Sol, playa y hero¨ªna: el problema de las drogas en Zanz¨ªbar
En el pa¨ªs africano se mueven toneladas, all¨ª es barata y f¨¢cil de conseguir. Muchos isle?os son adictos y durante mucho tiempo se les trat¨® como apestados, hasta que empezaron a organizar su propia autoayuda
Los estrechos callejones est¨¢n llenos de gente, las tiendas de souvenirs rebosan de objetos, y en el aire flota el olor a carne asada. Sin embargo, lo que m¨¢s llama la atenci¨®n en Stone Town (Ciudad de Piedra), el centro hist¨®rico de la capital de Zanz¨ªbar, son las grandes puertas de las casas, adornadas con clavos y elementos ornamentales.
Eddy (nombre ficticio) se inclina sobre la miniatura de madera de una de esas puertas que tall¨® con todo detalle en enero de 2020. Tiene 32 a?os, est¨¢ delgado, la holgada camiseta de baloncesto le cuelga, y tiene la cabeza rapada cubierta de sudor. Cuenta que mientras trabaja con las manos consigue distraerse y no pensar en la siguiente dosis de hero¨ªna.
Actualmente, Eddy est¨¢ en desintoxicaci¨®n. Desde hace 120 d¨ªas vive en Tent Sober House, cerca de la Ciudad de Piedra, a donde van los toxic¨®manos para dejar la droga y rehabilitarse. La mayor¨ªa de los residentes son heroin¨®manos como ¨¦l. La isla de Zanz¨ªbar, perteneciente a Tanzania, es uno de los centros de recepci¨®n y distribuci¨®n del comercio de hero¨ªna de ?frica oriental. Desde aqu¨ª, la sustancia se hace llegar a los adinerados clientes de Europa.
M¨¢s del 90% de la hero¨ªna que circula en el planeta procede de unas cuantas provincias de Afganist¨¢n, el mayor productor de opio del mundo. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, los continuos conflictos y los controles rigurosos han restado atractivo a la ruta m¨¢s corta, a trav¨¦s de los Balcanes. Por eso, una parte da un rodeo por la llamada ruta Sur, que conduce al oeste de Europa a trav¨¦s de ?frica oriental.
Mientras la mayor parte prosigue su camino, en Zanz¨ªbar se ha instalado un c¨¢rtel estable en el que los empresarios y los propietarios de hoteles utilizan su dinero para atraerse a la polic¨ªa y los pol¨ªticos. As¨ª lo demuestran los recientes informes de ENACT, un programa para la lucha contra la delincuencia transnacional en ?frica desarrollado en colaboraci¨®n con la Interpol. Seg¨²n ENACT, los camellos de Stone Town tambi¨¦n pagan una especie de soborno a la polic¨ªa, y as¨ª consiguen protecci¨®n oficial.
Eddy no recuerda exactamente cu¨¢ndo empez¨® a consumir drogas. ¡°Era muy joven. En tercero o en cuarto de primaria me expulsaron del colegio por eso. Creo que con unos ocho a?os ya estaba enganchado¡±, calcula.
Empez¨® fumando marihuana, y luego empez¨® a beber. Pronto no era capaz de seguir las clases si no ten¨ªa suficiente alcohol en la sangre. En alg¨²n momento prob¨® la coca¨ªna. ¡°Cuando me despertaba borracho, esnifaba coca¨ªna para poder ir al colegio y hacer un examen. Pero lleg¨® un momento en que consum¨ªa demasiada: antes de beber, despu¨¦s de beber... Continuamente¡±. Ya no pod¨ªa dormir. Entonces, alguien le habl¨® de la hero¨ªna y le dijo que era buena para relajarse. Esa droga produce un efecto narc¨®tico y, al mismo tiempo, euforizante. Al principio, Eddy la consum¨ªa como un suplemento a la coca¨ªna. Poco despu¨¦s, se pas¨® totalmente a la hero¨ªna.
