El disciplinamiento feroz de Milei
Cabe preguntarse si personas cercanas al presidente argentino tuvieron informaci¨®n sobre los antecedentes de los involucrados en el esc¨¢ndalo $Libra, pero callaron para evitar consecuencias personales

Motosierra, ejecutados, guillotina, ensobrados, econochantas y un nutrido lote de otros ep¨ªtetos conforman el lenguaje cotidiano que ha impuesto el presidente argentino Javier Milei. Si bien esta modalidad de comunicaci¨®n lleva apenas un a?o, ya es posible hacer un an¨¢lisis de sus consecuencias, al menos, inmediatas. Su desembarco en la Casa Rosada tiene mucho que ver con el enojo de la poblaci¨®n hacia una clase pol¨ªtica ineficiente y corrupta que no daba respuestas a los crecientes problemas de la sociedad. Sali¨® de entre ellos y lider¨® con una mezcla de aciertos y vulgaridades con las que el p¨²blico se identific¨®. Desde entonces, se viene desarrollando una pol¨ªtica de mano dura sobre el pensamiento que fue en aumento.
La lista de ejemplos es largu¨ªsima. Muchos hacen estad¨ªsticas de cu¨¢ntos funcionarios son despedidos por d¨ªa y el n¨²mero alarma; pero no es solamente la cantidad, sino tambi¨¦n la forma y el motivo. Porque que el mism¨ªsimo presidente diga en televisi¨®n que un ministro ¡°se est¨¢ enterando ahora¡± de su remoci¨®n, o por un tuit es una humillaci¨®n innecesaria. Pero ese es el estilo; el que cae en desgracia es despedido con deshonra y ni se le agradecen los servicios prestados, un formato universalmente acordado a menos que mediara una afrenta o falta grav¨ªsima, cosa que hasta el presente, no ocurri¨®.
No parece que la tendencia vaya a cambiar, sino que se profundiza. El reciente episodio con la fallida criptomoneda que empez¨® con un inocente tuit y en cuesti¨®n de horas se transform¨® en un esc¨¢ndalo internacional podr¨ªa y deber¨ªa ser el inicio de un rotundo cambio de estrategia en dos ¨¢mbitos igualmente sensibles: la selecci¨®n de funcionarios e ¡°¨ªntimos¡± y la gesti¨®n comunicacional. Manuel Adorni es contador; Santiago Caputo, bachiller; Karina Milei, licenciada en marketing. Tal vez sea hora de reconocer que el ejercicio de la primera magistratura requiere de una especializaci¨®n en el ¨¢rea que, hasta ahora, descansa sobre amateurs.
Los primeros movimientos sugieren que insistir¨¢n por ese camino y con ¡°la mano¡± que le den los periodistas amigos; sin embargo, en este momento de volatilidad no solo de los mercados, sino, por primera vez, del prestigio presidencial, no basta solo con pontificar sobre las bondades de la meritocracia. La cuesti¨®n es la consecuencia de esta pol¨ªtica de sumisi¨®n que se ha venido practicando. ?C¨®mo estar seguros de que los colaboradores que se consiguen est¨¢n consustanciados con las ideas o simplemente tienen temor a ser despedidos? La otra pregunta que cabe hacerse es ?al gobierno realmente le importa el aporte de las personas que suma a sus equipos o solo son figuras decorativas que hacen mientras el poder y las decisiones pasan por otro lado?
El disciplinamiento feroz provoca par¨¢lisis y mediocridad; nadie que haya accedido a un cargo querr¨¢ ser removido, para lo cual guardar¨¢ silencio y evitar¨¢ tomar medidas que provoquen el desagradado del presidente, o sea, se cultivar¨¢ la inmovilidad. Pero as¨ª, el deterioro de la calidad de colaboradores tambi¨¦n resultar¨¢ forzoso, pues no habr¨¢ quien se arriesgue a que su prestigio, construido con a?os de trayectoria en el ¨¢rea que fuera, sea revoleado por una ventana al son de un par de insultos.
Cabe preguntarse, por ejemplo, si algunas personas cercanas tuvieron informaci¨®n sobre los dudosos antecedentes de los involucrados en el affaire $Libra, pero callaron y prefirieron evitar un encontronazo con el ¡°tri¨¢ngulo de hierro¡± y las consecuencias personales que eso acarrear¨ªa. Hubo expectativas de que el ejercicio del poder aplacar¨ªa el temperamento explosivo de Milei, tal vez inspirados en que pasar de su origen humilde a presidente de la rep¨²blica saldar¨ªa sus deudas con la vida. Sin embargo, fue lo contrario. Aquel ni?o destratado mostr¨® que sus heridas a¨²n estaban abiertas. Porque, en pol¨ªtica, se tienen adversarios, no enemigos; y hasta el d¨ªa de la elecci¨®n.
Luego, el sistema se nutre tanto de las coincidencias como del disenso y la divisi¨®n de poderes reparte y limita por igual a quienes ejercen cargos de relevancia dentro de la burocracia estatal. Luego est¨¢ la prensa, que irrita a los gobernantes en general y a los gobernantes autoritarios en particular. Eso, sumado a que, en pa¨ªses como la Argentina, la concentraci¨®n de la riqueza provoca una seria distorsi¨®n en las relaciones entre el poder pol¨ªtico y el econ¨®mico. El empresariado conquista un rol de jugador significativo con peso pol¨ªtico propio que desemboca, inexorablemente, en relaciones prebendarias.
Todos estos males son anteriores al peronismo, pero se consolidaron con ¨¦l como una forma de ejercer la funci¨®n p¨²blica. En 2023, el gran p¨²blico entendi¨® que ¡°el le¨®n¡± ven¨ªa a barrer con esos y otros privilegios enquistados. Pero result¨® que solamente se fue, y no del todo, el kirchnerismo expl¨ªcito y fue reemplazado por el menemismo, ese peronismo light de los ¡®90 de buenos modos y malos h¨¢bitos. Sin embargo, justo es reconocer que la ira no es una condici¨®n menemista. A la pol¨ªtica y las personas de aquella d¨¦cada se le ha sumado un clima de beligerancia permanente que solo admite la sumisi¨®n absoluta y la descalificaci¨®n de cualquier opini¨®n que se corra un mil¨ªmetro del relato oficial. Nadie parece interpretar que el debate de ideas ilumina, mejora y perfecciona.
En los ¨²ltimos d¨ªas qued¨® demostrado que es preciso detener este modo de comunicaci¨®n. Los excesos alcanzaron para llegar, pero el clima de enfrentamiento que promueve el propio gobierno se ha vuelto irrespirable, m¨¢s ahora, cuando su cualidad de impoluto se ha astillado.
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