Debemos preparar nuestras propias represalias comerciales
Las medidas arancelarias anunciadas por EE UU suponen un ataque sin precedentes a la soberan¨ªa de los Estados europeos y de la propia Uni¨®n. El sindicalismo debe apoyar esta lucha de fondo de Europa contra Trump

Han bastado unas pocas semanas para que la segunda irrupci¨®n de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos haya puesto patas arriba muchas de las convenciones en las que se instalaba el mundo desde hac¨ªa d¨¦cadas. Las medidas anunciadas en materia de comercio, pol¨ªtica internacional o seguridad dan la puntilla a cualquier atisbo de orden multilateral y de un mundo con normas que pudiera quedar en pie. Con el frenes¨ª de quien pretende noquear al contrario al inicio del primer asalto marcando infinidad de golpes que se superponen uno sobre otro, el primer efecto de la segunda era Trump es haber provocado un shock paralizante ante al que hay que reaccionar.
Algunas de las m¨¢s preocupantes se?ales de esta ¡°nueva era¡± se emiten en clave interna estadounidense. No es aventurado pronosticar que el establishment de poder coronado en torno a Trump avanzar¨¢ en la conversi¨®n de EE UU en un r¨¦gimen autoritario, dif¨ªcilmente equiparable a una democracia liberal, y controlado por un Partido Republicano en manos de la extrema derecha trumpista. La hoja de ruta de este plan es el Proyecto 2025, elaborado por el think tank ultraconservador Fundaci¨®n Heritage. En su implementaci¨®n, el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en ingl¨¦s) que dirige Elon Musk desempe?a un papel principal con una cirug¨ªa de machete sobre la Administraci¨®n P¨²blica. El tiempo dir¨¢ si hablamos de recortes al uso, en la l¨®gica del catecismo neoliberal, o de una estrategia coercitiva por parte de una Administraci¨®n ejecutiva que va a deglutir la acci¨®n del resto de poderes del Estado.
Lo que est¨¢ fuera de toda duda es que el orden pol¨ªtico internacional, basado en las reglas, alianzas e instituciones multilaterales que surgieron de la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial, atravesado por los cambios que impusieron primero la Guerra Fr¨ªa y luego la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el hundimiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, est¨¢ derrumb¨¢ndose.
Lo que m¨¢s inmediatamente nos afecta como clases trabajadoras europeas es la pol¨ªtica de aranceles rec¨ªprocos anunciada el 13 de febrero. Esta pol¨ªtica supone una amenaza existencial para el sistema de comercio basado en reglas y un ataque a sectores productivos espa?oles y europeos. Hay que partir de la falsedad o insuficiencia del t¨¦rmino. No es solo una estrategia de confrontaci¨®n arancelaria estadounidense frente a la previsible respuesta europea. El Gobierno de EE UU los concibe tambi¨¦n en represalia contra cualquier impuesto al consumo como el IVA y contra las regulaciones europeas que no gusten a la Administraci¨®n de Trump (por ejemplo, las que puedan afectar a las grandes tecnol¨®gicas). Desde este punto de vista hablamos de un ataque sin precedentes a la soberan¨ªa de los Estados europeos y de la propia Uni¨®n.
Su objetivo econ¨®mico es deteriorar los saldos exportadores de los pa¨ªses con los que EE UU tiene un mayor d¨¦ficit comercial. Cuando tanto se habla de la falta de competitividad de las econom¨ªas europeas, se olvida que el enorme d¨¦ficit comercial de EE UU con la UE (235.571 millones de d¨®lares en 2023) es s¨ªntoma m¨¢s bien de lo contrario.
El efecto de estas medidas arancelarias sobre la econom¨ªa y el empleo en Espa?a puede parecer limitado a los 16.000 millones de euros que exportamos a EE UU en 2024 en productos manufacturados, qu¨ªmicos, agr¨ªcolas, as¨ª como en metales, vidrios y cer¨¢micas. El encarecimiento de estas exportaciones podr¨ªa conllevar su reducci¨®n, lo que disminuir¨ªa la actividad y el empleo, cierto, pero el impacto sobre nuestra econom¨ªa ser¨ªa mucho mayor, ya que buena parte del comercio exterior espa?ol se realiza con otros pa¨ªses de la eurozona, que a su vez (sobre todo Alemania) son grandes exportadores a EE UU.
A la Uni¨®n Europea no le interesa desatar una guerra comercial bas¨¢ndose en decisiones de escalada arancelaria rec¨ªproca, pero no es seguro que podamos evitarla. Conviene tener al menos claras algunas cuestiones.
