Los inmigrantes son nosotros
Hoy no hay un conflicto social por causa de procedencia geogr¨¢fica, pero lo habr¨¢ ma?ana si no neutralizamos a quienes pretenden excluir a los ¨²ltimos en llegar
Seguro que la Eurocopa de f¨²tbol nos ayudar¨¢ a normalizar la inmigraci¨®n. La excelencia siempre ayuda a ver claro. La presencia, cualitativa y cuantitativa en las selecciones de chavales venidos de fuera, o de segunda generaci¨®n, ha sido m¨¢s abrumadora que nunca. De enorme impacto sociol¨®gico y sensorial.
Nos ayudar¨¢ a ver a los inmigrantes como parte de nosotros mismos. Como miembros de la naci¨®n. Como un bien que requiere mimo: al igual que j¨®venes y ancianos, mujeres y sabios, emprendedores y cient¨ªficos, tenistas y waterpolistas aut¨®ctonos, europeos de siempre.
Ser¨¢ as¨ª porque el deporte es lenguaje universal, como la m¨²sica. Por eso constituye la experiencia colectiva m¨¢s capaz de paralizar (para bien) un pa¨ªs, de vaciar sus calles, sin necesidad de organizaci¨®n.
?Normalizar? ?Acaso hay aqu¨ª conflicto social por causa de procedencia geogr¨¢fica? Hoy no, pero lo habr¨¢ ma?ana si no esterilizamos las fuerzas del mal que pretenden excluir del demos a los m¨¢s recientes y que tantas veces m¨¢s aportan.
Se trata de hacer normal en todas las actividades la misma pluralidad de origen que triunfa en el deporte rey. No lo es. Nuestro periodismo est¨¢ lejos de articular aquel mensaje de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n cuando proclamaba que el deporte es f¨¢brica de cohesi¨®n social; y en el caso del Bar?a, palanca de integraci¨®n a la catalanidad.
Cerca de 8 millones de los 48 millones de paisanos espa?oles son de origen extranjero: cifra, por cierto, equivalente a la poblaci¨®n de Catalu?a, oportuno recordatorio para xen¨®fobos nacionalistas. Pues bien, ?tienen la presencia medi¨¢tica que corresponde? ?Por qu¨¦ casi nunca aparecen en las encuestas a pie de calle de los medios, sobre la cesta de la compra, inundaciones, desahucios?
Tampoco los empresarios se comprometen, salvo si se trata de relacionarse con sus pares poderosos: raza, pa¨ªs o sexo poco importan para amistarse con los listos de la lista de Forbes.
No se escucha a ning¨²n garamendi, a ning¨²n s¨¢nchezllibre, a ning¨²n bot¨ªn ni torres, a ning¨²n florentino ni gal¨¢n levantar una u?a defendiendo a los chavales hacinados en Canarias que los ultras pretenden dejar a su triste suerte. Les bastar¨ªa imitar a sus colegas empresarios alemanes, que reclaman la normalidad, la defensa de sus intereses y los de su mano de obra inmigrada. Y de paso, la dignidad.
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