La Casa Orsola encarna el derecho a la ciudad
Resulta imprescindible aumentar los presupuestos p¨²blicos para vivienda. De lo contrario, aunque contamos con una buena legislaci¨®n, ser¨¢ papel mojado
La amenaza de desahucio de los vecinos de Casa Orsola, en Barcelona, ha desbordado cualquier previsi¨®n de atenci¨®n medi¨¢tica. No debe sorprendernos. M¨¢s all¨¢ de su realidad intr¨ªnseca, se ha convertido en un s¨ªmbolo y representa a la perfecci¨®n a nivel micro lo que est¨¢ ocurriendo, con grandes movimientos tect¨®nicos profundos, en las medianas y grandes ciudades europeas m¨¢s atractivas. En ...
La amenaza de desahucio de los vecinos de Casa Orsola, en Barcelona, ha desbordado cualquier previsi¨®n de atenci¨®n medi¨¢tica. No debe sorprendernos. M¨¢s all¨¢ de su realidad intr¨ªnseca, se ha convertido en un s¨ªmbolo y representa a la perfecci¨®n a nivel micro lo que est¨¢ ocurriendo, con grandes movimientos tect¨®nicos profundos, en las medianas y grandes ciudades europeas m¨¢s atractivas. En el edificio barcelon¨¦s confluyen todos los elementos inmobiliarios, financieros, demogr¨¢ficos y sociol¨®gicos que determinan hoy el funcionamiento de nuestras ciudades.
Son cuestiones como el movimiento mundial de capitales en busca de rentabilidades cada vez m¨¢s elevadas, que hallan en el patrimonio inmobiliario una preciosa mina; la extensi¨®n del trabajo telem¨¢tico, que propicia un movimiento mundial de personas a la b¨²squeda de residencias temporales en emplazamientos altamente sugerentes ¡ªpor seguridad, por calidad de vida¡ª a precios para ellas irrisorios; el aumento de una demanda inmediata de viviendas por parte de migrantes que vienen a cubrir el d¨¦bil crecimiento demogr¨¢fico vegetativo de nuestras sociedades occidentales; la necesidad de m¨¢s viviendas por la reducci¨®n paulatina del tama?o medio de nuestros hogares; la persistencia de edificios de propiedad vertical con alquileres antiguos, indefinidos, o m¨¢s recientes pero moderados que no cubren las necesidades de inversi¨®n en mantenimiento y mucho menos en rehabilitaci¨®n para su puesta al d¨ªa en cuestiones de estructura, accesibilidad o eficiencia energ¨¦tica; los planes de mejora y renovaci¨®n urbana que revalorizan extraordinariamente sus entornos sin ning¨²n mecanismo de redistribuci¨®n de las plusval¨ªas que revierta en los edificios.
La coincidencia de todos estos elementos resulta absolutamente explosiva y explota de la forma m¨¢s preocupante, la que sintetiza la palabra gentrificaci¨®n: la expulsi¨®n a la periferia, por el elevado precio, de los residentes habituales de la ciudad ¡ªenfermeras, profesores, panaderos, bomberos, polic¨ªas, profesionales, jubilados, servidores p¨²blicos¡¡ª, en beneficio de usuarios de corta duraci¨®n de las viviendas, que est¨¢n de paso o que pueden permitirse el lujo de disponer de ellas sin utilizarlas de forma permanente, pagando cifras totalmente alejadas de la capacidad adquisitiva de nuestra sociedad. Explota, pues, despoblando la ciudad y arruinando la cohesi¨®n social, la integraci¨®n y la convivencia entre diferentes, los que son nuestros valores hist¨®ricos m¨¢s preciados.
Ante estas realidades, ante esa Casa Orsola multiplicada por mil, la pregunta es qu¨¦ modelo de ciudad deseamos para el futuro de nuestros hijos y nietos. Tenemos dos ejemplos en Europa que nos permiten reflexionar al ser casos extremos: Venecia y Viena. Ambas se hallan totalmente alejadas de nuestra realidad actual, pero sus modelos nos advierten de lo que puede ser nuestro futuro. Venecia se ha quedado ya pr¨¢cticamente vac¨ªa de sus residentes habituales, convertida en una ciudad sin vida propia, reducida a simple parque tem¨¢tico. Viena tiene una poblaci¨®n fuertemente arraigada que pasa de padres a hijos las viviendas en todo el amplio centro hist¨®rico; con amplia presencia de viviendas sociales y asequibles en todos los nuevos desarrollos, invita al turismo, pero manteniendo un equilibrio razonable entre los dos objetivos.
La opci¨®n por uno u otro modelo de ciudad deber¨ªa estar en la base de nuestros debates como ciudadanos, ya que este va a ser el legado que dejaremos a nuestros descendientes. No cabe neutralidad en este terreno.
