Entre armi?os y pelucas: la reforma de la C¨¢mara de los Lores
La propuesta de los laboristas pretende borrar un resquicio medieval que hoy ya nadie es capaz de defender: el car¨¢cter hereditario
Corr¨ªan los felices noventa del laborismo ingl¨¦s y lo que m¨¢s irritaba a los tories es que Tony Blair ca¨ªa bien al votante conservador, o como m¨ªnimo, no lo encontraba un inquietante pol¨ªtico de izquierdas cortado por el patr¨®n setentero. Blair lo sab¨ªa y por eso no los provocaba demasiado pero un d¨ªa, en una conferencia de partido hace ya 25 a?os, pronunci¨® su famoso discurso de las ¡°fuerzas del conservadurismo¡± en el que, entre otras lindezas, dijo que el Partido Conservador era ¡°el partido de la caza del zorro, de Pinochet y de los lores hereditarios: lo incomible, lo innombrable y los inelegibles¡±. Cincel¨® de forma brillante y mal¨¦vola un nueva trinidad de valores tories. De aquel pante¨®n, la caza del zorro fue prohibida, Pinochet falleci¨® en Chile a?os despu¨¦s y los lores hereditarios, aunque por poco tiempo, a¨²n perduran.
El sistema parlamentario ingl¨¦s, de naturaleza bicameral, cuenta con la C¨¢mara de los Comunes (formada por diputados elegidos por sufragio universal) y la C¨¢mara de los Lores, en la que concurren tres elementos singulares. Consiste en una C¨¢mara en la que los lores (equivalentes a nuestros senadores) no son elegidos por el electorado, sino que son nombrados por el Gobierno en virtud de varias f¨®rmulas, tambi¨¦n a propuesta de los partidos pol¨ªticos. En segundo lugar, la C¨¢mara tiene reserva de plaza para 26 obispos anglicanos y miembros de la familia real (aunque estos nunca asisten). Por ¨²ltimo, la C¨¢mara cuenta con 92 esca?os reservados a los llamados lores hereditarios, que lo son por raz¨®n de nacimiento. Este ¨²ltimo punto es precisamente el que el actual Gobierno brit¨¢nico pretende resolver, pues se pondr¨¢ t¨¦rmino a los lores que lo son por nacimiento, es decir, aquellos que desde hace centurias heredan el esca?o de sus padres.
La composici¨®n de la C¨¢mara de los Lores ha sido siempre pol¨¦mica. En 1958, con el conservador Harold Macmillan de primer ministro, para empezar a diluir la proporci¨®n de lores hereditarios se incluy¨® la figura del life peer (senador de por vida, pero cuyo esca?o no se transmite a los sucesores). Fue precisamente ese mismo a?o cuando se permiti¨® la incorporaci¨®n de las mujeres a la C¨¢mara alta. A mediados de los noventa, dos tercios de la C¨¢mara alta brit¨¢nica eran todav¨ªa hereditarios. A fecha de hoy, solo el 11% de los lores son hereditarios.
En 1999, Blair se encarg¨® de dinamitar el car¨¢cter hereditario de los Lores pactando finalmente que s¨®lo 92 pudieran permanecer. Estos 92 deber¨ªan ser elegidos internamente por colegios hereditarios de la propia C¨¢mara. Se dio as¨ª la insuperable y deliciosa iron¨ªa, s¨®lo en Inglaterra claro, de que tras la reforma, los ¨²nicos lores que pod¨ªan ser votados eran los hereditarios.
Pues bien, en las elecciones de este a?o, en el programa pol¨ªtico del Partido Laborista hab¨ªa una clara referencia a la eliminaci¨®n de los lores hereditarios que a¨²n subsisten. Se trata de un proyecto de ley que pretende borrar un resquicio medieval que hoy ya nadie es capaz de defender. La reforma propuesta no aborda cambios en la elecci¨®n de los lores, pues estos seguir¨¢n siendo nombrados por el Gobierno o los partidos pol¨ªticos pero extirpa su aspecto m¨¢s anacr¨®nico. El ¨¦xito de la C¨¢mara de los Lores es que, a pesar de ser una instituci¨®n sobre la que pesan 10 siglos de historia, es una instituci¨®n ¨²til y eficiente.
M¨¢s all¨¢ de sus pelucas y armi?os, sus miembros gozan de un alto prestigio, no cobran sueldo p¨²blico, tienen fama de inteligentes y se leen con diligencia todos los documentos. Adem¨¢s, no representan a ninguna circunscripci¨®n y viven alejados del engranaje de los partidos. Todo eso hace de ellos unos parlamentarios muy respetados. Como C¨¢mara de segunda lectura, los Comunes aprecian mucho sus enmiendas, t¨¦cnicas y bien tra¨ªdas.
Al ser el Reino Unido un Estado unitario, ni en su origen ni en su desarrollo tuvo vocaci¨®n de C¨¢mara territorial, ni siquiera tras la devoluci¨®n de competencias a Escocia, Gales e Irlanda del Norte a finales del siglo XX. En el derecho constitucional ingl¨¦s es una ¡°C¨¢mara de reflexi¨®n¡± donde, sobre todo, se analizan con celo los detalles y matices de los proyectos de ley. Adem¨¢s, los documentos que publican sus comisiones parlamentarias gozan de un respeto casi reverencial. Como los Lores son nombrados de por vida y no dependen de los partidos pol¨ªticos, uno de los atributos de esta C¨¢mara es que est¨¢ mucho menos politizada que, por ejemplo, el Senado espa?ol, genuina prolongaci¨®n y sombra de la partitocracia espa?ola. En los Lores, muchos nombramientos recaen en personas sin adscripci¨®n pol¨ªtica o vinculaci¨®n a un partido, por lo que es percibida como una C¨¢mara m¨¢s independiente y menos partidista.
Con esta reforma desaparecen los ¨²ltimos rescoldos de una C¨¢mara aristocr¨¢tica para devenir en una C¨¢mara meritocr¨¢tica, reflejo m¨¢s fiel y amplio de la sociedad brit¨¢nica. A paso lento, los Lores, se han convertido en una C¨¢mara sin arribistas ni pol¨ªticos profesionales, lo que en un tiempo como el actual, asfixiado por la agotadora politizaci¨®n de la res publica, garantiza su porvenir.
Esta reforma nos recuerda que el Reino Unido tiene la flexibilidad e intuici¨®n para abordar cuestiones que el siglo XXI le impide ningunear. En contraste, el Senado espa?ol, con una clara vocaci¨®n territorial en su dise?o constitucional, ni ha sido fiel a su concepci¨®n original ni ha logrado convertirse en una C¨¢mara de prestigio.
Bagehot lleva muchos a?os muerto, pero sigue teniendo raz¨®n. Nos advert¨ªa de que el riesgo de la C¨¢mara de los Comunes es que se hagan cambios muy deprisa, mientras que con los Lores su riesgo era el opuesto, que no se hicieran cambios. Queda en el horizonte, lejano, revisar su sistema de elecci¨®n, asunto por el que nadie siente ninguna prisa.
Frente a las cr¨ªticas a una vieja, insular y desabrida Inglaterra incapaz de ponerse al d¨ªa, en el fondo, todo lo que lleva haciendo estos ¨²ltimos a?os es precisamente eso: reajustarse lentamente, conservar lo que funciona y encararse, si es necesario, a mil a?os de historia.
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