Seg¨²n el Gobierno, alrededor del 1% de los habitantes de la isla son adictos a los opi¨¢ceos, lo cual por s¨ª solo situar¨ªa a Zanz¨ªbar por encima del 0,6% de la media mundial. No se dispone de cifras recientes fiables, pero las ¨²ltimas encuestas independientes ya arrojaron porcentajes mucho peores hace 17 a?os. En un estudio de 2003 realizado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, m¨¢s del 7% de los entrevistados en la Stone Town admiti¨® haber consumido hero¨ªna en los 30 d¨ªas anteriores.
Debido a que Zanz¨ªbar est¨¢ situada en la ruta comercial hacia Europa, la hero¨ªna es especialmente barata. En el centro de la capital, por un gramo casi puro se paga el equivalente a siete euros. Seg¨²n la ONU, en Estados Unidos se pagar¨ªa unos 780 euros por la misma calidad, es decir, m¨¢s de 100 veces m¨¢s. Rociada en un cigarrillo y fumada, aspirada en polvo o hervida e inyectada, en la isla un coloc¨®n cuesta menos de un euro, y por lo tanto, sale m¨¢s barato que una botella de cerveza.
No obstante, en Zanz¨ªbar el ingreso diario medio de una persona es de alrededor de un euro, de manera que financiar la dependencia no es f¨¢cil. A pesar de ello, Eddy siempre consegu¨ªa el siguiente chute. ¡°He perdido casi todo por culpa de la adicci¨®n: mi empleo, a mi mujer y a m¨ª mismo¡±. A veces se manten¨ªa a flote con trabajos precarios, y en caso de emergencia, timaba a los traficantes. ¡°Habr¨ªa vendido sin dudar todo lo que ten¨ªa. Habr¨ªa hecho cualquier cosa. No ten¨ªa opci¨®n: ten¨ªa que conseguir la siguiente dosis de hero¨ªna¡±.
En Zanz¨ªbar, la falta de perspectivas afecta especialmente a la gente joven. En 2008, el 8,7% de los j¨®venes de entre 15 y 24 a?os no ten¨ªa trabajo. En 2014, el porcentaje era ya del 27%. Como el tiempo pasaba y el Estado no ofrec¨ªa ayuda para la desintoxicaci¨®n, los toxic¨®manos de la isla organizaron su propia autoayuda. En 2008, un zanzibar¨ª que hab¨ªa estado en un centro similar en Kenia, fund¨® la primera Sober House en Zanz¨ªbar. Desde entonces, m¨¢s de 9.000 personas se han desintoxicado en una de las casas de la isla.
¡°Algunos de nuestros usuarios han vuelto a casa tras el proceso y han fundado una Sober House en su comunidad siguiendo el mismo modelo¡±, cuenta Abdulrrahman Abdullah, de 38 a?os, director de la Tent Sober House en la que Eddy ha pasado las ¨²ltimas semanas. En Zanz¨ªbar hay ahora ocho de estos centros de atenci¨®n.
Eddy estuvo posponiendo mucho tiempo su primer tratamiento de desintoxicaci¨®n. ¡°No quer¨ªa que todos supiesen que era adicto¡±. Ten¨ªa miedo de las miradas y los prejuicios. ¡°Da igual que sigas consumiendo o no. La gente piensa lo mismo de todos nosotros: que robamos y enga?amos¡±.
El 99% de la poblaci¨®n de Zanz¨ªbar es musulmana, y por lo tanto, le est¨¢ prohibido incluso el consumo de alcohol. Los drogadictos est¨¢n especialmente mal vistos, y a menudo se les trata como apestados.
Al principio, esto fue un obst¨¢culo para instalar casas de rehabilitaci¨®n en los barrios residenciales. ¡°La gente espera que esta clase de centros se sit¨²en fuera de la ciudad¡±, explica Abdullah. Sin embargo, ¨¦l y sus usuarios consiguieron cambiar en gran medida esta actitud mediante campa?as, charlas y voluntariado en el vecindario. ¡°Ahora la gente entiende que los toxic¨®manos son enfermos y necesitan ayuda. Ya no los consideran delincuentes peligrosos¡±, cuenta el director de Tent Sober House, que, adem¨¢s, ha conseguido que, desde hace tres a?os, la cura de desintoxicaci¨®n sea una alternativa a las penas de c¨¢rcel en Zanz¨ªbar.
