El cinismo de Podemos y el 15-M, como aviso
Los partidos que han ocupado La Moncloa durante seis a?os fueron a la manifestaci¨®n de la vivienda a borrar su parte de responsabilidad
A Podemos se le ha ocurrido que la Fiesta Nacional del 12 de octubre pase a celebrarse el 15-M, a modo de exaltaci¨®n de una presunta efem¨¦ride com¨²n. El cinismo se describe solo: ?qui¨¦n est¨¢ mejor en Espa?a con respecto al a?o 2011? Tal vez hablen por ciertos miembros de su partido que en poco tiempo saltaron de las plazas al esca?o, pero tantos otros j¨®venes de entonces, adultos hoy, no han salido de su precaria posici¨®n. Al contrario: la manifestaci¨®n por la vivienda ilustra que el 15-M solo sirvi¨® para anestesiar el paulatino declive de la mayor¨ªa social en nuestro pa¨ªs, pero hay quien ha empezado a despertar con frustraci¨®n.
Bastaba con escuchar las protestas en Madrid ante la subida de los alquileres: si hace 13 a?os la juventud se quejaba de que nunca podr¨ªan comprarse una vivienda, los de ahora se lamentaban por no poder ni arrendar la de su casero, aspirando como mucho a una habitaci¨®n. Sin embargo, ese drama no es m¨¢s que el resultado del hundimiento de la clase media a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas, por m¨¢s que la agitaci¨®n en la pol¨ªtica espa?ola haya dado la sensaci¨®n de un gran cambio social. Seg¨²n datos del INE, entre 2008 y 2020 los salarios aumentaron un 14,99%, mientras que el IPC lo hizo un 13%; es decir, una subida m¨ªnima en t¨¦rminos reales, siendo incluso un c¨®mputo previo a la pandemia y la guerra de Ucrania. Tanto es as¨ª, que desde que la inflaci¨®n aprieta, muchas familias se han vuelto a empobrecer. La OCDE afirma que los salarios en Espa?a no han recuperado a¨²n el nivel adquisitivo previo al coronavirus, mientras que el riesgo de pobreza est¨¢ repuntando. Es decir, que entre 2008 y 2024 no se aprecia un despegue en el nivel de vida en los hogares, y todo ello, pese a que el Gobierno de Pedro S¨¢nchez y la Uni¨®n Europea han sustituido las recetas de austeridad de la crisis financiera por el ¡°escudo social¡±, el Ingreso M¨ªnimo Vital o las subidas de salario m¨ªnimo.
As¨ª que la izquierda tiene un problema: quienes salieron a protestar por la vivienda no eran soldados de la fachosfera, sino una parte de su base social que, entre estancada y precaria, agota sus ¨²ltimas reservas de paciencia o ilusi¨®n por ir a mejor. La prueba est¨¢ en c¨®mo se afanaron los partidos PSOE, Podemos y Sumar a encabezar la manifestaci¨®n. Clamaban contra Isabel D¨ªaz Ayuso porque las comunidades son las que tienen competencias para hacer vivienda p¨²blica, pero en verdad, los partidos que han ocupado La Moncloa durante seis a?os fueron a borrar su parte de responsabilidad. No col¨®: Sumar y Podemos fueron muy criticados por su asistencia y recibieron hasta abucheos.
Cabe preguntarse si el tr¨ªo de la izquierda est¨¢ perdiendo pulso de la calle. Podemos, claramente, s¨ª: ya solo est¨¢n para heredar lo que quede de Sumar, olvidando que muchos veintea?eros no saben qu¨¦ fue el 15-M porque eran ni?os entonces. Sumar acusa su desgaste como socio de la coalici¨®n: al ver el enfado en redes sociales se desmarc¨® del ¡°bono alquiler¡±, pese a ser parte del acuerdo de Gobierno que suscribi¨® con el PSOE. El presidente S¨¢nchez apareci¨® blandiendo esa medida el d¨ªa despu¨¦s de la manifestaci¨®n, ante una incredulidad generalizada: muchos economistas sostienen que, al disponer ciertos j¨®venes de ese cheque, los caseros no ver¨¢n problema en subirles el precio, agravando el problema.
Sin embargo, no ser¨¢ S¨¢nchez el m¨¢s perjudicado de los tres por el clima de queja con la vivienda: si el bipartidismo de PP y PSOE no muestra voluntad efectiva al respecto es porque asume que la paz social se sostiene hoy, aun con pinzas, a los lomos de garantizar el statu quo de quienes ya tienen algo. Como la brecha generacional ilustra, entre 2008 y 2022, los mayores de 65 a 74 a?os al menos mantuvieron sus niveles de riqueza, mientras que la de los j¨®venes se desplom¨®. No es casual. A ello han contribuido pol¨ªticas como la revalorizaci¨®n de las pensiones conforme al IPC, o la inacci¨®n ante el mercado del alquiler: muchos rentistas no son millonarios, sino clase media de antes, precisamente, porque reciben ese sueldo complementario. En cambio, demasiadas ayudas del Gobierno a la juventud acaban siendo est¨¦ticas, como el susodicho bono del alquiler o el pase Interrail. Y ello deja entrever la crud¨ªsima realidad de nuestro pa¨ªs: si en la crisis de austeridad muchas familias daban las gracias a la pensi¨®n del abuelo, porque les permit¨ªa sobrevivir frente a despidos y desahucios, hoy toda una vicepresidenta, como Mar¨ªa Jes¨²s Montero, asume que en verdad, los padres o abuelos no quieren las pensiones para ellos, sino para paliar la precariedad de sus hijos o nietos. Es decir, que la pol¨ªtica descarga en los lazos familiares su fracaso frente a las nuevas generaciones.
En resumen, los nuevos indignados ¡ªj¨®venes y no tanto¡ª ya no tienen quien les represente, dado que ni Ione Belarra ni Yolanda D¨ªaz son hoy capaces de metabolizar el malestar como anta?o. ¡°El Gobierno m¨¢s rentista de la Historia¡±, que no progresista, escribi¨® un grupo de chavales en su pancarta. El cinismo del Podemos del 15-M es solo un aviso: la izquierda a la izquierda del PSOE ya no es contestataria de nada, sino una simple comparsa folcl¨®rica frente a la latente indignaci¨®n.
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