Auge y crisis del ¡®evismo¡¯
Una victoria opositora deber¨¢ enfrentarse igualmente a un ajuste que podr¨ªa devolver a los bolivianos las im¨¢genes de la crisis pre-2005
El Gobierno de Luis Arce Catacora parece haber encontrado la forma de golpear pol¨ªtica y judicialmente a Evo Morales en el momento m¨¢s agudo de la guerra interna que atraviesa al Movimiento al Socialismo (MAS). El reflote de las acusaciones de abuso sexual de una menor ¡ªque Morales considera un caso de lawfare que ya se hab¨ªa lanzado contra ¨¦l durante el Gobierno de Jeanine ??ez¡ª han puesto al exhombre fuerte de Bolivia al borde de la c¨¢rcel. Y a sus bases en estado de alerta para bloquear el pa¨ªs si eso ocurre (sin que hoy se pueda calibrar la fuerza real de la amenaza).
Desde la vuelta al poder del MAS en 2020, las tensiones entre evistas y arcistas no dejaron de profundizarse. Morales siempre consider¨® que si bien su partido regres¨® r¨¢pidamente al Gobierno tras su ca¨ªda en 2019, ¨¦l mismo sigui¨® fuera del poder a causa del ¡°golpe¡± y de su imposibilidad de postular en 2020. Pero si Arce puede cercar a su rival interno para bloquear su postulaci¨®n en 2025, la coyuntura econ¨®mica y sus dificultades de gesti¨®n pol¨ªtica no le permiten volverse ¨¦l mismo competitivo.
M¨¢s all¨¢ de los sondeos, la guerra interna en el MAS coincide con un clima de fin de ciclo del largo reinado de este partido surgido de las regiones cocaleras que fue capaz de articular a un amplio bloque popular urbano-rural y volverse electoralmente imbatible.
No era evidente que alguien como Evo Morales llegara a la c¨²spide del poder y lo conservara durante casi una d¨¦cada y media. Pero una serie de crisis m¨²ltiples ¡ªdel neoliberalismo, de los partidos y de las elites tradicionales¡ª abrieron una ventana que el sindicalista campesino, con su carisma y olfato pol¨ªtico, logr¨® aprovechar con creces. No solo fue el l¨ªder que m¨¢s tiempo gobern¨® ¡ª2006-2019¡ª en un pa¨ªs caracterizado por la inestabilidad pol¨ªtica, sino que lo hizo concentrando un extraordinario poder ratificado una y otra vez por las urnas.
El proceso pol¨ªtico liderado por el MAS encarn¨® una suerte de revoluci¨®n pol¨ªtica que ampli¨® la foto de familia de la naci¨®n boliviana, que siempre tuvo problemas para incluir a las mayor¨ªas originarias. Campesinos e ind¨ªgenas ocuparon ministerios, viceministerios, bancas parlamentarias y embajadas. Al mismo tiempo, el modelo econ¨®mico mostr¨® buenas tasas de crecimiento durante m¨¢s de una d¨¦cada, aunque no logr¨® modificar el modelo de desarrollo sostenido en la explotaci¨®n de materias primas, en este caso gas, soja y miner¨ªa.
El problema fue que Evo Morales, que gan¨® una y otra vez con mayor¨ªas excepcionales de votos, pens¨® que su liderazgo era el nombre mismo de una mayor¨ªa popular eterna e inmutable. Esta fantas¨ªa de unanimidad electoral con tonalidades ¡°iliberales¡± lo llev¨® a querer ganar con cada vez mayores porcentajes (al punto de decir, en una oportunidad y con una iron¨ªa solo aparente, que le pedir¨ªa consejos al dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, de visita en Bolivia, sobre c¨®mo ganar con el ¡°90%¡±).
Tras perder por escaso margen el refer¨¦ndum constitucional de 2016, Morales busc¨® v¨ªas alternativas para poder volver a presentarse. Esa persistencia en la reelecci¨®n indefinida volver¨ªa a polarizar el pa¨ªs ¡ªdespolarizado parcialmente gracias a los buenos resultados econ¨®micos¡ª y ser¨ªa, de hecho, la causa de la crisis de 2019. Las elecciones de ese a?o, y las protestas callejeras, abrir¨ªan la puerta a su derrocamiento en una acci¨®n c¨ªvico-militar comandada por los sectores m¨¢s reaccionarios de la oposici¨®n. La posterior demonizaci¨®n del MAS solo logr¨®, no obstante, que el partido que hab¨ªa salido del poder en desbandada se rearmara r¨¢pidamente desde las bases.
