El debate | ?Se puede ganar la lucha contra el cambio clim¨¢tico sin EE?UU?
EE?UU tendr¨¢ de nuevo al frente a un negacionista del calentamiento global. El triunfo de Trump lleg¨® en v¨ªsperas de la COP29 de Bak¨² y plantea el interrogante de cu¨¢l ser¨¢ el papel de un pa¨ªs clave para reducir los combustibles f¨®siles
Este a?o 2024 va camino de ser el m¨¢s c¨¢lido registrado hasta el momento. Tambi¨¦n es el a?o en que Donald Trump, que en su primer mandato sac¨® a su pa¨ªs del Acuerdo de Par¨ªs, ha vuelto a ganar las elecciones en Estados Unidos.
El regreso de Trump a la Casa Blanca supone un golpe a la lucha contra el calentamiento global, pero no tiene por qu¨¦ implicar un da?o irreparable, defiende Pedro Fresco, director de la Asociaci¨®n Valenciana de Empresas del Sector de la Energ¨ªa (AVAESEN), para quien es mucho m¨¢s relevante lo que haga China. Eva Salda?a Buenache, directora ejecutiva de Greenpeace Espa?a, se?ala los intereses empresariales que hay detr¨¢s del negacionismo.
Importa m¨¢s China que lo que haga Trump
Pedro Fresco
La victoria de Donald Trump en las elecciones de EE UU supone, sin lugar a dudas, un golpe a la lucha global contra el cambio clim¨¢tico, pero no necesariamente tiene que implicar un da?o irreparable ni la muerte definitiva del objetivo m¨ªnimo fijado en el Acuerdo de Par¨ªs. A pesar de que Trump se retir¨® de este acuerdo durante su primera presidencia y que es un retardista clim¨¢tico de manual, es importante no perder de vista que las emisiones de gases de efecto invernadero de EE UU no aumentaron durante su primera presidencia, incluso si no contabilizamos el an¨®malo 2020. Las emisiones en EE UU llevan descendiendo desde el a?o 2007 de forma similar a como lo hacen en otra cuarentena de pa¨ªses desarrollados. Esto tiene causas estructurales, como la progresiva eliminaci¨®n del carb¨®n por renovables y gas natural, o los procesos m¨¢s eficientes en el uso de la energ¨ªa en diversos sectores, que operan incluso bajo gobiernos despreocupados de la pol¨ªtica clim¨¢tica.
Es importante destacar tambi¨¦n que, si bien las leyes federales son importantes, EE UU es un pa¨ªs muy descentralizado donde los Estados tienen mucho que decir. Aunque a Trump no le guste la energ¨ªa e¨®lica, Texas seguir¨¢ instal¨¢ndola como hizo durante su primera presidencia. Por mucho que la energ¨ªa solar le parezca ¡°fea como el infierno¡±, la progresista California seguir¨¢ su camino. Esto quiz¨¢ no elimine los efectos perversos de su presidencia, pero, sin duda, evitar¨¢ un retroceso generalizado en las pol¨ªticas de transici¨®n energ¨¦tica. Tambi¨¦n ser¨¢ interesante ver cu¨¢l es la pol¨ªtica de Trump respecto a la movilidad el¨¦ctrica. Tradicional enemigo de los coches el¨¦ctricos, su nueva alianza con Elon Musk y la previsible influencia que va a tener el multimillonario en la nueva Administraci¨®n podr¨ªan deparar sorpresas y actuaciones aparentemente contra natura.
Sin embargo, la raz¨®n m¨¢s importante por la que la segunda presidencia de Trump no deber¨ªa poder anular los esfuerzos clim¨¢ticos mundiales es que el peso de EE UU en las emisiones globales est¨¢ reduci¨¦ndose con los a?os. A pesar de ser el segundo pa¨ªs m¨¢s emisor del mundo despu¨¦s de China, ¡°solo¡± representa alrededor del 13% de las emisiones de gases de efecto invernadero, 10 puntos menos de lo que representaba en 1990. El centro de las emisiones se ha trasladado a Asia, que representa casi el 60% de las emisiones mundiales, y concretamente a China, con m¨¢s del 30%. Seamos claros: es m¨¢s importante lo que haga Xi Jinping que lo que haga Donald Trump.
En este sentido, en China est¨¢ habiendo una apuesta decidida por las energ¨ªas limpias, tanto para uso propio como para exportaci¨®n masiva hacia el resto del mundo. Esta apuesta de China no depende de coyunturas pol¨ªticas ni de los acuerdos con EE UU, y la mejor prueba de ello es que el compromiso chino con la neutralidad de emisiones en 2060 se hizo de forma unilateral y coincidiendo con la primera presidencia del propio Trump.
La nueva presidencia de Trump es, sin duda, una muy mala noticia para la lucha internacional contra el cambio clim¨¢tico y ser¨¢ mucho peor de lo que hubiese sido con un presidente dem¨®crata, pero no debemos olvidar que el mundo es cada vez m¨¢s multipolar y que ya existen din¨¢micas internacionales y realidades tecnol¨®gicas que Trump no podr¨¢ detener. Las inercias derivadas de la Ley de Reducci¨®n de la Inflaci¨®n (que probablemente Trump no eliminar¨¢) y las propias de los Estados seguir¨¢n a nivel interno. Este a?o, EE UU marcar¨¢ su r¨¦cord de capacidad renovable instalada (65 GW) y nada hace prever que el crecimiento no vaya a continuar.