Eddy acudi¨® a Sober House por primera vez en 2004. All¨ª, cada uno tiene diferentes tareas y la jornada claramente estructurada, ¡°porque eso es algo que a los toxic¨®manos les falta¡±, explica Abdullah. Hay dormitorios comunes con colchones en el suelo, una cocina, un peque?o taller y un patio polvoriento. Est¨¢n prohibidas todas las drogas. Las puertas de la casa se dejan siempre abiertas, ya que la estancia en ella tiene que ser una decisi¨®n libre. En las paredes cuelgan fotos de exusuarios, y por todas partes hay letreros motivadores. ¡°Nos alegrar¨¢ que vuelvas, pero, por favor, vuelve limpio [de drogas]¡±, dice, por ejemplo, en el lado interior de la gran puerta de entrada en letras rojas y blancas.
La desintoxicaci¨®n se basa en el programa de 12 pasos de Alcoh¨®licos An¨®nimos. Los objetivos se enumeran en un cartel amarillento colgado en la sala de reuniones. Seg¨²n el director, alrededor del 40% de los clientes lo consiguen, mientras que el resto recae.
La mayor¨ªa de los usuarios no pagan por el programa. Sober House se financia principalmente con donativos. Quienes se lo pueden permitir, pagan a Abdullah 150.000 chelines al mes, el equivalente a unos 55 euros.
Las Sober Houses de Zanz¨ªbar son solo para hombres. La ¨²nica que hab¨ªa para mujeres tuvo que cerrar hace tres a?os. ¡°En nuestro pa¨ªs nadie quiere ayudar a las mujeres toxic¨®manas¡±, lamenta Abdullah. Ni la familia, ni los amigos, ni tampoco los vecinos dar¨ªan apoyo a una mujer durante la desintoxicaci¨®n. ¡°Por eso la Sober House para mujeres no sobrevivi¨®. No ten¨ªan dinero¡±.
Sin embargo, desde 2015 hay una alternativa a estos centros, accesible tambi¨¦n a las mujeres. Se trata de un programa p¨²blico de administraci¨®n de metadona en el que los toxic¨®manos reciben este opioide sint¨¦tico en sustituci¨®n de la hero¨ªna. La sustancia act¨²a sobre los mismos receptores que la droga, calmando as¨ª las exigencias f¨ªsicas de los adictos. Sin embargo, no tiene su efecto euforizante. Seg¨²n Abdullah, este m¨¦todo es una oportunidad, en particular para las mujeres. Cree que est¨¢ bien que los toxic¨®manos pueden elegir libremente en qu¨¦ programa quieren seguir: ¡°Solo hay una manera de entrar en la adicci¨®n, pero hay muchas de salir de ella¡±.
Eddy ha estado en cinco ocasiones en Sober House, y las cinco ha reca¨ªdo. ¡°Siempre vuelvo a consumir hero¨ªna, eso es lo malo. Pero en los ¨²ltimos a?os he conseguido muchas cosas. Por ejemplo, he reconocido mi adicci¨®n y he aprendido a enfrentarme a los problemas de otra manera¡±.
Ahora, Eddy est¨¢ en su sexto proceso de desintoxicaci¨®n. Durante todos estos a?os, las drogas le han servido para apaciguar sus emociones. ¡°Estar sobrio es un estado nuevo para m¨ª. Todas mis sensaciones son diferentes, y tengo que aprender a manejarlas¡±. El trabajo art¨ªstico con las miniaturas de madera de las puertas de la Ciudad de Piedra le permite pasar un buen rato. ¡°Nunca hubiese pensado que se me dar¨ªa bien. Poco a poco empiezo a creer en m¨ª otra vez¡±.
Este reportaje fue publicado originalmente en alem¨¢n en la secci¨®n Globale Gesellschaft de Der Spiegel.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.