S¨²bditos o cortesanos
La doctrina militar conocida como ¡°conmoci¨®n y pavor¡± est¨¢ haciendo que, de momento, Trump consiga lo que quiere

Las cosas suelen ser lo que parecen, y las visitas de los l¨ªderes de las dos potencias nucleares europeas a Washington se parecieron bastante a una genuflexi¨®n ante el nuevo monarca naranja de la tecnoligarqu¨ªa global. Hay algo pat¨¦tico en la escena en la que Starmer le da a Trump una carta ¡°realmente especial¡± del rey Carlos como ¡°algo que no hab¨ªa sucedido antes¡±, un gesto ¡°sin precedentes¡±, de rey a rey, pol¨ªtico laborista mediante, proyectando las miserias de una expotencia imperial que transita malamente su decadencia frente al pobre Estados Unidos, que sobreact¨²a como constataci¨®n de su claro declive imperial. Y luego Macron, siempre Macron, el mismo que prepar¨® el besamanos de Notre Dame antes incluso de que Trump tomara posesi¨®n. All¨¢ va a hacer las Am¨¦ricas en lugar de acudir con otros l¨ªderes europeos y una posici¨®n unificada para negociar. Bonito favor a Trump, a quien ahorra enfrentarse a un bloque cohesionado que exija compromisos concretos en materia de ayuda internacional o de defensa.
La estrategia del shock and awe de Trump funciona, vaya si funciona. La doctrina militar conocida como ¡°conmoci¨®n y pavor¡± est¨¢ haciendo que, de momento, Trump consiga lo que quiere. La respuesta europea est¨¢ fragmentada, sin nadie que hable en su nombre. La estrategia de Starmer, al que Macron invit¨® a la cumbre de Par¨ªs, no est¨¢ del todo clara. Ambos, por cierto, se han apresurado a recortar la ayuda al desarrollo para subir el gasto en defensa. ?Resultado? Trump, 2; Europa, 0. La ofensiva contra la cooperaci¨®n internacional impulsada en EE UU por la extrema derecha gana terreno en Europa. Dejar de invertir en regiones en crisis repercutir¨¢ en el aumento de refugiados y migrantes econ¨®micos, que tambi¨¦n aprovechar¨¢ la ultraderecha. Invertir menos en pa¨ªses en desarrollo significa menos mercados din¨¢micos, menos oportunidades comerciales y un aumento de la influencia de China o Rusia en dichas regiones. As¨ª que enhorabuena por el cortoplacismo.
Quiz¨¢ sea la raz¨®n de que Europa solo parezca tener una mirada b¨¦lica sobre el futuro. Pero despu¨¦s de Ucrania vendr¨¢n m¨¢s guerras, y el futuro no se soluciona solo desde el rearme. ?Por qu¨¦ no aprovechamos realmente nuestras fortalezas? Si Europa es una potencia comercial, ?por qu¨¦ no nos acercamos de veras a China, si adem¨¢s, como dice Krastev lo que Trump espera es que Rusia rompa su alianza con China? Enviar¨ªa un mensaje claro a Trump, uno muy distinto de nuestro habitual baboseo diplom¨¢tico, uno desde el lenguaje que realmente entiende, el del poder y la fuerza, el mismo que habla con Xi Jinping y con Putin, aunque equipararlos sea un error. Trump es un hombre vol¨¢til e imprevisible que utiliza la Casa Blanca para hacer negocios; Xi un aut¨®crata nacionalista que gobierna desde el control pol¨ªtico y la estabilidad. Pero aun poni¨¦ndolos en el mismo saco, ?qu¨¦ nos impide practicar el juego del poder con China? Si nuestro aliado hist¨®rico nos hace el en¨¦simo corte de mangas, ?acaso no podemos tratar con nadie m¨¢s? Nuestros supuestos reparos ¨¦ticos para no acercarnos a China no dejan de ser curiosos, pues no se aplican a otras esferas econ¨®micas, por ejemplo, con el dinero que paga el deporte europeo desde las satrap¨ªas ¨¢rabes. Si hacemos negocios con China sin parar, ?por qu¨¦ no tejer con ella estrategias de poder e influencia? Europa necesita actuar ya: geopol¨ªticamente, fiscalmente, militarmente. Quiz¨¢ la agresi¨®n a Zelenski en el Despacho Oval empiece a cambiarlo todo. Porque si Europa no despierta ahora, solo tendremos dos salidas: ser s¨²bditos o cortesanos.
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