Eso s¨ª, probablemente Trump promover¨¢ la producci¨®n f¨®sil, fortalecer¨¢ los mensajes retardistas de la OPEP y envalentonar¨¢ las teor¨ªas conspiranoicas sobre la Agenda 2030 y el globalismo que difunde la derecha radical en todo el mundo. Tambi¨¦n se borrar¨¢ a nivel diplom¨¢tico, como siempre han hecho los republicanos. Ah¨ª la Uni¨®n Europea tendr¨¢ que mostrarse firme y mantener el claro mensaje clim¨¢tico que siempre ha defendido.
Debemos seguir en el camino, sin dudas y sin excusas. A pesar de Trump.
El negacionismo tiene detr¨¢s intereses econ¨®micos
Eva Salda?a Buenache
La batalla contra el cambio clim¨¢tico es la batalla por el presente y el futuro de la humanidad. La ¨²nica opci¨®n es ganarla. Ni siquiera podemos permitirnos el lujo de retrasarla. ?Podemos hacerlo sin Estados Unidos? No, no podemos ni queremos. Para ganar la lucha contra el calentamiento global no puede faltar nadie, mucho menos quienes m¨¢s capacidad y responsabilidad hist¨®rica tienen, como es el caso de EE UU. Millones de personas llevan all¨ª a?os reclamando una acci¨®n responsable urgente para frenar la crisis que ya estamos sufriendo.
El cambio clim¨¢tico no es algo abstracto; es por lo que llevamos con el coraz¨®n encogido semanas: est¨¢ aqu¨ª y cuesta vidas. Lo que la ciencia ya anunci¨® hace d¨¦cadas que pasar¨ªa si segu¨ªamos usando combustibles f¨®siles ya est¨¢ pasando. Y esto solo acaba de comenzar: es esperable que los efectos de la crisis clim¨¢tica sigan empeorando, lo que tendr¨ªa que hacernos reaccionar y ver la gravedad y la urgencia de la situaci¨®n. La tragedia de la dana en el este y el sur de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, la mayor desgracia clim¨¢tica en Espa?a hasta el momento, adem¨¢s de responder a la mala ordenaci¨®n y gesti¨®n del territorio, ha mostrado de forma desgarradora c¨®mo el calentamiento global empeora y agrava los eventos meteorol¨®gicos extremos. Ha mostrado los peligros de ignorar a la ciencia, y no adaptarnos y prepararnos para lo que se nos viene encima.
Estamos en el comienzo de la COP29 en Bak¨²: tenemos que exigir un antes y un despu¨¦s y demandar una acci¨®n clim¨¢tica realmente ambiciosa, con un paquete de rescate de similares dimensiones al desplegado durante la pandemia, para poder afrontar los cambios necesarios para abandonar el uso del gas, el carb¨®n y el petr¨®leo en pocos a?os; para tomar todas las medidas para adaptarnos y hacer frente en mejores condiciones a los fen¨®menos que est¨¢n por venir; para compensar a los pa¨ªses del Sur Global y que tambi¨¦n puedan adaptarse, abandonar los combustibles f¨®siles y financiar los da?os que ya est¨¢n sufriendo por la crisis clim¨¢tica; para proteger y restaurar nuestro seguro de vida, la biodiversidad.
La llegada de Donald Trump al poder, otra vez, tiene mucho que ver con la resistencia de los grandes poderes corporativos para mantener sus privilegios y tratar de evitar lo inevitable: una transici¨®n energ¨¦tica que ya est¨¢ en marcha para dejar atr¨¢s los combustibles f¨®siles. No nos enga?emos: la batalla real est¨¢ en la velocidad y la calidad de esta transici¨®n; eso es lo que tratan de evitar. El negacionismo obsceno de gente como Trump es la falsa tapadera para esconder la protecci¨®n a los intereses f¨®siles que los financian.
Pero esto no es nuevo. No solo Trump se sali¨® del Acuerdo de Par¨ªs; antes George W. Bush lo hizo con el Protocolo de Kioto por iguales razones: proteger los intereses f¨®siles del lobby que lo apoy¨®. Y, pese a la tiran¨ªa de Bush y de Trump, lo logramos. Han sido dos momentos hist¨®ricos en los que un mal Gobierno de EE UU no consigui¨® derrotar a la comunidad internacional, el compromiso global con el multilateralismo clim¨¢tico, que adem¨¢s hoy cuenta con nuevos liderazgos y alianzas. Se tuvo la determinaci¨®n pol¨ªtica de seguir adelante y, gracias a eso, se consigui¨® que el Protocolo de Kioto entrase en vigor y que el Acuerdo de Par¨ªs siguiera vivo. Los que abandonen ahora tendr¨¢n que responder ante la historia, pero volver¨¢n, como ya volvieron antes, porque la pol¨ªtica es oscilante, mientras que el curso del cambio clim¨¢tico no se detiene si no actuamos.
La determinaci¨®n pol¨ªtica de escuchar a la ciencia, de poner la vida por encima de intereses corporativos y de transformar un modelo socioecon¨®mico fallido decidir¨¢ si ganamos la batalla contra el cambio clim¨¢tico. Pero la determinaci¨®n pol¨ªtica la sostenemos entre todas las personas, con nuestro voto, revisando nuestros estilos de vida, con nuestro derecho a la protesta, innovando en democracia deliberativa, exigiendo impuestos a las grandes corporaciones, denunciando en los tribunales, creando redes de apoyo mutuo¡ El dolor por las p¨¦rdidas es capaz de destruirnos, pero tambi¨¦n de impulsarnos hacia horizontes alternativos que ni siquiera imagin¨¢bamos. Vamos a por ellos. Resistir y persistir: el coraje y la esperanza no nos los pueden robar.
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