Estados Unidos y la deriva autoritaria

La decisi¨®n de los propietarios de The Washington Post y de Los Angeles Times de impedir que ambos diarios se pronuncien a favor de Kamala Harris es algo m¨¢s que un ¨¦xito de Donald Trump: es un indicio de que en ciertos sectores econ¨®micos ya se anticipa su regreso a la presidencia, y es, sobre todo, la naturalizaci¨®n por parte de las ¨¦lites americanas de la extrema derecha, del neofascismo de los que dicen que la democracia es un obst¨¢culo para la libertad (de los ricos, por supuesto).

Elon Musk y Peter Thiel ya no est¨¢n solos. Jeff Bezos, el propietario del Post, se apunta tambi¨¦n a la fiesta de Trump, es decir a la banalizaci¨®n de la democracia. Parece que la decisi¨®n no ha salido gratis: ha habido bajas masivas de abonados y han dimitido cargos directivos y asesores del peri¨®dico, como David Hoffman, uno de los ganadores de los premios Pulitzer de este a?o: ¡°Nos enfrentamos a una declaraci¨®n terrible, una autocracia inminente. No quiero que el Post se quede callado¡±. Pero las apisonadoras no se detienen: Jeff Bezos no cede y legitima el abandono de las convicciones editoriales que defin¨ªan el perfil de su diario.

Las democracias se apagan. As¨ª lo est¨¢n decidiendo las nuevas ¨¦lites globales. Ya eran escasas: s¨®lo el 30% de la poblaci¨®n del mundo vive en reg¨ªmenes de libertad. Pero quienes marcan el paso de unas econom¨ªas que cavan unas desigualdades sociales cada vez m¨¢s grandes y un deterioro significativo del Estado de bienestar buscan ahora la creaci¨®n de mayor¨ªas que les garanticen el control de la situaci¨®n. Y la paradoja es que cuentan para ello con la complicidad de las gentes m¨¢s perjudicadas por sus pol¨ªticas, esas antiguas clases medias que se desmoronan y tienen dificultades incluso para pagarse la casa, su lugar, su puesto en la comunidad, y en la desesperaci¨®n se apuntan al que jura por la patria y les deja a su suerte. Se puede tener democracia o se puede tener el poder concentrado en muy pocas manos, pero las dos cosas a la vez son incompatibles. Y, en la desesperaci¨®n, la demagogia de la extrema derecha, que se?ala enemigos por todas partes y hace de la amenaza el modo de estar en el mundo, tiene premio. La gente asustada se pliega a sus mentiras.

Donald Trump personaliza este disparate, con el recurso permanente a se?alar a enemigos de la patria que le sirven para desplazar la atenci¨®n hacia ellos y justificar su desfachatez, su apuesta por el autoritarismo. Que una persona cargada de condenas e imputaciones penales, extravagante figura de la cultura del odio y la insolencia, pueda volver a recuperar la presidencia de Estados Unidos es una se?al de crisis de civilizaci¨®n. Y confirma la deriva autoritaria del mundo entero.

En 1989, la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn se anunciaba como el triunfo de la democracia liberal, y ahora son precisamente los pa¨ªses que la representaban hist¨®ricamente los que han emprendido al rumbo hacia el autoritarismo en el paso del capitalismo industrial al financiero y digital. La demagogia campa a sus anchas en las redes sociales. En Am¨¦rica Latina los populismos arrasan, de Argentina a Venezuela, aqu¨ª sin que ni siquiera se respeten los resultados electorales. Y Europa vive en giro autoritario sin freno. La italiana Giorgia Meloni es ya la estrella de la derecha, con la presidenta de la Comisi¨®n, Ursula von der Leyen, validando sus desatinos en la pol¨ªtica de inmigraci¨®n con in¨²tiles dispendios millonarios para crear centros de retenci¨®n en Albania. Emmanuel Macron, en otro tiempo referente intelectual del liberalismo, ha puesto la suerte del Gobierno en manos de Marine Le Pen y su Reagrupamiento Nacional, ignorando la reacci¨®n de la ciudadan¨ªa, que con una participaci¨®n masiva dio la victoria a la izquierda en las elecciones de junio. Los electores avisan; Macron se enroca. Y as¨ª sucesivamente, en Espa?a con Vox acechando al PP, que ya le blanque¨® como socio en las comunidades aut¨®nomas.

La democracia se defiende manteniendo a la extrema derecha ¡ªlos que quieren carg¨¢rsela¡ª a distancia del poder, pero las derechas europeas est¨¢n dejando de poner freno al autoritarismo y apuestan por normalizarla sin reparar en los efectos de unos partidos que operan como disolventes del sistema. Y lo m¨¢s grave es que estas derechas alimentan por todos los medios la politizaci¨®n del poder judicial, un problema que crece en toda Europa.

En la descomposici¨®n de las clases medias, en unas sociedades estancadas en que el crecimiento no forzosamente equilibra la renta per capita, la promesa autoritaria siempre resulta tentadora. Y la democracia se desdibuja cuando la libertad se confunde con el descaro del l¨ªder autoritario que busca capitalizar la confusi¨®n por la v¨ªa del miedo. Ahora mismo es innegable que la sociedad liberal est¨¢ siendo amenazada desde la penetraci¨®n autoritaria de las redes hasta las bravatas del Trump de turno. Gentes que hacen de la transgresi¨®n de la ley y de la demonizaci¨®n del otro su manera de estar en el mundo. Y la impostura cunde en tiempos de descohesi¨®n creciente. S¨®lo una gran movilizaci¨®n por Kamala Harris podr¨ªa, por lo menos, aplazar el envite.