Mata a tus ¨ªdolos
Algunos de los abusos m¨¢s incomprendidos suceden en mundos que respiran una fuerte ¨¦pica, un patr¨®n que puede estar repiti¨¦ndose en los nuevos entornos digitales
Hay un mundo de distancia entre el caso del cineasta Carlos Vermut, el de Dani Alves y el de los dos tiktokers acusados de violar a menores atray¨¦ndolas con su popularidad, pero en el proceso de revictimizaci¨®n que ha acompa?ado a las denuncias, a ellas se las ha acusado de lo mismo, de lo de siempre, de ser groupies o trepas.
Cine, literatura, arte, periodismo, deporte, ciencia. Algunos de los abusos m¨¢s incomprendidos suceden en mundos que respiran una fuerte ¨¦pica y donde se romantiza el talento (creativo, intelectual, comunicativo, f¨ªsico), dir¨ªa que incluso por encima del poder y el dinero. No me canso de citar la idea de la ensayista Remedios Zafra: las culturas de ciertas profesiones atractivas sirven para asegurar una cantera infinita de aspirantes en posici¨®n de debilidad. Eso se suele traducir en precariedad, pero la cesi¨®n de poder se manifiesta tambi¨¦n de otras formas.
Quienes est¨¢n dentro son los m¨¢s interesados en perpetuar el halo especial de estos oficios porque en cierto modo les beneficia, mientras los integrantes de la base de la pir¨¢mide necesitan las fuerzas que les da esa fantas¨ªa para intentar el acceso, perpetuando un sistema de ideas inconsciente y dif¨ªcil de romper. Sus arquetipos ¡ªel H¨¦roe, el L¨ªder, el Artista, el Rebelde, Mercurio, Prometeo¡ª son tan eficaces que llevan siglos con nosotros.
Es posible que me equivoque, y que sepamos m¨¢s de estos casos porque atraen a nuestros cerebros consumidores de narrativas, y un Weinstein del cine nos interesa m¨¢s que un Weinstein de las notar¨ªas. Pero tambi¨¦n puede que se est¨¦ repitiendo un viejo patr¨®n en los nuevos entornos digitales que fascinan hoy a los j¨®venes. En Espa?a, a uno de cada tres adolescentes le gustar¨ªa dedicarse a la creaci¨®n de contenidos en internet.
Cuando la fama y la admiraci¨®n entran en juego, caen barreras protectoras porque la familiaridad crea confianza: si llevo meses escuch¨¢ndote y viendo tus v¨ªdeos es como si nos conoci¨¦ramos, m¨¢s a¨²n si hemos intercambiado alg¨²n mensaje o pago por tu obra. La asimetr¨ªa de ciertas relaciones digitales provoca que un depredador popular pueda multiplicar su alcance, detectando a sus objetivos como si sangraran de una herida abierta en un mar de tiburones. En la l¨®gica de las redes, los nodos muy conectados pueden tener un efecto perverso sobre aquellos individuos aislados. Tampoco ayudan las pol¨ªticas opacas de las plataformas, ni la existencia de micronichos donde una persona puede ser extremadamente popular entre ciertos grupos y edades y pasar bajo el radar del resto.
Todos admiramos a alguien por algo. Pero para una chica joven, especialmente si es sensible a mundos creativos con una fuerte m¨ªstica, es vital matar pronto a sus ¨ªdolos, cuanto antes mejor, por una cuesti¨®n de supervivencia. No ser musas, no ser fans, no dejarse llevar por la ¨¦pica de la m¨²sica o la escritura o YouTube, sospechar de unas narrativas que no han sido creadas a su favor, sino al contrario. Ser capaces de construir su propio mito y meterse en la ba?era de Hitler como Lee Miller. Por eso es tan importante el trabajo pendiente de rescatar mitolog¨ªas femeninas del pasado, algo que han entendido bien, por ejemplo, las autoras del podcast cultural Deforme Semanal.
Las generaciones m¨¢s j¨®venes deben agradecer a las feministas millennials el aviso ¡ªhuid de todo lo que huela a h¨¦roe o artista o rebelde atormentado e incomprendido¡ª, pero a¨²n corren el riesgo de ser seducidas por nuevos viejos arquetipos perjudiciales.
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