El presidente nonazi
Es penoso, es preocupante que un se?or con esa incoherencia, con esa violencia, sea presidente de una rep¨²blica. Por suerte, en este momento, la Argentina es un pa¨ªs de cuarta sin ninguna posibilidad de cumplir esas amenazas
?Por qu¨¦ le da verg¨¹enza decir que es nazi? ?O es alguna forma extra?a del pudor de un muchacho que siempre fue muy t¨ªmido? Hace dos d¨ªas el pat¨¦tico presidente de la Rep¨²blica Argentina salt¨® como leche hervida cuando muchas personas de muchos pa¨ªses interpretaron el saludo nazi del gran patr¨®n Elon Musk como un saludo nazi. Entonces el se?or Milei sali¨® a defender a su nuevo jefe con la finura que lo caracteriza: ¡°Nazi las pelotas¡±, escribi¨®, olvidando como siempre las comas, en la red N.N. Y culp¨® de todo, faltaba m¨¢s, a ¡°la progres¨ªa internacional¡±, y la amenaz¨®: ¡°No s¨®lo no les tenemos miedo. Sino que los vamos a ir a buscar hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del planeta en defensa de la LIBERTAD. Zurdos hijos de putas tiemblen. La libertad avanza. VIVA LA LIBERTAD CARAJO¡±, escribi¨® ¨Cpisoteando, otra vez, la puntuaci¨®n y la tipograf¨ªa: es s¨®lo un presidente.
Si se considera que, para el se?or Milei, los ¡°zurdos hijos de putas¡± incluyen por ejemplo al ¨ªnclito Joseph Biden y su partido dem¨®crata, se entiende que sus enemigos son tantos que ahora mismo debe haber millones y millones de personas temblando por el mundo. Lo m¨¢s turbador, lo caricaturesco, es que publique una diatriba para decir que ¨¦l y sus amigos no son nazis y la concluya con amenazas que lo ponen del lado de los nazis, stalinistas, fascistas y otros grandes asesinos de la historia: ¡°Zurdos hijos de putas tiemblen, los vamos a ir a buscar hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del planeta¡±. Si yo quisiera demostrar que no soy un ladr¨®n no anunciar¨ªa que voy a salir a robar desaforado. Quiz¨¢ no se da cuenta, quiz¨¢s habr¨ªa que explic¨¢rselo, como tantas otras cosas: es humillante tener un presidente que no cesa de contradecirse, que se habla encima sin parar.
(Como cuando explic¨®, al otro d¨ªa, que las medidas proteccionistas de su presidente Trump no son proteccionistas sino que ¡°su pol¨ªtica comercial es parte de su estrategia geopol¨ªtica¡± ¨Cproteccionista: todo lo contrario de la ensalada ¡°anarcocapitalista¡± que ¨¦l dice sostener, donde el Estado jam¨¢s deber¨ªa imponer reglas al Mercado. O cuando dijo en Davos que ¡°una nueva clase pol¨ªtica, amparada por ideolog¨ªas de corte colectivista, (¡) reemplaz¨® libertad por liberaci¨®n, utilizando el poder coercitivo del Estado para distribuir la riqueza creada por el capitalismo. Su justificaci¨®n fue la siniestra, injusta y aberrante idea de la justicia social, complementada por entramados te¨®ricos marxistas cuyo fin era liberar al individuo de sus necesidades¡±.
O cuando sigui¨® diciendo que ¡°el wokismo se las arregl¨® para pervertir esa idea elemental de preservar el medio ambiente para el disfrute de los seres humanos y pasamos a un ambientalismo fan¨¢tico donde los seres humanos somos un c¨¢ncer que debe ser eliminado¡±, y que ¡°no es casualidad que estos mismos sean los principales promotores de la agenda sanguinaria y asesina del aborto¡± y que ¡°vemos las hordas de inmigrantes que abusan, violan o matan a ciudadanos europeos que solo cometieron el pecado de no haber adherido a una religi¨®n en particular. Pero cuando uno cuestiona estas situaciones es tildado de racista, xen¨®fobo o nazi¡±, dijo, entre tantas otras cosas, en ese mismo discurso pre?ado de iluminaciones.)
Es penoso, es preocupante que un se?or con esa incoherencia, con esa violencia, sea presidente de una rep¨²blica. Por suerte, en este momento, la Argentina es un pa¨ªs de cuarta sin ninguna posibilidad de cumplir esas amenazas ¨Cni ninguna otra. En este momento nuestro fracaso es nuestra salvaci¨®n. Menos mal, porque el no-nazi que la preside mantiene, seg¨²n las encuestas, el apoyo de la mitad de sus habitantes, o algo as¨ª.
Ah¨ª est¨¢, si acaso, el n¨²cleo del problema: en los millones de argentinos que, tan genuinamente satisfechos por la baja de la inflaci¨®n ¨Cque ahora rondar¨ªa el 50% anual¨C, tan firmemente convencidos de que los corruptos mile¨ªstas son menos da?inos que los corruptos macristas o kirchneristas, tan tajantemente distra¨ªdos de ese 30% o 40% de compatriotas que no consiguen comer todo lo que querr¨ªan, apoyan a un se?or que dice que va a ir hasta el fin del mundo para perseguir a todos los que no piensen como ¨¦l. Es probable que no sea nada nuevo: que sea, de un modo u otro, la misma proporci¨®n de argentinos que aplaud¨ªan a los militares asesinos de los a?os 70. Siempre hay una cantidad de gente as¨ª, existen, nadie los persigue hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del planeta, pero hay momentos m¨¢s felices en que se ven obligados a hablar m¨¢s despacito, momentos en que reivindicar amenazas y cr¨ªmenes no parece tan cool.
Este no es uno de ellos. Al lado de su presidente Trump amenazando con tomar por las armas el Canal de Panam¨¢ o plantar su gloriosa bandera en el planeta Marte, las bravatas del se?or Milei son, por decirlo con sus propias palabras, los grititos de un ped¨®filo en un jard¨ªn de infantes donde los ni?os no estuvieran ¡°desnudos, atados y envaselinados¡± sino que corrieran y saltaran muy vestidos y se burlaran de ese bravuc¨®n torpe que los persigue a trompicones. Hay, sin embargo, un efecto perverso de la globalizaci¨®n: el se?or Trump solo retoma la tradici¨®n norteamericana de mandar soldados a matar lejos de sus fronteras, pero la Argentina hasta ahora se limitaba a sus propias v¨ªctimas. Que este no-nazi prometa ir a ¡°buscar a los zurdos hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del planeta¡± es un avance significativo. Hay MAGAs para todos: Make Argentina a Global Asshole es una opci¨®n posible, aunque quiz¨¢ no la m¨¢s deseable. Les queda a los argentinos decidir si quieren seguir votando a ese se?or que la propone a gritos. Aunque quiz¨¢s el juicio de la mayor¨ªa sea m¨¢s simple: mientras les baje la inflaci¨®n el resto les da igual, que grite lo que quiera total no pasa nada. O casi nada: as¨ª empezaron los mejores, Adolfo, Benito, Donald y el resto de la clica, y as¨ª estamos.
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