La cara B de Europa
Un improvisado campamento de refugiados en pleno Par¨ªs simboliza la incapacidad de los pa¨ªses europeos de dar una respuesta efectiva y solidaria a la crisis migratoria
En enero de 1998 se inauguraba al norte de Par¨ªs el Stade de France. Aquella g¨¦lida noche de marzo se enfrentaba la selecci¨®n francesa a la espa?ola y, meses m¨¢s tarde, el combinado tricolor gan¨® all¨ª mismo su primera Copa del Mundo. Desde entonces se han celebrado infinidad de grandes conciertos y numerosos eventos deportivos, desde partidos de rugby a finales de la Champions League, convirti¨¦ndose as¨ª en un lugar emblem¨¢tico para el deporte mundial. Curiosamente, a escasos metros de este santuario deportivo se encuentra un campo de refugiados con m¨¢s de 750 tiendas de campa?a. Las dos caras de un mismo s¨ªmbolo en pleno coraz¨®n de Europa.
El improvisado campamento, que se monta y desmonta en funci¨®n de las intervenciones de la polic¨ªa, concentra en torno a dos millares de personas a la espera de un refugio seguro que los proteja en los fr¨ªos meses que est¨¢n por llegar. Algunos consiguen resguardarse debajo de la autopista A-1, otros junto al cauce del canal. Al otro lado de la avenida comienza Saint Denis, la comuna con la poblaci¨®n m¨¢s joven del pa¨ªs galo, tambi¨¦n la m¨¢s pobre. All¨ª convergen centenares de nacionalidades y tan solo el 50% de la poblaci¨®n permanece m¨¢s de diez a?os. La leyenda y la realidad estigmatizan el municipio en cuya bas¨ªlica est¨¢n enterrados ni m¨¢s ni menos que los reyes de Francia. Otra vez la cara y la cruz en un mismo lugar.
No son como los campos de Moria, Siria o Kenia; aqu¨ª las tiendas son donadas por asociaciones, hechas por ellos o compradas en un Decathlon a pocos metros del lugar. A la entrada, un grupo juega al f¨²tbol y otros revisan su cuenta de Facebook e Instagram, al fin y al cabo son j¨®venes con ganas de comerse el mundo. Llevan meses, e incluso a?os, vagando de pa¨ªs en pa¨ªs por culpa de las armas y de las leyes que no les permiten quedarse en tierra segura. Un ejemplo de c¨®mo un sue?o se puede convertir en una aut¨¦ntica pesadilla. No hay grupos de mujeres, aunque s¨ª hay familias con ni?os, que dentro de no tantos a?os explicar¨¢n a sus descendientes c¨®mo les acogieron en la Europa de la libertad y del estado de bienestar. Par¨ªs no es tan rom¨¢ntico cuando no tienes un m¨ªsero euro en el bolsillo.
Alguno chapurrea franc¨¦s, casi todos hablan ingl¨¦s e incluso alem¨¢n, porque son gente bien educada que en su d¨ªa tuvo una vida estable y la guerra y el hambre les hicieron huir de su casa. Vienen principalmente de Afganist¨¢n, seguidos de pa¨ªses de ?frica como Somalia o Eritrea. Cada d¨ªa salen a intentar batirse en duelo con la interminable burocracia o a buscarse la vida en la gran ciudad. Comer caliente, poder ducharse o cargar el m¨®vil en una biblioteca p¨²blica es ya de por s¨ª una victoria. Desgraciadamente, en el campamento no todos portan mascarilla, porque o bien no la tienen o sencillamente el fr¨ªo y el hambre convierten al coronavirus en un problema menor. Un joven se acerca amigablemente despu¨¦s del reparto de comida, no quiere decir su nombre, sin embargo cuenta c¨®mo ha sido su particular Interrail por Grecia, Italia y Alemania, donde incluso dej¨® una novia que piensa recuperar.
