Las leyes marciales y la vida humana
No s¨¦ cu¨¢ntos ucranios se han visto obligados a ir al frente, y cu¨¢ntos han estado dispuestos a arriesgar todo para contribuir a un futuro libre de su patria
¡°Mi hijo se encuentra muy mal¡± suplica una mujer subiendo por la famosa escalera de Odesa, con un ni?o sin vida en sus brazos. Alza el peque?o cuerpo ante los soldados, que avanzan con fusiles aplastando a todos que encuentran a su paso. La escena es recogida en la c¨¦lebre pel¨ªcula El acorazado Potemkin (1925) de Sergu¨¦i Eisenstein, pero se basa en los hechos hist¨®ricos reales: la implacable intervenci¨®n del ej¨¦rcito ruso ante una protesta popular. Pero lo que el cineasta sovi¨¦tico realiz¨® por encargo del poder comunista ruso, con el fin de recrear la fallida rebeli¨®n social de 1905 y mostrar la crueldad del poder imperial del antiguo r¨¦gimen, hoy miramos en una clave m¨¢s amplia: ?qu¨¦ poco valen las vidas humanas propias y ajenas en un pa¨ªs como Rusia, con su voluntad de poder y expansi¨®n sin l¨ªmites!
Esta asociaci¨®n cobra un sentido a¨²n m¨¢s alarmante ante la noticia de los nuevos ¡°matices¡± en la doctrina nuclear rusa. Putin ya cumple su amenaza de responder con creces a misiles de largo alcance que la nunca ben¨¦vola pol¨ªtica norteamericana ahora env¨ªa para, supuestamente, ayudar a los ucranios. De momento los misiles rusos se dirigen a Ucrania, y no a los pa¨ªses de la OTAN, como tambi¨¦n se insinuaba desde el Kremlin. Todo ello va a suponer m¨¢s v¨ªctimas en ambos lados, m¨¢s enemistad, si cabe, y complejidad a la hora de reconstruir la vida cuando un d¨ªa, la guerra se acabe. ?Cu¨¢n lejos e inveros¨ªmil suena ahora la posibilidad que propon¨ªa Gorbachov, con el apoyo de Mitterrand, de hacer una confederaci¨®n de seguridad europea que incluyera a Rusia. ?Hubiera contribuido a acabar la eterna querella entre Rusia y Occidente? Seguramente hubiera sido una estructura capaz de limitar los caprichos particulares de un Putin, y tambi¨¦n de un Biden o Trump. Y Europa en su conjunto hubiera sido m¨¢s fuerte ante los cambios de rumbo en la pol¨ªtica norteamericana. Hablo de todo ello con un amigo que conoci¨® de cerca el ajedrez de la pol¨ªtica mundial, y particularmente de este Oriente europeo, Rusia, Ucrania, Bielorrusia. ¡°Eran momentos de gran esperanza; hoy prefiero mantenerme callado¡±, comenta.
Odesa, ahora en Ucrania, tambi¨¦n es evocada con frecuencia por ser blanco de los ataques actuales rusos. Se trata de un puerto mar¨ªtimo estrat¨¦gico, aparte de una ciudad de enorme riqueza cultural. Cuando Eisenstein sit¨²a el argumento de la pel¨ªcula, pertenece al Imperio ruso, y cuando la realiza, es un puerto de la URSS. El nombre del buque donde empieza la rebeli¨®n narrada rinde homenaje al conde Potemkin, uno de los amantes de la gran Catalina, cuyas ambiciones imperiales incluyeron el territorio ucranio entre sus fronteras rusas, en la segunda mitad del siglo XVIII. Las famosas y falsas aldeas de Potemkin ¡ªdecorados con supuestas casas decentes que este s¨²bdito montaba para contentar a su emperatriz, empleando los extras vestidos de campesinos¡ª simbolizan hasta qu¨¦ extremo se fomentaba la ceguera del poder pol¨ªtico en Rusia: eran escenarios preparados para Catalina, mientras se paseaba en carruaje por los paisajes rurales, con el fin de crearle la ilusi¨®n de que todos viven bien y contentos en el pa¨ªs que regenta.
Desde Rusia llegan voces de que la pol¨ªtica interior de Putin se dirige asimismo a mostrar que ¡°todo est¨¢ bien en el mejor de los mundos posibles¡±. Citando esta m¨¢xima de Voltaire, vale la pena recordar otra de las incongruencias rusas: despu¨¦s de cartearse con los fil¨®sofos de la Ilustraci¨®n francesa, Catalina la Grande reconoc¨ªa que no estaba dispuesta a poner en pr¨¢ctica sus ideas, ya que esto significar¨ªa poner patas arriba su imperio, ¡°para imponer soluciones poco pr¨¢cticas¡±. La ilustraci¨®n te¨®rica y el despotismo pr¨¢ctico.
No s¨¦ cu¨¢ntos hombres ucranios se han visto obligados a ir al frente, y cu¨¢ntos han estado dispuestos a arriesgar todo con tal de contribuir a un futuro libre de su patria. Pero para un ucranio debe de ser bastante m¨¢s peligroso incorporarse a la lucha armada que para un soldado ruso: son menos numerosos y est¨¢n en las trincheras intentando defenderse de la segunda mayor potencia militar del mundo, liderada siempre por un poder que se vende como mesi¨¢nico.
Respecto a la iniciativa estadounidense de ofrecer misiles con los que los ucranios atacar¨ªan los blancos diversos en el territorio ruso, el an¨¢lisis trasciende una opini¨®n o reflexi¨®n antropol¨®gica hist¨®rica. ?Apuntar¨ªan solo a la poblaci¨®n rusa? ?Ser¨ªa un ataque selectivo a los objetivos militares? ?Cu¨¢ntas v¨ªctimas adicionales comprender¨ªa? A los europeos del norte se les ha advertido que repasen la ubicaci¨®n de los refugios antia¨¦reos. ?Y nosotros?
La pol¨ªtica norteamericana puede ser presidida por l¨ªderes diversos, pero lejos de ser filantr¨®pica o justa, ya no tiene como prioridad la estabilidad de Europa. A los ucranios, por otro lado, Biden ahora pide bajar la edad m¨ªnima para llamar a las filas a sus j¨®venes; de los 25 a los 18 a?os. No olvidemos que en un pa¨ªs que est¨¢ en guerra, la movilizaci¨®n no es un acto voluntario. Nadie es optimista, porque cualquier soluci¨®n presupone sobre todo nuevas p¨¦rdidas de vidas humanas. Ahora est¨¢ por ver si se cumple el deseo de Putin sobre que el poder de Trump pueda presionar a Ucrania para que haga grandes concesiones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.