Pero el retorno del MAS en 2020, m¨¢s que cerrar la crisis interna entre quienes se quedaron en Bolivia y quienes partieron al exilio, habilit¨® nuevas tensiones que derivaron en una guerra sin cuartel entre arcistas y evistas, justo cuando se respira un cambio de clima ideol¨®gico. Si bien Morales podr¨ªa capitalizar cierta a?oranza por los ¡°buenos y (no tan) viejos tiempos¡± de bonanza, el rechazo hacia su figura es elevado, y su repliegue bolivariano no le ayuda a ampliar su base electoral, mientras que Arce se encuentra hoy tratando de sobrevivir a una fuerte crisis econ¨®mica con visibles d¨¦ficits en la gesti¨®n pol¨ªtica. Considerado el art¨ªfice del ¡°milagro econ¨®mico¡± de los primeros a?os 2000, y desprovisto de carisma, el desbarajuste econ¨®mico actual -sobre todo la escasez de d¨®lares- impacta de lleno sobre su capital electoral.
Pese a que a menudo la pol¨ªtica vern¨¢cula puede aparecer demasiado idiosincr¨¢tica o excepcional, Bolivia nunca fue ajena a los vientos pol¨ªticos exteriores. El liberalismo positivista a comienzo del siglo XX, el nacionalismo revolucionario en las d¨¦cadas de 1940 y 1950, el neoliberalismo en los a?os 80 y 90 y el giro a la izquierda en los 2000 pusieron al pa¨ªs andino a tono con ¡°el mundo¡±. Si el discurso de la nacionalizaci¨®n de los recursos naturales fue el combustible ideol¨®gico de la ¡°Revoluci¨®n Democr¨¢tica y Cultural¡± encarnada por Evo, hoy el antiestatismo vuelve a ganar adeptos. Y el pa¨ªs no es ajeno, a su modo, al fen¨®meno Milei al otro lado de la frontera.
La oposici¨®n emprendedorismo vs estatismo es el eje del programa del empresario Samuel Doria Medina, que luego de varios intentos infructuosos de llegar a la presidencia no est¨¢ dispuesto a dejar pasar esta inesperada oportunidad. Los expresidentes Carlos Mesa y Jorge ¡°Tuto¡± Quiroga, as¨ª como el encarcelado exgobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, tambi¨¦n se muestran activos y todos est¨¢n explorando alianzas. El alcalde de Cochabamba y excandidato presidencial Manfred Reyes Villa, acusado por algunos opositores de connivencia con Arce, se ilusiona con volver a la primera liga y no le va mal en las encuestas, que muestran una fuerte fragmentaci¨®n. El empresario y expresidente del Comit¨¦ C¨ªvico de Santa Cruz Branko Marinkovic ¡ªquien se exili¨® por una d¨¦cada en Brasil tras ser acusado de ¡°separatismo¡±¡ª tambi¨¦n propone una pol¨ªtica de privatizaciones.
Sin nadie que destaque, todos creen que tienen una chance.
La canibalizaci¨®n interna del MAS es tan fuerte que figuras que hasta hace poco eran consideradas parte del ¡°tren fantasma¡± de la pol¨ªtica, sin ning¨²n futuro, se ilusionan con una incierta resurrecci¨®n, mientras crece la desafecci¨®n. Las especulaciones sobre la candidatura de la disruptiva ¡°anarcofeminista¡± Mar¨ªa Galindo ¡ªquien no ha dejado de aparecer en los medios denunciando a Evo Morales como ¡°depredador sexual¡±¡ª forma parte del crecimiento de un voto potencialmente ¡°anti-todos¡±.
Pero en el marco de la crisis, una victoria opositora deber¨¢ enfrentarse igualmente a un ajuste que podr¨ªa devolver a los bolivianos las im¨¢genes de la crisis pre-2005. En esta dificultad para construir nuevas hegemon¨ªas, Bolivia tampoco se diferencia del conjunto de la regi¨®n, en la cual los procesos destituyentes hoy parecen m¨¢s potentes que los constituyentes de anta?o.
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