Un extra?o desasosiego
Hay d¨ªas en que me tengo que preguntar por qu¨¦ me siento de esta manera, si nada va mal o no existen motivos que yo sepa
Ocurre a veces que el cuerpo se pone de un estado de ¨¢nimo que no es f¨¢cil de explicar. No es malhumor ni tristeza. Ni siquiera es inquietud. Es algo que se parece a la desaz¨®n, como si fuera un presagio malo o incierto. Eso es, supongo: incertidumbre, aunque no podr¨ªa afirmarlo del todo. A d¨ªas, me siento de una manera por la que me tengo que preguntar a m¨ª mismo por qu¨¦ me siento de esa manera, si nada va mal o no hay motivos que yo sepa. Y entonces, igual que si fuera la lista de la compra, me pongo a repasar lo ¨²ltimo que yo haya hecho o que haya dicho por si llego a saber por qu¨¦ me molesta la boca del est¨®mago.
Si no hay razones concretas u obvias, me suelo enga?ar con lo primero que me resulte convincente. Me digo que si ser¨¢ el estr¨¦s y esta forma nuestra de vivir, que nos quiere al tanto de cualquier novedad y conectados sin descanso. Me hablo de la ansiedad y de las prisas y por supuesto del miedo, sea por la salud o por el trabajo. Miedo a desperdiciar el tiempo y a lo imprevisto. La actualidad, que ya se sirve a menudo como los cap¨ªtulos de una serie de intriga y de humor, te ense?a que todo puede trastocarse en cuesti¨®n de segundos, incluso lo que se dir¨ªa m¨¢s s¨®lido.
Luego me pregunto si esta desaz¨®n tendr¨¢ que ver con las horas que paso pendiente del tel¨¦fono y, m¨¢s en concreto, de las redes sociales. Me pregunto cu¨¢nto es el uso normal del m¨®vil y desde cu¨¢ndo es adicci¨®n. Me miento y me digo que tampoco le dedico tanto tiempo, que los comentarios que leo no me afectan, si la verdad es que afectan aunque no quieras, y que los lees aunque no quieras o aunque los mires de reojo. Muchos de esos mensajes son buenos y hasta divertidos. Hay risas que, sin las redes, nos hubi¨¦ramos perdido para siempre, pero hay otros humores que conseguir¨¢n m¨¢s alcance cuanto m¨¢s polaricen.
Me digo, al cabo, que s¨¦ que la vida y el mundo no son las redes sociales, pero que ese mundo virtual no es mentira ni es ficci¨®n, que tiene efectos sobre la vida real y sobre nuestro apego a las cosas. Ese mundo propicia un clima con una traducci¨®n pol¨ªtica, si hay pocas cosas tan pol¨ªticas como el humor, y, aun as¨ª, genera una repercusi¨®n todav¨ªa mayor y m¨¢s concreta que se suele manifestar en un extra?o desasosiego. Puede que sea eso: desasosiego; aunque quiz¨¢ Sartre lo hubiera descrito como una n¨¢usea.
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