Ucrania y el Sur Global
Un pu?ado de pa¨ªses densamente poblados y con un creciente poder no firm¨® la declaraci¨®n final de la cumbre de paz de Suiza en apoyo al Gobierno de Kiev
El pasado fin de semana fueron 13 pa¨ªses los que no firmaron la declaraci¨®n conjunta que sali¨® de la cumbre por la paz en Ucrania que reuni¨® en B¨¹rgenstock, Suiza, a 92 pa¨ªses y ocho organizaciones, y a la que no asistieron ni Rusia ni China. Sin su presencia, el encuentro ya nac¨ªa medio muerto y ten¨ªa ese aire melanc¨®lico de las iniciativas que no sirven para nada. Esa declaraci¨®n se refiere a la Carta de Naciones Unidas que defiende la soberan¨ªa, independencia e integridad territorial de todos los Estados dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente, y reclama seguridad nuclear ¡ªla central de Zaporiyia¡ª, garant¨ªas para el tr¨¢fico mar¨ªtimo ¡ªla salida del grano de Ucrania¡ª e intercambio de prisioneros y regreso de las personas secuestradas. Nada m¨¢s que un par de folios que puedan servir para servir para poner en marcha un proceso de paz. Buenas intenciones, y el peso simb¨®lico que significa intentar reforzar un orden internacional donde no valga todo y en el que el poderoso no pueda merendarse impunemente al m¨¢s d¨¦bil.
Fueron muchos los pol¨ªticos que viajaron a Suiza ¡ªPedro S¨¢nchez, entre ellos¡ª, pero no estuvo el presidente de EE UU, Joe Biden, lo que tambi¨¦n contribuy¨® a quitarle sustancia a la cita. El apoyo a la declaraci¨®n final fue abrumador, por lo que se refiere al n¨²mero de pa¨ªses que lo firmaron. M¨¢s revelador resulta fijarse en los que no lo hicieron, que son pocos pero representan a millones y millones de habitantes.
La idea de que una democracia europea fr¨¢gil est¨¢ resistiendo como puede la invasi¨®n de una enorme potencia gobernada por un d¨¦spota como Putin, y que pide ayuda, no parece convencer del todo a los que no firmaron esa declaraci¨®n final. ?Por qu¨¦? Es ah¨ª donde todo se embarulla. El Vaticano, que acudi¨® como observador, no se anim¨® a apoyar el documento. Otros observadores, como Brasil e Indonesia, tampoco lo hicieron. Luego est¨¢n los 13 que participaron con voto y se negaron a firmar: India, Sud¨¢frica, M¨¦xico, Armenia, Bar¨¦in, Irak, Jordania, Libia, Mauritania, Ruanda, Arabia Saud¨ª, Tailandia y Emiratos ?rabes Unidos.
Cumbres como esta de Suiza tienen mucho de escenificaci¨®n. Aun as¨ª, ?c¨®mo es posible que esos 16 (13 + 3) Estados ¡ªalgunos con un inmenso peso y poder¡ª le dieran la espalda a Volod¨ªmir Zelenski y a su desesperada llamada para encontrar alguna salida a la brutal agresi¨®n rusa a Ucrania? Quiz¨¢ Occidente siga sin saber escuchar lo que hace mucho quisieron decirle los pa¨ªses no occidentales, por ejemplo en la Conferencia Afroasi¨¢tica que se celebr¨® en Bandung en 1955, y que tan bien cont¨® David von Reybrouck en Revoluci¨®n (Taurus), su libro sobre Indonesia. La inaugur¨® uno de sus grandes impulsores, Sukarno, el presidente de ese lejano y desconocido pa¨ªs. ¡°Los pueblos pasivos han desaparecido¡±, dijo en su discurso de bienvenida. ¡°Los asuntos del mundo son nuestros asuntos¡±, a?adi¨®. Fue contundente: ¡°Nos une el mismo odio al colonialismo en cualquiera de sus formas. Nos une el mismo odio al racismo. Y nos une la misma determinaci¨®n de preservar y estabilizar la paz en el mundo¡±. ?Qu¨¦ ha ocurrido para que muchos pa¨ªses que compartieron entonces esa proclama hayan renunciado a ayudar al que resiste a los planes imperiales de un aut¨®crata? ?O es que la obsesi¨®n por los desmanes de Occidente sigue siendo m¨¢s fuerte que frenar hoy las derivas m¨¢s autoritarias? Si es as¨ª, en este mundo que est¨¢ cambiando radicalmente, Estados Unidos y Europa tienen un grave problema.
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