?Qu¨¦ les pasa, muchachos?
Mientras no desaparezcan las razones de la rabia juvenil, los ¡®criptobros¡¯ y los predicadores que dicen lo que el poder no quiere que sepas seguir¨¢n reinando

Cuando descubr¨ª que muchos chavales hab¨ªan cambiado los bares por los gimnasios supe que ¨ªbamos al desastre. Depilados, tatuados y con los m¨²sculos resaltados a cincel, la nueva masculinidad de podcasteros y criptobros se parece cada vez m¨¢s a una secuencia descartada de El triunfo de la voluntad que Leni Riefenstahl hubiese filmado con un m¨®vil. No dir¨¦ que cualquier tiempo pasado fue mejor, pues mi generaci¨®n fue tan descerebrada como todas, pero a quienes crecimos con la moda grunge de las camisas anchas de franela que igualaban al gordo y al flaco en la misma indiferencia desastrada nos llama mucho la atenci¨®n este culto al cuerpo.
Si mezclamos en una coctelera (para mi generaci¨®n, coctelera; para los j¨®venes, la met¨¢fora tendr¨ªa que ser una batidora con ingredientes detox) la devoci¨®n por la salud con el cabreo sostenido de los podcasteros que cuentan lo que no contamos los medios (o eso dicen, mientras comentan las noticias que en los medios se han publicado) y una situaci¨®n objetiva de marasmo econ¨®mico y social que les niega una casa y una carrera profesional, tenemos la explicaci¨®n a las encuestas que repiten que un porcentaje cada vez mayor de hombres j¨®venes se identifica con el autoritarismo y desprecia la democracia como una blandenguer¨ªa de viejos y nenazas.
La buena noticia es que la juventud se cura, como la varicela, y los fuegos purificadores de los veinte se convierten en la brasa de una barbacoa a los cuarenta. La mala noticia es que los Estados europeos son incapaces de romper el bucle de precariedad y vivienda cara que eterniza la adolescencia de tantos. Mientras no desaparezcan las razones de la rabia juvenil, los criptobros y los predicadores que dicen lo que el poder no quiere que sepas seguir¨¢n reinando. No caben sermones contra ellos, no hay nada que razonar. ?Acaso nosotros escuch¨¢bamos las palizas de nuestros mayores cuando dec¨ªan que fueron cocineros antes que frailes? Luchar por la democracia y frenar la expansi¨®n del trumpismo en todas sus mutaciones europeas pasa por un New Deal en el que los conceptos hipoteca y sueldo digno dejen de ser animales mitol¨®gicos para la parte m¨¢s din¨¢mica de la poblaci¨®n.
Los Estados-naci¨®n ya han fracasado en esto, pero una Europa en verdad unida puede lograrlo. ?No es esta una raz¨®n m¨¢s, aparte del miedo a Putin, para resucitar un europe¨ªsmo de base que rompa del todo las fronteras del continente? ?O vamos a esperar a que una bisnieta de Leni Riefenstahl coloque la c¨¢mara en un gimnasio low cost y nos ense?e c¨®mo triunfa otra vez la voluntad de los fuertes?
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