Lo ¨²nico que hay que negociar en Venezuela es que Maduro entregue el poder
El r¨¦gimen chavista se va pareciendo tr¨¢gicamente a Cuba y Nicaragua, gobiernos que han empobrecido a sus pueblos y los han hecho emigrar en masa mientras se autoproclaman garantes de los beneficios sociales
Si la comunidad internacional no acude en ayuda del pueblo venezolano, las consecuencias ser¨¢n muy graves. Ya lo est¨¢n siendo.
Como vimos en Nicaragua en 2018, este nuevo tipo de aut¨®cratas, dispuestos a permanecer en el poder a cualquier costo, no toleran las expresiones de rebeld¨ªa popular o la expresi¨®n de la voluntad de sus ciudadanos de destronarlos. Convierten al pueblo en su enemigo. Contra esa masa, contra esas mentes que los repudian dirigen todo su poder para aplastarlos y asegurarse de seguir gobernando.
Hay abundancia de tiranos en la historia de Am¨¦rica Latina. Esos tiranos eran herencia del devenir convulso de nuestros pa¨ªses desde su independencia de Espa?a. Las dictaduras de la peor especie fueron protegidas y apoyadas por Estados Unidos dispuestos a evitar que la regi¨®n jugara un papel favorable a la Uni¨®n Sovi¨¦tica durante la Guerra Fr¨ªa. En ese tiempo, las izquierdas fueron organizadoras del descontento popular, difusoras de la educaci¨®n para la libertad propuesta por Pablo Freire, y se jugaron la vida oponi¨¦ndose militarmente a los dictadores.
La ca¨ªda en 1989 del muro de Berl¨ªn, la disoluci¨®n de la URSS, el fin de la Guerra Fr¨ªa, el descarte de la v¨ªa armada como instrumento de cambio, vino apareada con planes de desarrollo neoliberales que trajeron como consecuencia el aumento de la corrupci¨®n estatal y de la desigualdad. Obligada a replantearse a s¨ª misma, la izquierda desconcertada produjo proyectos pol¨ªticos de partidos que se legalizaron y aceptaron competir por la v¨ªa electoral.
Mientras en Europa surg¨ªa la discusi¨®n sobre la necesidad de una Tercera V¨ªa, Hugo Ch¨¢vez propuso el socialismo del siglo XXI y se gan¨® el aplauso de grandes sectores de la izquierda que vieron en esa idea una reformulaci¨®n moderna, progresista, de una ideolog¨ªa popular y redistributiva que se hab¨ªa estancado.
Pero la historia es cruel y la herencia ancestral latinoamericana de dictaduras y caudillos emergi¨® de nuevo en lo que podr¨ªamos llamar la idea de una izquierda perpetua, una versi¨®n criolla de la dictadura del proletariado de Lenin. Ch¨¢vez no pudo resistir la tentaci¨®n de pasar por encima de las complicaciones de la democracia y acomodar leyes y la Constituci¨®n a sus necesidades de control para instalar un sistema que Nicol¨¢s Maduro termin¨® de convertir en la negaci¨®n de posibilidades de cambio.
A la cabeza de las izquierdas perpetuas est¨¢ Cuba. Cualquier esperanza del pueblo cubano de una mano suave a la muerte de Fidel Castro, o a la presidencia de Barack Obama, no vio la luz del d¨ªa. Al contrario, la situaci¨®n cubana hoy, por razones que van m¨¢s all¨¢ del embargo norteamericano, es cada d¨ªa m¨¢s dura para su gente. Nunca como en estos a?os ha perdido Cuba m¨¢s personas valiosas obligadas por las circunstancias y no por falta de amor, a emigrar.