Alguno chapurrea franc¨¦s, casi todos hablan ingl¨¦s e incluso alem¨¢n, porque son gente bien educada que en su d¨ªa tuvo una vida estable y la guerra y el hambre les hicieron huir de su casa
Entre las tiendas de campa?a se puede ver todav¨ªa el cartel de bienvenida de la Euro 2016. Se acerca el invierno y las hogueras para calentarse se multiplican, no as¨ª los recursos, pues tan solo se dispone de un punto de agua para todo el campamento. Por no hablar de los compa?eros que est¨¢n dispersos por toda la ciudad y de los que se quedaron en el camino. Las autoridades se pasan la pelota sin asumir m¨¢s responsabilidades que la recogida de basuras. El problema de las competencias entre administraciones no es algo solo de Espa?a. Quiz¨¢s lo m¨¢s dram¨¢tico no es solo la ignominia de los poderes p¨²blicos; pocos medios se hacen eco de un gran problema humanitario a la puerta de casa. No conviene dar una mala imagen cuando los ansiados Juegos Ol¨ªmpicos de 2024 est¨¢n a la vuelta de la esquina.
No todo es desolaci¨®n. La sociedad civil tambi¨¦n es capaz de reaccionar cuando parece que las autoridades se quedan paralizadas. Un ejemplo es el colectivo Solidarit¨¦ Migrants Wilson, un grupo asambleario formado por vecinos de comunas cercanas. Cada jueves se re¨²nen en torno a 30 personas. Reparten comida, mascarillas, informaci¨®n y esperanza. Quiz¨¢s la ¨²nica cara amable que muchos encuentran en una sociedad que parece mirar para otro lado. En este proyecto caben todos: j¨®venes, mayores, estudiantes, profesionales, musulmanes, ateos, sacerdotes e incluso alg¨²n chaleco amarillo. Como por ejemplo Marie, madre de dos hijas que harta de ver la miseria cerca de su casa decidi¨® actuar y cada semana cocina en su casa para cien personas. O Juliette, estudiante que vive en el Cinqui¨¨me, pero viene en bicicleta todos los jueves por la noche. Y as¨ª una larga lista de ciudadanos dispuestos a unirse para reaccionar contra el silencio y mostrar as¨ª la cara m¨¢s acogedora de la vieja Europa.
La covid-19 nos ha demostrado que nuestra vida puede empaparse de incertidumbre en cuesti¨®n de horas, algo as¨ª viven los casi 80 millones de refugiados durante una buena parte de su vida. Para ellos, este segundo confinamiento supondr¨¢ una vuelta de tuerca que les complica a¨²n m¨¢s conseguir comida y agilizar la burocracia. Cuando no tienes casa, un confinamiento parece una broma pesada.
No obstante, conviene no enga?arse, este campo de la verg¨¹enza ¨Dcomo as¨ª lo llaman algunos¨D no es solo un problema de Francia que suele ser generosa en cuanto a recursos sociales se refiere, es una cuesti¨®n de toda la Uni¨®n Europea que no logra dar una respuesta migratoria conjunta a la altura de sus valores y de sus expectativas. Seg¨²n el Eurostat ¨DOficina Europea de Estad¨ªstica¨D, solo en 2019 hubo 612.700 nuevos solicitudes de asilo en la Europa de los 27, excluyendo por tanto a los que ya lo han solicitado antes. De ellos solo el 38% de las decisiones sobre asilo en primera instancia en la EU-27 tuvieron resultados positivos, siendo los sirios, los afganos y los venezolanos los principales demandantes. El resto quedan condenados a esperar en un extra?o purgatorio o a huir de pa¨ªs en pa¨ªs.
Son las grietas de un sistema capaz de lograr grandes proyectos pero que no consigue defender la dignidad del vecino que le ruega ayuda, otra vez la cara B. Probablemente falte entendimiento, visi¨®n de conjunto y, sobre todo, voluntad en cuanto a la pol¨ªtica migratoria se refiere. Es cierto que tenemos casos de fracasos migratorios donde poder aprender y tambi¨¦n pol¨ªticos que tratan de sacar provecho de esta triste situaci¨®n, sin embargo cada pa¨ªs de la Uni¨®n Europea tiene multitud de ejemplos donde la integraci¨®n ha sido posible y se han hecho bien las cosas. No solo es una cuesti¨®n legal, es una cuesti¨®n humanitaria. El problema no solo est¨¢ en las costas del Mediterr¨¢neo, en ?frica o en Am¨¦rica como mucha gente cree, el drama de los refugiados sigue latente, incluso en el mismo coraz¨®n de Europa.
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