Milei y el error de S¨¢nchez
La confrontaci¨®n es el h¨¢bitat natural de del presidente argentino. ?De ver¨¢s esperaba el gobierno espa?ol que pidiese disculpas?
El error lo cometi¨® el Gobierno espa?ol. Decidi¨® pelear con un OVNI. O, para ser exactos, con un SANI: un sujeto antipol¨ªtico no identificado, alguien muy dif¨ªcil de encuadrar en las categor¨ªas cl¨¢sicas de las Ciencias Pol¨ªticas o de la diplomacia porque aplica otras l¨®gicas, recurre a otros lenguajes y se mueve en una galaxia distinta a la que habitan las ¨¦lites.
El presidente argentino Javier Milei no es un pol¨ªtico tradicional. De hecho, no es pol¨ªtico, en la definici¨®n consensuada de esa palabra. Eso explica por qu¨¦ l¨ªderes argentinos como Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, Mauricio Macri o Sergio Massa todav¨ªa no lograron desentra?aron c¨®mo lidiar con ¨¦l y eso explica con qu¨¦ tropez¨® el Gobierno de Pedro S¨¢nchez.
?C¨®mo es eso? A Milei no le interesa pertenecer, ni le sirve pertenecer. ?l representa a los descastados, a los que ¡°se cayeron del sistema¡±, como se dice en Argentina. A aquellos que decidieron tirar del mantel. Y si copas, platos y comida vuelan por los aires, ?qu¨¦ problema hay? ?Si ya no estaban sentados alrededor de la mesa!
Muchos pol¨ªticos tradicionales mueren por acumular poder y dinero. Desean codearse con poderosos, ricos y famosos. Les fascinan las alfombras rojas. Sue?an por ir al Foro Econ¨®mico Mundial, fotografiarse con los Bill Gates, las Angelina Jolie y los George Clooney de esta vida, y luego postear esas fotos en Instagram com postulados grandilocuentes sobre la necesidad de consensuar caminos para luchar contra el cambio clim¨¢tico y otras causas bellas.
Pero eso no atrae a Milei. Al contrario. Le gusta y le conviene diferenciarse de todo lo que hace o podr¨ªa hacer ¡°la casta¡±, como define a ese c¨²mulo de pol¨ªticos, empresarios, sindicalistas, acad¨¦micos, periodistas y tantos m¨¢s a los que acusa de llevar a la Argentina ¨Cy al mundo- a un presente de ostracismo y decadencia. Por eso insult¨® al Papa como lo hizo. Por eso viaj¨® a Davos y dijo lo que dijo. Y por eso puede irrumpir en Madrid o donde fuere y destratar a l¨ªderes pol¨ªticos y grandes empresarios por igual.
Ya lo dijo Milei al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso argentino, el 1 de marzo pasado: ¡°Nosotros cuando nos encontramos con un obst¨¢culo no vamos a dar marcha atr¨¢s, vamos a seguir acelerando¡±. Y si Pedro S¨¢nchez no sab¨ªa esto, el error lo cometieron los asesores del jefe de Gobierno espa?ol que no le alertaron.
?Qu¨¦ esperaba S¨¢nchez? ?Que Milei le pidiera disculpas? ?O en realidad busc¨® S¨¢nchez que Milei actuara como actu¨® para utilizar el contrapunto con el aliado for¨¢neo de Vox para sus propios intereses dom¨¦sticos y electorales, bajarle el precio al Partido Popular (PP) y subir al ring a la derecha m¨¢s rancia y recalcitrante de la pen¨ªnsula ib¨¦rica?
Milei jug¨® su juego, del que est¨¢ convencido. No le interesa caer bien entre los pol¨ªticos. Ni le interesa vacacionar en Punta del Este o la Patagonia, en los Hamptons o Martha¡¯s Vineyard, ni en Lanzarote o Sotogrande. Y tampoco le atraen los jets privados, los restaurantes caros o los coches de lujo por lo que se desviven tantos.
Milei se mueve, s¨ª, como un rockstar. Llega, canta sus verdades de manera hiperb¨®lica, arbitraria y verborr¨¢gica, y adi¨®s. Si cae bien, genial. Y si no, tambi¨¦n. Porque ¨¦l no se dirigi¨® a Pedro S¨¢nchez, ni a los seguidores de Pedro S¨¢nchez. Su audiencia acaso ni sepa qui¨¦n es Pedro S¨¢nchez, ni le importe saberlo, pero dedica horas y descarga sentires, sue?os y frustraciones en Twitter y TikTok, YouTube y otras plataformas.
?Suena exagerado? Invito a quienes lean estas l¨ªneas a que googleen ¡°Javier Milei¡± seguido de la frase, tambi¨¦n entre comillas, ¡°el discurso de su vida¡±. Encontrar¨¢n, como detect¨® el analista argentino Ernesto Tenembaum, unos cuantos discursos de Milei -ante empresarios, en el Congreso, en Estados Unidos y frente a seguidores de Vox, entre otros- que fueron etiquetados de manera categ¨®rica por sus expertos digitales, una y otra vez, para fomentar las visualizaciones. O pueden googlear ¡°Javier Milei¡± junto a verbos como ¡°estall¨®¡±, ¡°explot¨®¡± o ¡°destroz¨®¡±. Imaginen los resultados¡
La confrontaci¨®n es el h¨¢bitat natural de Milei. Lo es desde chico, cuando el padre le propinaba golpizas. Lo fue tambi¨¦n en el colegio, donde fue v¨ªctima de bullying y lo apodaron ¡°el loco¡±. Lo fue, adem¨¢s, mientras jug¨® al f¨²tbol en las divisiones juveniles de un par de clubes, donde tambi¨¦n lo llamaron ¡°el loco¡±. Y lo fue en los claustros acad¨¦micos y en cada empleo que tuvo, donde tambi¨¦n lo apodaron, qu¨¦ casualidad, ¡°el loco¡±.
En semejante contexto, pues, el error lo cometi¨® el gobierno espa?ol. El muy desafortunado comentario del ministro de Transporte, ?scar Puente, al acusar a Milei de ¡°ingerir sustancias¡± result¨® una tentaci¨®n demasiado fuerte para alguien que, como el libertario, sostiene que protagoniza una ¡°batalla cultural¡± contra el ¡°falsoprogresismo¡±, el comunismo, el feminismo y unos cuantos ¡°ismos¡± m¨¢s, y se alimenta de las peleas sin medir consecuencias, ni tener l¨ªmites, porque no est¨¢ en su naturaleza.
Eso explica, tambi¨¦n, por qu¨¦ Milei ha insultado m¨¢s de una vez a los legisladores de la oposici¨®n argentina, incluso a aquellos que han evaluado o todav¨ªa eval¨²an apoyar algunos de sus proyectos en el Congreso para que se conviertan en ley. Para Milei, se trata de ganar o ganar. Si sus proyectos se convierten en ley, ser¨¢ porque logr¨® torcerles el brazo. Y si no, podr¨¢ descargar las falencias de su gesti¨®n en quienes le niegan las herramientas que necesita.
Pedro S¨¢nchez puede, entonces, retirar a su embajadora en Buenos Aires, cortar relaciones diplom¨¢ticas con Argentina e ir m¨¢s lejos si quiere, del mismo modo que columnistas, diplom¨¢ticos y pol¨ªticos pueden coincidir en que los comentarios de Milei cruzaron todas las l¨ªneas rojas imaginables o alertar sobre las consecuencias negativas que la pelea puede tener para Argentina y Espa?a, que el presidente argentino les responder¨¢ con una sonrisa¡ O, m¨¢s probable, con un insulto.
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