Nochebuena con Gloria Steinem
Dios nos da una familia para que aprendamos democracia y paciencia
Una de las feministas vivas m¨¢s famosas del mundo, Gloria Steinem, defiende en su libro La verdad os har¨¢ libres pero antes os cabrear¨¢ que el motivo por el que Dios nos da una familia es para que tengamos que relacionarnos con gente cuyas opiniones nos parecen atroces. No es que est¨¦ de acuerdo con ella, porque si lo estuviera tendr¨ªa que extender su razonamiento a los motivos por los que mucha gente ha de ir todos los d¨ªas al tajo a relacionarse con gente variada y no se me ocurrir¨ªa. Ni siquiera le acepto la premisa de que existe un dios.
Sin embargo, s¨ª me parece la suya una fant¨¢stica forma de ver la parte buena de una instituci¨®n cada vez m¨¢s mutable en la que, con suerte, se aprenden las normas de la convivencia democr¨¢tica. Digo ¡°con suerte¡± porque de las muchas fortunas que le pueden tocar al ser humano, una de las m¨¢s grandes es crecer en un entorno en el que se le escuche. Hay muchas personas cuyo derecho a una postura les es negado desde tan pronto y con tal perseverancia que no tienen m¨¢s remedio que escapar. A veces huyen sin mirar atr¨¢s y se buscan una nueva familia, la elegida, en la que tambi¨¦n hay conflictos, porque solo faltar¨ªa: que uno sea aceptado no significa que siempre tenga que llevar la raz¨®n. Otras regresan solo un d¨ªa al a?o, o mejor dicho, una Noche. La de hoy.
Sobrevolar¨¢ a partir de las ocho en muchas mesas la paradoja de la tolerancia, un concepto ideado por un fil¨®sofo con apellido sugerente, Karl Popper, que dice que si se extiende la tolerancia a quienes son intolerantes se corre el riesgo de permitir el eventual dominio de la intolerancia. Hay un motivo por el que la Nochebuena es la fiesta familiar por excelencia y es porque en ella se exige a todos los participantes el ¨²nico pegamento que mantiene unidas a personas que de otra forma jam¨¢s estar¨ªan juntas: la paciencia. Como el amor y la justicia, la paciencia es ciega pero, adem¨¢s, a veces tambi¨¦n es sorda. No nos hace libres pero nos ahorra cabreos.
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