En el caso de Nicaragua, desde el retorno a la presidencia de Daniel Ortega en 2007, se inici¨® el desmantelamiento del Estado y la anulaci¨®n de la independencia de poderes. Paralelo a esto y para suprimir los reclamos internos de los poderes econ¨®micos, Ortega pact¨® con ellos: a cambio de su intr¨ªnseco apoyo pol¨ªtico, les permitir¨ªa enriquecerse. Ese acuerdo de ¡°di¨¢logo y consenso¡± como fue llamado, se vino al traste en 2018. Lo que empez¨® con una protesta estudiantil por cambios en la Ley de Seguridad Social, se convirti¨® en una insurrecci¨®n generalizada de la poblaci¨®n, harta ya de fraudes electorales, centralizaci¨®n del poder y, sobre todo, enardecida por los asesinatos de j¨®venes manifestantes. Los empresarios rompieron su pacto de silencio, pero no se atrevieron a paralizar el pa¨ªs. La exitosa huelga general a la que convocaron fue de un d¨ªa. Tras un corto per¨ªodo y un di¨¢logo para ganar tiempo, la respuesta de Ortega y Murillo fue despiadada e inclemente. M¨¢s de 350 personas fueron asesinadas, un cuarto de la poblaci¨®n ha emigrado, cientos fueron encarcelados y siguen siendo secuestrados y desterrados. El tiempo no ha aminorado la insaciable represi¨®n de la dictadura que se ensa?a en estos d¨ªas con la Iglesia cat¨®lica. Nicaragua es hoy la peor dictadura del continente.
El turno de Venezuela despu¨¦s de estas elecciones y del triunfo de la oposici¨®n, se va pareciendo tr¨¢gicamente al de Nicaragua y Cuba en su pretensi¨®n de defender su izquierda perpetua.
La paradoja es que han reproducido en nombre de una ideolog¨ªa los Estados totalitarios del pasado mientras sus c¨²pulas se lucran del capitalismo. Bajo un discurso con el que se autoproclaman garantes de los beneficios sociales de la poblaci¨®n, estos Gobiernos han empobrecido a sus pueblos, los han hecho emigrar en masa ante los abusos a sus derechos humanos y libertades. Han politizado, a trav¨¦s de prebendas y complicidades, a militares que, igual que sus superiores, temen por su futuro en un cambio de r¨¦gimen. Ninguna de estas dictaduras, de no ser por el apoyo de sus ej¨¦rcitos y un permanente estado de excepci¨®n en el caso de Nicaragua y Cuba, podr¨ªan mantenerse en el poder.
Para ellos la democracia es una mitolog¨ªa a su servicio. Dispensan de sus postulados esenciales y de cuanto les sea adverso a sus designios. Ellos hacen del Estado de derecho una piltrafa que esgrimen para dar a sus dictados represivos lenguaje de leguleyos.
Persiguen con esto seguir participando en el mundo civilizado, recibiendo pr¨¦stamos, y siendo anfitriones de encuentros internacionales. Mientras ellos se r¨ªen de la democracia, la diplomacia internacional juega a aceptarlos y tomarlos en cuenta. Se siguen con preocupaci¨®n sus maniobras, se les imponen de vez en cuando castigos y sanciones que les sirven a los aut¨®cratas para encarnar el papel de v¨ªctimas y culpar a otros por sus desmanes.
Estas dictaduras que pretenden existir a perpetuidad plantean para el concierto de naciones un reto ¨¦tico y de principios fundamental porque cuestionan el concepto de soberan¨ªa. ?Tienen estos Gobiernos que, como est¨¢ m¨¢s que probado ¡ªy este fraude patente de Maduro es otra prueba contundente¡ª derecho a disponer a voluntad de las vidas y futuros de sus pueblos en nombre de esa soberan¨ªa bajo la cual abusan y matan?
Maduro ha tenido tiempo para falsear actas e intentar probar su maniobra, pero las actas de la oposici¨®n son claras y su validez comprobable. No parece que haya otra negociaci¨®n posible que la de exigir a Maduro que entregue el poder.
?Qui¨¦n le pone el cascabel al gato?
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