El impacto econ¨®mico real que tendr¨¢ la dana
Las ayudas a los afectados deben tener la potencia, agilidad y duraci¨®n suficientes para compensar los ingresos perdidos. Y el PIB no puede ser la ¨²nica medida
El producto interior bruto (PIB) es la medida m¨¢s observada de los resultados econ¨®micos y, seg¨²n el INE, en la Comunidad Valenciana ascendi¨® a 139.420 millones de euros en 2023. Con la destrucci¨®n masiva de los municipios valencianos afectados por las inundaciones del pasado 29 de octubre todav¨ªa visible, llegan los primeros pron¨®sticos del PIB valenciano para 2024 hechos por varios servicios de estudios. Sorprendentemente, todos estiman un crecimiento apenas algo menor que el previsto antes de la dana, y un impacto negativo sobre el PIB anual inferior a 1.000 millones de euros.
La verdadera raz¨®n de estos retrocesos estimados tan moderados no es que los impactos de la dana sean escasos, sino que el PIB no capta las consecuencias iniciales de un desastre natural como este: al ser una medida bruta de valor a?adido, no tiene en cuenta la destrucci¨®n de activos sufrida. Sin embargo, a diferencia de lo sucedido en otras crisis, esa depreciaci¨®n s¨²bita es la consecuencia m¨¢s grave de las inundaciones a corto plazo. Durante la pandemia no suced¨ªa lo mismo, porque la actividad quedaba restringida y, en algunos sectores, eliminada para combatir al virus, pero los activos permanec¨ªan intactos. En cambio, ahora las inundaciones han da?ado o destruido por completo todo tipo de activos duraderos invertidos en las zonas afectadas, alcanzando significativamente a la riqueza de las familias (viviendas, veh¨ªculos), las empresas (locales, instalaciones, equipamientos, medios de transporte, maquinaria) y las administraciones (infraestructuras de transporte, educativas, sanitarias, culturales, administrativas). El mismo d¨ªa de la dana se produjo una depreciaci¨®n extraordinaria de los capitales acumulados que el PIB no computa porque no resta las correspondientes amortizaciones.
El consumo de capital fijo ordinario de la econom¨ªa valenciana ascendi¨® en 2023 a 21.934 millones de euros y, tras descontarlo del PIB, el producto interior neto (PIN) fue de 117.486 millones. Seg¨²n los criterios de la Contabilidad Nacional, esa cifra de amortizaciones solo computa la depreciaci¨®n ordinaria de los activos de los hogares, empresas y administraciones para reflejar el paso del tiempo, la obsolescencia tecnol¨®gica y los da?os por accidentes, como los que sufren los veh¨ªculos o algunos equipos con cierta frecuencia. En cambio, no descuenta las perdidas extraordinarias derivadas de la dana, porque los desastres naturales est¨¢n excluidos de los c¨¢lculos de consumo de capital fijo al no poderse valorar con criterios generales.
Es pues imprescindible conocer por otra v¨ªa, distinta a la del PIB, los relevantes da?os producidos por la cat¨¢strofe para saber d¨®nde se encuentran los recursos de la econom¨ªa valenciana a finales de 2024, porque los indicadores de desempe?o econ¨®mico que m¨¢s observamos no ofrecen esa informaci¨®n. Habr¨¢ que realizar una aproximaci¨®n espec¨ªfica ¡ªy rigurosa¡ª a la p¨¦rdida de valor extraordinaria de los capitales p¨²blicos y privados ubicados en los municipios inundados, como han hecho en circunstancias similares otros pa¨ªses. Los datos provinciales del stock de capital publicados por la Fundaci¨®n BBVA y el Ivie permiten dar un primer paso: el valor del stock de capital de la provincia de Valencia localizado en las zonas inundadas se estima en cerca de 82.000 millones de euros. Sin embargo, no conocemos con precisi¨®n qu¨¦ parte de esa riqueza se ha perdido, y ser¨¢ importante porque por cada 1% del valor de los activos da?ado la depreciaci¨®n extraordinaria de la dana asciende a 820 millones de euros.
Las estimaciones iniciales de la C¨¢mara de Comercio de Valencia (referidas a la industria y el sector terciario), AVA-ASAJA (agricultura) y las administraciones p¨²blicas (infraestructuras) elevan ese porcentaje a cerca del 20%. Esos c¨¢lculos prudentes implican que la depreciaci¨®n extraordinaria del 29 de octubre supera los 15.000 millones de euros. Ese shock de la dana representar¨ªa un retroceso no inferior al 12% de los ingresos netos regionales, una ca¨ªda mayor que la sufrida en 2020 en la Comunidad Valenciana y que, al estar concentrada en algunas comarcas, supone un shock muy superior en ellas.
Esa fuerte reducci¨®n de ingresos la van a padecer los salarios de los trabajadores, las rentas de los aut¨®nomos y las empresas afectadas. Frenar significativamente ese retroceso depender¨¢ de las transferencias p¨²blicas que reciba una comunidad situada desde hace tiempo por debajo de la media espa?ola en renta por habitante ¡ªen el 86% en 2023¡ª, que padece insuficiencias graves de financiaci¨®n auton¨®mica de sobra conocidas que limitan sustancialmente su margen de maniobra.
La severidad del impacto recibido en las zonas inundadas todav¨ªa se observa al visitarlas dos meses despu¨¦s de la tragedia. Es imprescindible que las ayudas tengan la potencia, agilidad y duraci¨®n suficientes para compensar significativamente los elevados ingresos perdidos. Si no tienen esa dimensi¨®n o siguen tardando en llegar, la recuperaci¨®n ser¨¢ lenta y el riesgo de estancamiento de las comarcas afectadas ¡ªen las que viven un mill¨®n de personas¡ª, y con ellas de toda la Comunidad Valenciana, ser¨¢ muy grave. Impedir que eso suceda es un objetivo necesario y factible para un pa¨ªs como Espa?a, pero ser¨¢ dif¨ªcil de alcanzar sin un cambio en el patr¨®n de cooperaci¨®n entre los gobernantes que los ciudadanos percibimos y que tanto da?o est¨¢ haciendo a la confianza en las instituciones.
Los datos anteriores avisan de la importancia de partir de indicadores adecuados para evaluar las econom¨ªas y dise?ar las pol¨ªticas. Hace 15 a?os, un relevante informe recordaba la necesidad de mirar m¨¢s all¨¢ del PIB y el premio Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz advert¨ªa de que las medidas a las que prestamos atenci¨®n afectan a lo que pensamos y probablemente a lo que hacemos. Al valorar las consecuencias de la dana nos enfrentamos a ese riesgo: atender fundamentalmente al PIB para medir el impacto inicial de las inundaciones es mirar en una direcci¨®n inadecuada, que puede hacernos infraestimar peligrosamente sus da?os y reducir el esfuerzo financiero necesario para paliarlos. Ser¨ªa un grave error. Atentos.
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