Para bien y para mal
Los espa?oles tenemos tendencia a subdividirnos. Ahora que nuestra econom¨ªa va bien tenemos la falsa necesidad de sentir que la pol¨ªtica discurre entre incompatibles
La otra tarde, al acompa?ar a un amigo a la puerta de la residencia de ancianos donde ahora le toca vivir, recuper¨¦ con claridad esa sensaci¨®n de que los a?os pasan como una riada, llev¨¢ndoselo casi todo y envolviendo en lodo los escombros del recuerdo. Lo que antes eran conversaciones enriquecedoras con el amigo que te descubr¨ªa nuevos gustos y visiones afiladas, ahora no pasan de lac¨®nicas loas a la resignaci¨®n. Los valencianos saben bien c¨®mo funciona la crecida devastadora, que pasa por la lenta admisi¨®n de la alarma, la brutalidad del desconcierto, para acabar con el demoledor martillo de...
La otra tarde, al acompa?ar a un amigo a la puerta de la residencia de ancianos donde ahora le toca vivir, recuper¨¦ con claridad esa sensaci¨®n de que los a?os pasan como una riada, llev¨¢ndoselo casi todo y envolviendo en lodo los escombros del recuerdo. Lo que antes eran conversaciones enriquecedoras con el amigo que te descubr¨ªa nuevos gustos y visiones afiladas, ahora no pasan de lac¨®nicas loas a la resignaci¨®n. Los valencianos saben bien c¨®mo funciona la crecida devastadora, que pasa por la lenta admisi¨®n de la alarma, la brutalidad del desconcierto, para acabar con el demoledor martillo del olvido. La recuperaci¨®n de las vidas afectadas por esa desgracia es la obligaci¨®n de este pa¨ªs para el a?o que viene. Pero es absurdo obviar la parte obvia de culpa que tiene la especulaci¨®n inmobiliaria, la ausencia de medidas de protecci¨®n y el abandono de nuestros servicios esenciales. Tambi¨¦n hemos dejado a su suerte la emergencia migratoria en Canarias. La absoluta falta de solidaridad como pa¨ªs para repartir a los necesitados es un rasgo m¨¢s de la mentira escondida tras tantos cantos a la unidad nacional. La soflama es la nueva forma de la indiferencia, te llenas de aire, te armas de vac¨ªo y soplas fuerte hasta alejar de tu espectro a los necesitados. Nos invaden tantos micronacionalismos que empezamos a parecer un pastel devorado a pellizcos.
Al terminar el a?o, lo que fue actualidad rabiosa es un asunto caduco. Lo anunciamos cuando daba la impresi¨®n de que la decisi¨®n de amnistiar a los protagonistas del proc¨¦s catal¨¢n iba a romper las costuras constitucionales del pa¨ªs. Visto desde la perspectiva del hoy, donde los partidos conservadores del nacionalismo catal¨¢n y vasco pactan con el nacionalismo espa?ol para desactivar impuestos a las grandes el¨¦ctricas, todo aquel guirigay suena a desmesura interesada. Tan fea era la motivaci¨®n para llevar a cabo la cuadratura del perd¨®n judicial como hab¨ªa sido fea la fabricaci¨®n penal anterior y sobre todo fue fe¨ªsimo el engorde artificial del esc¨¢ndalo. ?Qu¨¦ esc¨¢ndalo puede haber si la pol¨ªtica es de un pragmatismo cristalino? Basta observar c¨®mo lleg¨® al futuro Gobierno de Estados Unidos un grupo de oligarcas forrados que cantaban las maravillas de escuchar la voz del pueblo. Por supuesto, el pueblo es maravilloso solo cuando te da la raz¨®n y la caja.
Los espa?oles tenemos tendencia a subdividirnos. Unos son de r¨ªo y otros de mar. Unos de pan blanco y otros de integral. Unos de madrugar y otros de trasnoche. Solo hace falta ver c¨®mo una cuadrilla de amigos pide su caf¨¦ para entender que ponerlos de acuerdo es tarea inabarcable e innecesaria. Los espa?oles funcionan cuando saben gestionar sus desacuerdos. Ahora que nuestra econom¨ªa va bien tenemos la falsa necesidad de sentir que la pol¨ªtica discurre entre incompatibles. Y cuando estamos en invierno echamos de menos el calor sofocante del verano. Amparados en las redes sociales, algunos encuentran un agravio en que otro cuelgue un buenos d¨ªas. Y en la calle hace poco escuch¨¦ a dos ancianos despedirse. Uno le dec¨ªa al otro: ¡°Y que tengas un feliz a?o, sin que eso signifique que lo tenga que pagar yo¡±. Exactamente ah¨ª es donde estamos. Que tu placer no suponga el disgusto de nadie. Que tu desgracia no tenga necesariamente que venir causada por la felicidad de otro. Convivir es m¨¢s sencillo cuando sabes que el a?o nuevo que llega durar¨¢ 365 jornadas, para bien y para mal.