La guerra eterna
Un coro de intereses creados impide que el conflicto en Oriente Pr¨®ximo llegue a su fin
La actual guerra en Oriente Pr¨®ximo es, en el sentido m¨¢s cabal de la palabra, un c¨ªrculo vicioso. ?D¨®nde comienza un c¨ªrculo? ?Cu¨¢l es el punto de partida? Netanyahu responder¨ªa que el conflicto nace con el sangriento ataque de Ham¨¢s el 7 de octubre 2023 donde murieron 1.195 personas, israel¨ªes y extranjeros. Seg¨²n Ham¨¢s, el conflicto comienza mucho antes, con la creaci¨®n del Estado de Israel en 1948, cuando 750.000 palestinos fueron desalojados de sus tierras para establecer una nueva naci¨®n. Los historiadores pueden elegir una u otra de esas fechas para intentar explicar esta guerra fratricida. Los te¨®logos podr¨ªan elegir una anterior, cuando el divisionario Jehov¨¢ ordena a Abraham quedarse con Sarah, madre de Isaac, de quien descender¨¢n los hebreos, y echar de casa a su compa?era Hagar junto con su hijo Ismael, quien, seg¨²n la tradici¨®n, es el padre de los ¨¢rabes. La Biblia nos ense?a que, empezando por Ca¨ªn y Abel, Jehov¨¢ est¨¢ siempre sembrando ciza?a entre hermanos, ignorando el consejo que alg¨²n tiempo despu¨¦s el viejo Vizcacha le dar¨¢ a Mart¨ªn Fierro como ley primera: que los hermanos sean unidos porque ¡°si entre ellos pelean/ los devoran los de afuera¡±. As¨ª est¨¢ sucediendo ahora.
Los griegos conoc¨ªan estas sangrientas historias de nunca acabar. Para cortar sus c¨ªrculos viciosos (la maldici¨®n de la Casa de Atreo, por ejemplo), los griegos inventaron el deus ex machina. En el caso de La Orest¨ªada es una dea, la diosa Atenea, quien transforma las implacables Furias vengadoras en las Eum¨¦nides, las ben¨¦volas, y acaba as¨ª con los asesinatos en serie. El p¨²blico griego exig¨ªa resoluci¨®n.
Pero en nuestro siglo XXI las cosas no pueden ser resueltas con tal elegancia. Un coro de intereses creados est¨¢ implacablemente en escena para impedir que las Furias se vuelvan ben¨¦volas y que el conflicto llegue a su fin. Los pol¨ªticos cuya ambici¨®n depende de ser vistos como ganadores, los comerciantes de armas que acumulan fortunas con sus ventas, los peque?os inversores que reciben intereses de ese comercio infame, los poderes extranjeros que buscan mantener sus posiciones dejando que los otros se destrocen entre s¨ª, todos ellos no quieren que el c¨ªrculo vicioso se interrumpa. La Codicia y la Ambici¨®n (con perd¨®n por el uso de estas banales alegor¨ªas) se creen inmortales y m¨¢s all¨¢ de todo perjuicio. No quieren entender que la ley del tali¨®n, que exige ¡°ojo por ojo,¡± inevitablemente resulta, como dijo Gandi, en una ceguera mundial.
Assaf Orion, ex general de brigada israel¨ª, comentando la situaci¨®n presente, observ¨® que no podemos prever la conclusi¨®n del conflicto porque ¡°a¨²n estamos en la mitad de la pel¨ªcula¡±. Por lo que estamos viendo, el p¨²blico no est¨¢ apostando a un final feliz.
Eur¨ªpides quiso que Atenea hiciese entrar a las Eum¨¦nides a la ciudad para radicar la benevolencia en el seno mismo de la sociedad en conflicto. Con id¨¦ntico objetivo, los m¨ªsticos ponen su fe en la intr¨ªnseca (y necesaria) coherencia del mundo. El cabalista Isaac Luria habl¨® de ciertas chispas de luz (nitsutsot) atrapadas dentro de n¨®dulos malignos (klippot) que son liberadas mediante nuestros actos ben¨¦ficos (mitsvot), iluminando as¨ª un universo que se ha vuelto diab¨®licamente oscuro. El credo musulm¨¢n dice lo mismo. ¡°Un acto ben¨¦volo (sadaqah) extingue el pecado como el agua extingue el fuego¡±, reza un dicho del Profeta. Permitir la entrada de la benevolencia (la buena voluntad) en una sociedad en conflicto es posible solo a trav¨¦s del di¨¢logo. Y eso es lo que los art¨ªfices de esta guerra no quieren: no quieren que Ca¨ªn se siente a conversar con Abel.
Atenea no es solo una diosa capaz de transformar a las Furias en seres ben¨¦volos. Varias veces en su ajetreada carrera, Atenea misma act¨²a como una Furia salvaje, sin bondad ni compasi¨®n, para alentar la guerra. En Ayax, una obra temprana de S¨®focles, la diosa le anuncia a su protegido Ulises que ?yax, su enemigo, ha ca¨ªdo v¨ªctima de innumerables desgracias. Entonces Ulises da una respuesta que de pronto convierte al rey griego en un ser mucho m¨¢s noble que la diosa guerrera: ¡°El desdichado bien fue mi enemigo,¡± dice Ulises, ¡°y, sin embargo, me compadezco de ¨¦l cuando lo veo agobiado por las desgracias. Vi¨¦ndolo, es en m¨ª mismo m¨¢s que en ¨¦l que pienso, pues me doy cuenta que somos, todos los que vivimos sobre esta tierra, nada m¨¢s que m¨ªseros fantasmas y sombras ingr¨¢vidas¡±. Atenea no sabe sentir la empat¨ªa que siente Ulises. C¨®mo los gobernantes de hoy, la diosa solo piensa en t¨¦rminos de victoria o derrota, y nunca en crear un di¨¢logo entre supuestos enemigos. En su mundo, en el mundo de la codicia pol¨ªtica, lo que cuenta es la victoria, por m¨¢s imposible o ilusoria que parezca.
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