Despu¨¦s de Twitter, no tropecemos en la misma piedra
Durante muchos a?os, las instituciones han desatendido su deber de construir espacios p¨²blicos en internet, con las consecuencias que vemos para la democracia
Elon Musk compr¨® Twitter para ponerlo al servicio de su agenda personal, que ahora se centra en que Donald Trump gane las pr¨®ximas elecciones. Ha quedado claro con su pol¨ªtica de moderaci¨®n de contenidos y en los mensajes que comparte en su cuenta, cuyo alcance ha crecido porque mand¨® alterar el algoritmo para que se muestren con m¨¢s frecuencia. Muchas personas se est¨¢n preguntando si vale la pena seguir en la red social renombrada X, pero su debilidad es la misma que tienen todas las redes sociales comerciales: pertenecen a empresas y se rigen seg¨²n intereses privados, que no tienen por qu¨¦ coincidir con los valores democr¨¢ticos.
Si tenemos que extraer una conclusi¨®n, es que no se puede sustituir Twitter por cualquier otra plataforma y volver a dejar que el debate p¨²blico quede a expensas del magnate de turno. Para pensar otra salida, podemos recordar c¨®mo naci¨® internet: la agencia norteamericana DARPA, con financiaci¨®n p¨²blica, cre¨® una red para conectar ordenadores que creci¨® hasta convertirse en global gracias a su arquitectura descentralizada ¡ªsin ning¨²n nodo imprescindible¡ª y al uso de protocolos que permit¨ªan operar entre m¨¢quinas diferentes. Estos protocolos son est¨¢ndares abiertos y a d¨ªa de hoy siguen siendo la base de internet.
La centralizaci¨®n de las redes sociales lleva a?os siendo preocupante. Por eso, el W3C, un organismo internacional sin ¨¢nimo de lucro que vela por los est¨¢ndares de la red, cre¨® un protocolo abierto para ellas. Se llama ActivityPub y se public¨® en 2018. Desde entonces han nacido numerosas aplicaciones para redes sociales descentralizadas e interoperables, es decir, que est¨¢n instaladas en m¨²ltiples servidores y se comunican entre s¨ª gracias a un protocolo com¨²n. Es lo que se conoce como fediverso, el conjunto de redes sociales federadas. La m¨¢s exitosa es Mastodon, que comenz¨® como proyecto personal de un desarrollador alem¨¢n llamado Eugen Rochko. Toda persona que tenga una cuenta en alg¨²n servidor de Mastodon puede interactuar con cualquier cuenta del fediverso.
Tanto ActivityPub como Mastodon se comparten bajo los principios del software libre: se publica su c¨®digo fuente y se permite su uso, estudio y modificaci¨®n con total libertad. Es un marco beneficioso para la seguridad y la personalizaci¨®n, porque cualquiera puede detectar fallos o configurarlo seg¨²n sus necesidades, y tambi¨¦n para el crecimiento del proyecto: permite la colaboraci¨®n entre empresas, investigadores, instituciones p¨²blicas y sociedad civil.
El fediverso est¨¢ compuesto ya por cerca de 30.000 servidores. Algunos los gestionan colectivos ciudadanos y otros pertenecen a empresas o entidades p¨²blicas. La Comisi¨®n Europea tiene su propio servidor de Mastodon y, a partir de 2025, todos los organismos p¨²blicos de Pa¨ªses Bajos podr¨¢n solicitar su cuenta en el servidor de Mastodon de su Gobierno. ActivityPub est¨¢ comenzando a ser adoptado por Threads, la nueva red social con la que Meta compite con X, y tambi¨¦n funciona ya en WordPress, el software de gesti¨®n de p¨¢ginas web m¨¢s usado en el mundo.
Al fediverso le ha salido un competidor: Bluesky, otro sistema federado que utiliza su propio protocolo. Lo impulsa una empresa con ¨¢nimo de lucro, con sede en Delaware (un ¡®refugio fiscal¡¯ dentro de EE UU), que ha recibido 21 millones de d¨®lares para desarrollar un c¨®digo que tambi¨¦n es abierto. El dinero proviene de Twitter, de donde salieron sus creadores y directivos, y de una sociedad de inversiones de Silicon Valley.
Que un sector ligado a las big tech est¨¦ experimentando con la descentralizaci¨®n es buena noticia, pero, de nuevo, debemos recordar lo aprendido en cuatro d¨¦cadas de historia de internet. Desde los a?os noventa del siglo pasado, Microsoft ha aplicado una estrategia que consiste en desarrollar software basado en est¨¢ndares abiertos, a?adirle funcionalidades que causan problemas de interoperabilidad y acabar barriendo a sus competidores m¨¢s peque?os. As¨ª qued¨® probado por una investigaci¨®n llevada a cabo por las autoridades antimonopolio de Estados Unidos, donde ahora tambi¨¦n se est¨¢ procesando a Google por abusar de su poder a trav¨¦s de Android, el sistema operativo de c¨®digo abierto que cre¨® para m¨®viles.
Por ahora, quienes usan Bluesky dependen de infraestructura controlada por la empresa. La descentralizaci¨®n es t¨¦cnicamente posible, pero es demasiado compleja para que otras entidades tengan incentivos para tomar papeles relevantes. No podemos saber qu¨¦ har¨¢n los responsables de Bluesky en el futuro, pero el presente de Mastodon lo conocemos: est¨¢ creciendo gracias a peque?as empresas ¡ªentre ellas, una sin ¨¢nimo de lucro fundada por Rochko¡ª y a una comunidad de colaboradores voluntarios de todo el mundo.
Durante muchos a?os, las instituciones p¨²blicas han desatendido su deber de construir espacio p¨²blico online. Nuestras vidas digitales se han desarrollado en plataformas corporativas, con consecuencias ya conocidas para la opini¨®n p¨²blica y la democracia. La Uni¨®n Europea lleva a?os hablando de soberan¨ªa tecnol¨®gica y trata de poner l¨ªmites a los monopolios digitales. En lo que respecta a las redes sociales, con el fediverso Europa tiene una segunda oportunidad. Puede contribuir a impulsarlo de dos maneras: trasladando todas sus cuentas oficiales al fediverso e invirtiendo en financiar la mejora del software libre que lo hace posible. Al paso que avanza la vor¨¢gine expansiva de las big tech, m¨¢s nos vale que nuestros representantes pol¨ªticos no la desaprovechen.
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