La estrategia de respuesta a la agresividad trumpista debiera concitar consensos. En primer lugar, dentro de la Uni¨®n y, en segundo lugar, en el marco de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) junto con otros pa¨ªses afectados por las medidas de la Administraci¨®n de Trump, lo que emitir¨ªa una se?al inequ¨ªvoca de que se est¨¢ en disposici¨®n de unirse en la defensa de un comercio con normas.
La Comisi¨®n Europea, de forma paralela, deber¨ªa preparar una lista de represalias comerciales que afectasen a los sectores econ¨®micos exportadores m¨¢s sensibles de EE UU para anunciarlas en el momento en que se materialice cualquiera de las amenazas de aranceles, coordinando la respuesta con otros gobiernos de modo que se pueda maximizar el impacto de cualquier represalia.
Todas estas actuaciones deben incluir posicionamientos en la pr¨®xima cumbre del G-20, prevista en Sud¨¢frica, en la que se debe instar a dar un nuevo impulso a las instituciones multilaterales. Esto requiere de una intensa actividad diplom¨¢tica previa.
Pero aqu¨ª aparece un problema fundamental. Es dif¨ªcil generar esos consensos cuando el caballo de Troya del trumpismo anida ya en Europa. Estamos ante una disputa civilizatoria que cuestiona la democracia, hoy constituida en una forma de gobierno en retroceso. Los b¨¢rbaros ya est¨¢n aqu¨ª. Me refiero obviamente a las opciones neoreaccionarias de extrema derecha, antieuropeas, y que son el principal problema para emprender una respuesta por la defensa de los intereses de las clases trabajadoras y populares europeas ante la amenaza exterior planteada. Hoy gobiernan importantes Estados europeos, condicionan la gobernabilidad de otros y han sido naturalizados por parte de otras expresiones pol¨ªticas liberales y conservadoras, como sucede en el caso de Espa?a. Aislarlos es imprescindible. El apaciguamiento no sirve.
Un ¨²ltimo elemento. Resulta imperiosa la necesidad de desplegar una pol¨ªtica de inversi¨®n que refuerce la autonom¨ªa estrat¨¦gica en la UE. La intenci¨®n trumpista al repartirse Ucrania con Rusia y mandar a la UCI a la OTAN, desentendi¨¦ndose en apariencia de los compromisos atlantistas en materia de defensa, es forzar a las econom¨ªas europeas a dotarse de suministros militares y energ¨¦ticos de procedencia estadounidense. No es casualidad que desde el inicio de la invasi¨®n del territorio ucranio el incremento de las importaciones espa?olas desde EE UU est¨¦ ligado al petr¨®leo y al gas. Es el momento de apostar con m¨¢s intensidad por el despliegue de las energ¨ªas renovables que refuercen el suministro energ¨¦tico de forma aut¨®noma, y que para Espa?a pueden ser un factor de concurrencia en la econom¨ªa global, de reindustrializaci¨®n del pa¨ªs y de generaci¨®n de empleo de calidad.
Esta estrategia de inversi¨®n requiere de medidas audaces en la UE. Von der Leyen va a proponer que se flexibilicen las normas fiscales y las exigencias de los planes fiscales y estructurales nacionales, para permitir que el aumento en los gastos de defensa no contabilice para el c¨®mputo del d¨¦ficit y la deuda p¨²blica. Esta medida por s¨ª sola puede resultar contraproducente y desembocar en un incremento del gasto en compras de material armament¨ªstico a EE UU, acentuando nuestra dependencia en ese terreno. Es necesario a?adir el impulso de un Fondo Europeo de Inversiones Estrat¨¦gicas para las inversiones adicionales esenciales de la transici¨®n verde y para la reducci¨®n de la brecha de inversiones con EE UU y China en tecnolog¨ªas digitales avanzadas e inteligencia artificial. Habr¨ªa que movilizar recursos y tener en cuenta todas las necesidades de inversi¨®n ¡ªtecnol¨®gicas, verdes, sociales, adem¨¢s de en seguridad y defensa¡ª en su conjunto, de cara a la elaboraci¨®n del Marco Financiero Plurianual posterior a 2027.
La disputa es de fondo. El sindicalismo europeo debe jugar un papel proactivo ante las instituciones comunitarias y en cada uno de nuestros pa¨ªses para encarar el reto que tenemos por delante en la defensa de la democracia y el Estado social de derecho.
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