ERC centra, Alvise remata
La campa?a navajera contra Ernest Maragall bien podr¨ªa ser un cap¨ªtulo de ¡®House of Cards¡¯, pero con Torrente de guionista
Podr¨ªa funcionar como una de las teor¨ªas de la conspiraci¨®n que atrapa a los j¨®venes que votan a Alvise P¨¦rez, aunque tal vez les parecer¨ªa una horterada. Si llegase a la pantalla ser¨ªa como un cap¨ªtulo de House of Cards, pero con el tonto de Torrente como guionista. Quiz¨¢s como alguna temporada de The wire, pero Pepe Gotera como ejecutor de la chapuza. El argumento, que peca de falta de verosimilitud, cada vez est¨¢ m¨¢s claro.
Un aprendiz de dirigente de un partido con creciente poder institucional ¡ªERC¡ª entiende que la pol¨ªtica tambi¨¦n tiene su lado oscuro y crea una estructura paralela para hacer trabajo sucio. Tendr¨¢n un nombre en clave: la B o ¡°los ni?os¡±. Ara lo destap¨® el martes. Hay un canal secreto de comunicaci¨®n con alguien que puede localizar a un n¨²cleo reducido de las juventudes para que haga trabajillos. Les entregar¨¢n un m¨®vil de calidad. Hay pasta. Facturar¨¢n a una empresa de marketing de confianza como ¡°t¨¦cnicos de comunicaci¨®n¡±. En principio son acciones sencillas: mandar unos mariachis para cachondearse de la oposici¨®n, colgar carteles de dos rivales bes¨¢ndose. ?Qu¨¦ importa activar otra campa?a, navajera y de falsa bandera, para generar conmiseraci¨®n con un candidato del propio partido ¡ªErnest Maragall, la enfermedad de su hermano Pasqual¡ª en horas bajas? C¨¢maras de seguridad captan im¨¢genes colgando esos carteles. El 29 de marzo de 2023 La Vanguardia publica sus fotograf¨ªas.
Les pueden pillar, el partido ten¨ªa un marr¨®n. El Se?or Lobo, viceconsejero en funciones y acostumbrado a presionar con malas formas a los medios, intentar¨ªa solucionar el pollo. Mayka Navarro el s¨¢bado daba m¨¢s informaci¨®n. Si por colgar los carteles les pagaron 300 euritos, ahora pusieron precio a su silencio: 1.000 euracos para cada uno, 3.000 para empezar. Llegar¨¢n a 50.000, concluyen Rebeca Carranco y Bernat Coll. El 1 de abril uno de ellos est¨¢ de juerga en el Port Ol¨ªmpic, la cosa se desmadra, los Mossos d¡¯Esquadra identifican a uno de los implicados en el altercado, que declara algo imprevisto el d¨ªa despu¨¦s: ¨¦l es uno de los que colg¨® los carteles sobre los Maragall y el Alzh¨¦imer. Identifica a los otros dos colegas y se?ala a alguien de la direcci¨®n del partido. Como hay una denuncia por delito de odio, necesitan defenderse en el juzgado. Contar¨¢n para ello con una abogada que trabaja habitualmente para ERC. Desde el partido les recomiendan que no usen smartphone y que tengan un perfil bajo en redes sociales. La investigaci¨®n avanza y el magistrado ordena la clonaci¨®n de los terminales telef¨®nicos. Maragall retira la denuncia, pero las pruebas de la guerra sucia existen.
Ahora que el partido sufre una profunda crisis de liderazgo y las acusaciones dejan de ser impl¨ªcitas, hemos podido contemplar la serie completa. Lo escribi¨® Bernat Coll: ¡°la ¨²ltima v¨ªctima de la crisis interna de ERC descubri¨® antes de irse la m¨¢quina del fango del partido¡±. ¡°Quiz¨¢s las campa?as contempor¨¢neas no son tan bonitas como nos gustar¨ªan¡±, afirm¨® Sergi Sabri¨¤ cuando dej¨® su cargo ante la mirada de buena parte de la c¨²pula del partido que le agradec¨ªa con su presencia la funci¨®n de bombero. Pero el problema no es solo la estabilidad de la organizaci¨®n que tiene en su mano la investidura de un president de la Generalitat y el apoyo al Gobierno para avanzar en la agenda progresista. El problema es que esta historia parece una conspiraci¨®n propia del canal de Telegram de Alvise. El t¨ªpico episodio que nos lleva a desconfiar de la democracia porque acabamos convencidos que los partidos pol¨ªticos convencionales son estructuras que no se dedican a la pol¨ªtica sino que sus dirigentes usan las instituciones exclusivamente para sus propios intereses. En esta ocasi¨®n ERC centra y Alvise remata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.