Google es un monopolio ilegal. Ahora qu¨¦ pasa
El gigante tecnol¨®gico tiene dinero, tiempo y abogados para estirar infinitamente el proceso tras la decisi¨®n de un juez estadounidense
Desde que fue aprobada en el Congreso de Estados Unidos en 1890, la ley Sherman tiene dos secciones. Una proh¨ªbe cualquier actividad dise?ada para obstaculizar el libre comercio, como fijar precios, manipular licitaciones o dividir mercados. La otra proh¨ªbe usar el poder de un monopolio para mantener o aumentar el monopolio de forma artificial. Un juez federal del Distrito de Columbia concluy¨® el lunes que Google ha cometido faltas contra la segunda. El gigante de Mountain View es, oficialmente, un monopolio ilegal.
En EE UU no es ilegal ser el ¨²nico buscador del mercado, siempre y cuando sea por sus m¨¦ritos. El monopolio ilegal implica haber incurrido en pr¨¢cticas que alteran el curso natural del juego. El Departamento de Justicia estadounidense ha acusado a Google de manipular los resultados de b¨²squeda para favorecer sus propios servicios y productos en detrimento de sus competidores y de usar datos extra¨ªdos de unos servicios para mejorar otros. Por ejemplo, usar los datos del navegador Chrome para mejorar los resultados de su buscador, un secreto a voces ratificado por la ¨²ltima filtraci¨®n. Tambi¨¦n lo ha acusado de imponer restricciones a los anunciantes para mantener su dominio sobre el mercado de la publicidad online. Lo que ha convencido al juez, sin embargo, es que Google haya pagado miles de millones de d¨®lares anuales a Apple para que sea el buscador por defecto en sus dispositivos y sistemas operativos. Apple es su principal competencia. Es un caso de manual.
Ahora, ?qu¨¦ significa que Google sea un monopolio ilegal? En los ¨²ltimos a?os, la Comisi¨®n Europea le ha impuesto m¨¢s de 8.000 millones de euros en multas por pr¨¢cticas anticompetencia relacionadas con su motor de b¨²squeda, su sistema operativo Android y su negocio publicitario, pero es la primera vez que se enfrenta a un correctivo importante en su propio pa¨ªs. De momento, lo ¨²nico seguro es que van a pasar tres cosas. Por un lado, el tribunal empezar¨¢ la ¡°fase de remedios¡±, donde ambas partes ¡ªacusado y demandante¡ª propondr¨¢n medidas para corregir la falta y restaurar la competencia en el mercado (los ¡°remedios¡±, en la jerga). Por otro, Google ya ha dicho que presentar¨¢ su recurso. Finalmente, estos procesos no son mutuamente excluyentes, pero se van a enrocar.
El men¨² de los ¡°remedios¡± es m¨¢s o menos est¨¢ndar. El juez puede imponer sanciones y cambios en las pr¨¢cticas comerciales de Google para corregir las partes anticompetitivas. Por ejemplo, m¨¢s transparencia y compartir datos con otros jugadores y menos acuerdos exclusivos para aparcar en sistemas operativos que no son suyos. Tambi¨¦n puede designar a un supervisor independiente para asegurar que se cumplen las medidas en plazo, con un calendario de sanciones. El remedio m¨¢s dr¨¢stico ser¨ªa disolver el poder del monopolio dividiendo la empresa en otras muchas m¨¢s peque?as: Google Search, Google Ads, Google Maps, YouTube, Android, Google Cloud, etc¨¦tera. El caso m¨¢s famoso es el de Standard Oil, que el Tribunal Supremo estadounidense dividi¨® en 34 compa?¨ªas independientes en 1911. De ah¨ª salieron ExxonMobil, Chevron, ConocoPhillips o BP.
Si el juez acaba antes que el tribunal de apelaciones, este podr¨ªa suspender temporalmente la implementaci¨®n de los ¡°remedios¡±. Google no tendr¨ªa que pagar multas ni cumplir medidas mientras se revisa el fallo. Si dicho tribunal termina antes y determina que el fallo original es injusto, entonces la fase de ¡°remedios¡± quedar¨ªa cancelada y Google ya no ser¨ªa un monopolio ilegal. Si lo considera excesivo, entonces las medidas ser¨ªan renegociadas por las partes, con el juez mediante. Si considera que el fallo original es justo, entonces las medidas correctivas ser¨¢n puestas en pr¨¢ctica. Si cualquiera de las partes queda insatisfecha, puede recurrir al Tribunal Supremo.
Es el Problema de los Abogados Infinitos (PAI): Google tiene dinero, tiempo y abogados para estirar este proceso infinitamente, mientras que el Gobierno es pobre y tiene otras cosas importantes que hacer. El antecedente m¨¢s directo es Microsoft. En 1999, el juez Thomas Penfield Jackson declar¨® que Microsoft era un monopolio ilegal por usar su dominio del mercado de sistemas operativos para imponer su navegador Internet Explorer. Microsoft ofrec¨ªa descuentos en sus licencias de Windows a los fabricantes de ordenadores personales para que aceptaran exclusividades en el software, echando de la carrera a rivales como Netscape Navigator en plena expansi¨®n de la web.
El juez adopt¨® todos los remedios antes mencionados, incluyendo la separaci¨®n de Microsoft en dos empresas: una para el sistema operativo y otra para aplicaciones como Explorer. Microsoft apel¨® el fallo, y el tribunal de apelaciones modific¨® el veredicto en 2001, no por injusto sino por excesivo. Para entonces, la demanda que hab¨ªa puesto en marcha la Administraci¨®n de Bill Clinton hab¨ªa sido heredada por la de George W. Bush, que resolvi¨® el caso con un golpe en los nudillos. Microsoft prometi¨® no volver a comprar o castigar a los fabricantes de PC por incluir software de la competencia y compartir sus interfaces de programaci¨®n de aplicaciones con otras empresas para garantizar la interoperabilidad. Cualquiera que haya seguido el apag¨®n azul del pasado julio sabe lo en serio que se lo tom¨®.
El caso contra Google fue iniciado por la Administraci¨®n de Donald Trump y ejecutado por la de Joe Biden. Washington tiene al menos otros cuatro casos abiertos contra Amazon, Apple, Facebook y Microsoft. No sabemos qui¨¦n ocupar¨¢ la Casa Blanca el pr¨®ximo enero, pero es de prever que tendr¨¢n m¨¢s suerte con Kamala Harris que con Trump.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.