico.
En mi caso, me han trasportado a 1990, a?o en que tom¨¦ posesi¨®n en la Fiscal¨ªa de Barcelona y fui asignada a los reci¨¦n creados juzgados de El Prat de Llobregat, cuya jurisdicci¨®n comprend¨ªa el ¨¢rea del aeropuerto del Prat y el barrio de San Cosme, bautizado como el ¡°gran supermercado¡± de la droga de la capital catalana. Mi primera actuaci¨®n, coordinada por el fiscal antidroga Jos¨¦ Mar¨ªa Mena, fue la llamada Operaci¨®n Cosmos, con un gran despliegue de medios personales y materiales. Hubo decenas de detenidos, incautaci¨®n de droga, dinero y joyas. Despu¨¦s de maratonianas declaraciones, se acordaron prisiones y paralizamos, al menos moment¨¢neamente, el tr¨¢fico de estupefacientes en la zona. Los d¨ªas pasaron, y, poco a poco, todo volvi¨® a la cruda y desmoralizante ¡°normalidad¡±: la romer¨ªa de ¡°muertos vivientes¡± en busca de una dosis. Los fines de semana de guardia nos esperaban los levantamientos de cad¨¢veres. Muertos por sobredosis, quiz¨¢ por la guerra eterna, siempre encubierta de los clanes, que pretend¨ªan una mayor cuota de mercado para la droga adulterada, m¨¢s da?ina que el propio estupefaciente.
Una ni?a de apenas 16 a?os, con un cuerpo fr¨¢gil, casi de porcelana, con unas azules y marcadas venas, descansaba en el rellano de un portal. Dorm¨ªa en un sue?o placentero y tranquilo. Solo una jeringuilla clavada en una mano contaba algo¡ Ahora hab¨ªa que llamar a casa. No pod¨ªamos con tanto dolor, con tantas l¨¢grimas.
Impactada por esa imagen, que a¨²n recuerdo con nitidez, necesitaba trabajar desde donde pudiera tener m¨¢s fuerza para confrontar ese fen¨®meno. Era evidente que ese lugar era la Fiscal¨ªa Antidroga en la Audiencia Nacional, porque desde all¨ª se persegu¨ªa a las grandes organizaciones internacionales, se enjuiciaba a sus jefes, se coordinaba la acci¨®n internacional contra el blanqueo de capitales y era donde las ni?as dejar¨ªan de morir.
Durante 12 a?os, dediqu¨¦ mi vida a ello. El juzgado central de instrucci¨®n 5 de la Audiencia Nacional, el del juez Baltasar Garz¨®n, fue ejemplo y pionero. Nuevas t¨¦cnicas de investigaci¨®n, solo previstas en los tratados internacionales y aplicadas directamente, nos permitieron avanzar, contra las organizaciones del hach¨ªs de Marruecos, la hero¨ªna de Turqu¨ªa, la coca¨ªna de Colombia, las drogas de dise?o de Centroeuropa, y contra el lavado de activos, verdadera raz¨®n de existir del narcotr¨¢fico. Neutralizar esas operaciones fue el gran triunfo del que nos sentimos orgullosos y satisfechos. Fueron cientos de investigaciones y de juicios con sus correspondientes sentencias, en su inmensa mayor¨ªa condenatorias.
Los medios de comunicaci¨®n, incluso los que se dedican a ¡°sus cosas¡±, coadyuvaron a la percepci¨®n de una justicia que trabajaba por la seguridad, con respeto a los derechos humanos y en favor de la sociedad. Es cierto que no acabamos con el sufrimiento que genera la droga, pero s¨ª dejamos marcado cu¨¢l era el camino a seguir para combatir estas redes criminales, que se iban adaptando a las nuevas realidades impuestas por el cerco policial y judicial al que fueron sometidas. Por aquel trabajo, se nos reconocieron honores, pero eso no les devolvi¨® la vida a las ni?as.
A?os m¨¢s tarde, pasados otros muchos en la lucha antiterrorista, volv¨ª a encontrarme frente a la droga. Esta vez como ministra de Justicia. En 2018, la situaci¨®n en la zona del Campo de Gibraltar ya era alarmante. El salto cualitativo en cuanto a violencia y crecimiento de organizaciones hizo patente la necesidad de medidas extraordinarias. Como responsable de Justicia, propuse la creaci¨®n de nuevos juzgados, la ampliaci¨®n de plazas de fiscales y la creaci¨®n de una sucursal en Algeciras de la Oficina de Recuperaci¨®n y Gesti¨®n de Activos (ORGA) para contribuir a las investigaciones sobre lavado de dinero. Estas iniciativas produjeron efectos positivos pero insuficientes. El narco sigui¨® horadando la seguridad y la econom¨ªa de la zona.
En 2020, como fiscal general del Estado, una de mis primeras acciones se concentr¨® en esa zona geogr¨¢fica: quise crear una novedosa figura en la Fiscal¨ªa para coordinar las investigaciones all¨ª y en lo que m¨¢s les duele: el blanqueo de capitales. Le propuse a un fiscal de Sala esa cautivadora y necesaria responsabilidad. Tras exponerme algunas peticiones relativas a ¡°prerrogativas¡± del cargo, acept¨®. Sin embargo, la Asociaci¨®n de Fiscales anunci¨® un recurso contra el decreto de designaci¨®n. Como resultado, el designado dimiti¨® antes de tomar posesi¨®n. Creo que se perdi¨® un intento de explorar nuevas estructuras de colaboraci¨®n entre fiscales y avanzar para equilibrar fuerzas frente a la acci¨®n cada vez m¨¢s sofisticada de las organizaciones criminales.
Ahora, en esta peligrosa situaci¨®n de 2024, cuando a¨²n est¨¢ cercana la muerte violenta de dos funcionarios, es el momento asumir los errores y dar respuestas a la pregunta que la sociedad nos hace como responsables de garantizar su seguridad: ?qu¨¦ podemos hacer desde el ¨¢mbito de la justicia, adem¨¢s de dotar de m¨¢s medios t¨¦cnicos y humanos a quienes combaten en primera l¨ªnea este fen¨®meno criminal?
Y mi respuesta es volver a aquello que una vez funcion¨® bien y que puede volver a hacerlo, pero con una nueva orientaci¨®n, acorde con los tiempos actuales. Necesitamos una Audiencia Nacional con una jurisdicci¨®n especializada en el crimen organizado que absorba sus manifestaciones m¨¢s agresivas: tr¨¢fico de seres humanos, corrupci¨®n, terrorismo, narcotr¨¢fico, graves delitos contra el medio ambiente, la prostituci¨®n organizada¡ En definitiva, presencia del Estado con todo su poder, con todas sus estructuras y en todos sus niveles, porque todos somos responsables. Cuando as¨ª se act¨²a, el narco retrocede, la sociedad gana y la democracia se consolida.
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