Un Col¨®n conjetural
En la era de los bulos resulta particularmente grave que un servicio p¨²blico como RTVE avalase imprudentemente una ¡°verdad¡± sobre el origen del descubridor sin aval cient¨ªfico
La suspensi¨®n sine die de la rueda de prensa del forense y catedr¨¢tico de Medicina Legal de la Universidad de Granada Jos¨¦ Antonio Lorente para compartir los resultados de su an¨¢lisis forense de los restos de Crist¨®bal Col¨®n confirma por incomparecencia la fr¨ªvola precipitaci¨®n con que actu¨® RTVE. El estreno en la televisi¨®n p¨²blica de la pel¨ªcula documental Col¨®n ADN. Su verdadero origen atrajo la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo sin que hoy haya la menor garant¨ªa sobre la veracidad de las conclusiones que obtiene su principal impulsor y protagonista. Su amplia experiencia en este tipo de investigaciones era prometedora, pero sus aserciones difieren sustancialmente del saber respaldado por la investigaci¨®n cient¨ªfica al conjeturar que Col¨®n no ser¨ªa genov¨¦s, sino un jud¨ªo sefard¨ª nacido en la zona mediterr¨¢nea espa?ola.
No es la primera hip¨®tesis imaginativa que ha padecido Crist¨®bal Col¨®n: desde emparentarlo con el piloto Juan Scolvus, seguramente polaco, o hacerlo hijo del rey Ladislao III de Polonia hasta las fantas¨ªas de un equipo de pseudohistoriadores que han llenado p¨¢ginas y pantallas con hip¨®tesis descabelladas sobre el origen catal¨¢n no solo de Col¨®n, sino tambi¨¦n de Miguel de Cervantes o Teresa de Jes¨²s. La capacidad fabuladora de la academia tiene un largo historial de embustes, el m¨¢s reciente y tramposo de los cuales es el que ata?e al rector de la Universidad de Salamanca, que vio recusados hace unas semanas m¨¢s de 70 de sus art¨ªculos presuntamente cient¨ªficos, y m¨¢s incomprensiblemente todav¨ªa sigue en su cargo como si un fraude de esta naturaleza no da?ase de forma irremisible el cr¨¦dito de la investigaci¨®n en la universidad p¨²blica.
Lo alarmante del caso no es que existan investigadores capaces de defender disparates sin fundamento en los medios, sino el hecho de que esta mera hip¨®tesis sobre Col¨®n haya sido promocionada por la televisi¨®n p¨²blica con palabras demasiado rotundas. Dif¨ªcilmente puede asociarse esa pel¨ªcula con ¡°verdad¡± alguna, dada la imposibilidad de verificar los datos y el an¨¢lisis sobre el que sustenta Lorente su atrevida propuesta, pero esa fue la posici¨®n que adopt¨® TVE y que atrajo a m¨¢s de dos millones de espectadores (y al margen de la repercusi¨®n mundial que una presunta noticia de esta naturaleza ha llegado a tener).
En la era de la deformaci¨®n informativa, la prosperidad de las trolas y la impunidad de la mentira propiciada por las nuevas tecnolog¨ªas resulta particularmente grave que un servicio p¨²blico avale de forma tan imprudente una ¡°verdad¡± que no lo ser¨¢ hasta que sea demostrable por otros equipos de investigaci¨®n. Pese a la amplia experiencia hist¨®rica acumulada en otras investigaciones, algunos datos sobre las deserciones que ha vivido el equipo de Lorente deb¨ªan haber puesto sobre aviso al ente p¨²blico (o como se llame ahora). Hace 20 a?os que no ha compartido ninguna informaci¨®n sobre los restos de Col¨®n, pero s¨ª sabemos que se desvincularon de sus trabajos hace 20 a?os tanto el genetista ?ngel Carracedo, de la Universidad de Santiago de Compostela, que consider¨® muy precario el estado en el que se hallaban los restos de ADN (los huesos de Col¨®n hicieron en los ¨²ltimos siglos trayectos de miles de kil¨®metros desde Valladolid y Sevilla a Santo Domingo o La Habana para regresar por fin a Sevilla), como Mark Stoneking, del Instituto Max Planck de Antropolog¨ªa Evolutiva, en Leipzig (Alemania).
Tampoco parece la mejor v¨ªa para ofrecer la informaci¨®n oportuna sobre procesos muy complejos de an¨¢lisis del ADN una rueda de prensa como la que acaba de suspender Lorente, aunque haya comunicado tambi¨¦n la futura publicaci¨®n de su estudio en una revista internacional. De hecho, el peliculero formato de concurso que adopt¨® el programa podr¨ªa haber sido una forma imaginativa de divulgar saber cient¨ªfico, pero el problema central es que ah¨ª faltaba el saber cient¨ªfico, que no lo es hasta que no puede ser verificado. La divulgaci¨®n cultural y cient¨ªfica es una mina formidable de horas de entrenimiento productivo, pero ha de asegurarse de la fiabilidad del saber que difunde, y eso no es opinable. O mejor dicho, si una determinada averiguaci¨®n es opinable debe ser contada como opinable y no como conclusi¨®n concursal verdadera.
La precipitaci¨®n en promocionar desde TVE y en sus programas informativos (y hasta recreativos, como sucedi¨® en La revuelta) una investigaci¨®n inverificable es una irresponsabilidad. A?ade una dosis no menor de perplejidad el impulso nacionalista que subyace en la elecci¨®n de la fecha para emitir la pel¨ªcula, el pasado 12 de octubre, como si la autoestima de los espa?oles necesitase un refuerzo positivo en fecha tan se?alada. Que Col¨®n fuera genov¨¦s de nacimiento, como la mayor¨ªa de investigadores solventes afirman, no deber¨ªa resultar una verdad inc¨®moda para nadie. Y si no fuese genov¨¦s sino jud¨ªo sefardita, tampoco, pero de momento eso no pasa de ser una nebulosa hip¨®tesis a la altura de las cabriolas imaginativas a las que la burbuja acad¨¦mica suele darse sin tasa o con demasiada frecuencia. Esta forma de contraprogramaci¨®n patri¨®tica ha resultado cuando menos decididamente imprudente.
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