Existe la opci¨®n de dejar que los grandes flujos antes descritos act¨²en sin l¨ªmite y nos vayan conduciendo hacia una Venecia id¨ªlica, pero que ya no ser¨¢ de nuestros ciudadanos, sino de otros; que ya no ser¨¢ ¡°ciudad¡±. Eso s¨ª, habr¨¢ que ser conscientes que no se consigue gratis, sino con elevad¨ªsimos costes humanos, sociales y pol¨ªticos. Pero tambi¨¦n cabe la posibilidad de intentar mitigar el impacto de esos grandes flujos con controles por parte de las administraciones. No debemos ser ingenuos y pensar que esos controles podr¨¢n hacer frente a la inmensa presi¨®n que se recibe; somos un David d¨¦bil y temeroso de los peligros enfrentado a un Goliat muy potente, profuso y desdibujado y, por tanto, dif¨ªcil de aprehender. Sin embargo, son muchos los contrafuertes que estamos a tiempo de construir para preservar aquellos valores que nos configuran, de los que nos sentimos orgullosos y que, parad¨®jicamente, constituyen nuestro principal atractivo.
Al ver la que se nos ven¨ªa encima, ya en 2007 introdujimos en Catalu?a en la Ley del Derecho a la Vivienda dos instrumentos para abrir cortafuegos ante estas amenazas: la posibilidad de que las ciudades obliguen a dedicar una parte de las nuevas viviendas a vivienda protegida, y que se puedan someter las transacciones inmobiliarias residenciales al derecho de tanteo y retracto de la Administraci¨®n. El objetivo de ambos instrumentos es conseguir que en la ciudad ya construida no disminuya el porcentaje de viviendas a precios asequibles, sino que se preserve y crezca como garant¨ªa de seguir contando con la deseable cohesi¨®n social. Ambas medidas han recibido much¨ªsimas cr¨ªticas, pero Viena, Par¨ªs y Londres cuentan con ellas. Sus pol¨ªticos ¡ªde muy distinto color a lo largo de los a?os¡ª las han considerado no s¨®lo necesarias, sino imprescindibles.
Barcelona ha echado mano de los dos instrumentos de manera extraordinariamente valiente, a juzgar por lo muy criticada que ha sido por ello. La obligaci¨®n de someter a tanteo las operaciones inmobiliarias ofrece una informaci¨®n de primer orden a la Administraci¨®n para conocer lo que va a ocurrir en este mercado y, en consecuencia, poder actuar de forma preventiva, adquiriendo inmuebles por motivos de precio, localizaci¨®n o protecci¨®n social. Y siempre con el doble objetivo de aumentar el parque p¨²blico y social de pisos y de proteger a los m¨¢s vulnerables. En Par¨ªs, mediante el tanteo o la compra directa de inmuebles, en lo que va de siglo el parque social ha aumentado en 70.000 viviendas, hasta llegar al 25% de las viviendas de la ciudad.
La operaci¨®n de la Casa Orsola, finalmente adquirida por el Ayuntamiento, no se ha realizado por el sistema de tanteo. Los residentes no eran vulnerables en el sentido econ¨®mico del t¨¦rmino y quiz¨¢s ello desaconsejaba la adquisici¨®n. Pero cuando la no renovaci¨®n de los contratos de alquiler ¡ªaun siendo legal¡ª no es puntual, sino que tiene una dimensi¨®n masiva, ?no supone un detonante del riesgo de conversi¨®n de todos los inquilinos en vulnerables residenciales? ?No deber¨ªan encenderse todas las alarmas cuando la compra privada de un edificio lleva consigo la clara voluntad de sustituir a sus residentes lo m¨¢s r¨¢pidamente posible?
Lo deseable es actuar de forma preventiva en lugar de reactiva ¡ªcomo ha sido ahora el caso¡ª para evitar el fuerte desgaste social y racionalizar el uso de recursos p¨²blicos. Y para ello ¡ªy este corolario que ya se est¨¢ convirtiendo en cansino estribillo¡ª resulta imprescindible incrementar los presupuestos p¨²blicos para las pol¨ªticas de vivienda. De lo contrario, aunque contamos con una buena legislaci¨®n, ser¨¢ papel mojado o, a lo sumo, su aplicaci¨®n se volver¨¢ casi testimonial.
S¨®lo con mayores recursos podremos dar a David la fuerza necesaria para que no tenga que salir corriendo ante la terror¨ªfica presencia de Goliat. Porque lo que nos estamos jugando con todas las Casas Orsola es no ¨²nicamente el derecho a la vivienda, sino tambi¨¦n el derecho a la ciudad. De nosotros depende que acabemos todos o no como vulnerables en ella.