El ¡®scroll¡¯ infinito
Los lectores escriben sobre el consumo de pantallas, el discurso del odio, la sanidad p¨²blica, y la fragilidad de Europa

Miro mi m¨®vil: ayer cuatro horas y 24 minutos de uso. No recuerdo haber hecho nada realmente importante con ese tiempo. Solo deslic¨¦ el dedo, mir¨¦ v¨ªdeos, le¨ª publicaciones, salt¨¦ de una cosa a otra sin darme cuenta. Antes, cuando no exist¨ªan los m¨®viles ni internet, esas horas se llenaban de vida. Se hablaba sin interrupciones, se le¨ªan libros con calma, se escrib¨ªan cartas. Hab¨ªa tardes de paseo, de juegos, de aprendizaje. Las horas no se evaporaban; se usaban. Si no le regalara mis horas a las pantallas quiz¨¢s escribir¨ªa m¨¢s, tocar¨ªa un instrumento, tendr¨ªa conversaciones sin mirar de reojo el m¨®vil. Tal vez me permitir¨ªa aburrirme y, en ese vac¨ªo, encontrar¨ªa nuevas ideas. El tiempo que se va no vuelve. Y cada d¨ªa, sin darnos cuenta, dejamos que nos lo roben.
Roc¨ªo Garc¨ªa Vijande. Gij¨®n
Ultras a pie de barra
Las palabras ya no se valoran en el momento de decirlas. Sin pensar en las consecuencias de verbalizarlas en voz alta. Ni tampoco se tiene en cuenta qui¨¦n est¨¦ presente. O si son verdades o mentiras. Ya poco o nada importa el da?o que se pueda hacer. O si el comentario es ofensivo, violento, xen¨®fobo o fascista. El odio hacia el otro ya est¨¢ plenamente aceptado. Hasta el punto de que el individuo apoyado a pie de barra ya se atreve abiertamente a hacer bandera del odio y del desprecio en sus comentarios. Y todo se ensucia a¨²n m¨¢s cuando los dem¨¢s all¨ª presentes le r¨ªen y premian dichos comentarios. A esto hemos llegado.
Manuel L. Nan¨ªn. O Carballi?o (Ourense)
Un s¨¢bado de febrero
Son las 9.30 de la ma?ana. Mi hija me llama para decirme que ha roto aguas esta madrugada y que est¨¢ en un hospital p¨²blico para dar a luz a su primer hijo, mi primer nieto. Me siento terriblemente orgullosa de ella. Me llama la atenci¨®n su manera de agradecer por adelantado a los profesionales de la sanidad p¨²blica, expres¨¢ndoles lo afortunada que se siente de contar con ellos. En este momento tan cotidiano, pero al mismo tiempo tan importante, reparo en la grandeza de los derechos sociales que hemos conseguido y que estamos en peligro de perder. Europa tiene por delante un gran reto, mantener y ampliar estos derechos. Que nadie nos diga c¨®mo tenemos que vivir y los valores que tenemos que abanderar.
Mar¨ªa Hern¨¢ndez. Los Realejos
Repartirse el mundo
Seg¨²n parece, una mayor¨ªa de brit¨¢nicos ya est¨¢n arrepentidos del Brexit. Me pregunto cu¨¢nto tiempo tardar¨¢n los estadounidenses en arrepentirse de haber otorgado poder absoluto a un delincuente. El da?o reputacional para este pa¨ªs que se considera a s¨ª mismo ¡°l¨ªder del mundo libre¡± (ahora suena a sarcasmo) debe ser incalculable. Esta amenaza global que representa Trump es, sin embargo, la gran oportunidad que tiene Europa de construir una comunidad soberana e independiente, libre de tutelas y al margen de las tres potencias que quieren repartirse el mundo: Rusia, China y EE UU.
Miguel ?ngel Cuevas Cos¨ªo. Sancibri¨¢n (Cantabria)
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