Castas, eunucos y bragas rosas para pensar el feminismo en India
¡°No podemos ser un muro en la frontera, sino la fisura de ese muro¡±, dice la polit¨®loga india Nivedita Menon. En esta idea y en la influencia del colonialismo ahonda en su libro ¡®Ver como feminista¡¯, reci¨¦n traducido al espa?ol
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En 1985, una mujer musulmana llamada Shah Bano reclam¨® la manutenci¨®n a su exmarido ante el Tribunal Supremo de India. Ten¨ªa de su lado la legislaci¨®n nacional, m¨¢s precisamente el art¨ªculo 125 del C¨®digo de Procedimiento Penal, mientras el esposo se amparaba en la ley religiosa personal para no pagar m¨¢s all¨¢ de los tres primeros meses tras el divorcio. La sentencia determin¨® que no hab¨ªa incompatibilidad entre la sharia y el art¨ªculo 125.
En las calles, la controversia social aument¨®, con manifestantes en uno y otro sentido, hasta que el Gobierno de Rajiv Gandhi anul¨® la sentencia judicial y decret¨® que las mujeres divorciadas musulmanas quedaban excluidas del derecho a la cuota de manutenci¨®n, por la llamada Muslim Women Act (el acta de la protecci¨®n de los derechos sobre el divorcio), de 1986. El debate sobre un c¨®digo civil uniforme dejaba expuesta una tensi¨®n ya presente en la Constituci¨®n entre los derechos de las mujeres como ciudadanas y las normas que las englobaban en el ¨¢mbito de las leyes comunitarias. As¨ª lo explica la catedr¨¢tica india Nivedita Menon en su libro Ver como feminista (en la colecci¨®n El origen del mundo, de Consonni), publicado recientemente en espa?ol con traducci¨®n de Tamara Tenembaum.
En seis cap¨ªtulos, Menon compila una serie de historias que dan contexto y perspectiva al recorrido por los asuntos del feminismo. En este caso, desde la sentencia Bano, el debate sobre el c¨®digo civil com¨²n ¡°rara vez ha resurgido en el discurso p¨²blico como un tema feminista¡±, explica, aunque las que casi siempre salen peor paradas de este ¡°apaciguamiento de las minor¨ªas¡± en temas de herencia, matrimonio y custodia son, justamente, las mujeres y las ni?as. De hecho, el debate jur¨ªdico, ¡°de modo invariable ha tendido a plantearse en t¨¦rminos de integridad nacional frente a los derechos culturales de las comunidades¡±, afirma. De ah¨ª que su cometido sea mirar (y mostrarnos) con ojos feministas los grandes temas del mundo y los particular¨ªsimos asuntos de una sociedad tan compleja como la india.
Profunda, a la vez que ligera y did¨¢ctica, la autora india ofrece 200 p¨¢ginas que van haciendo grieta en el muro de lo mil veces dicho, con nuevos puntos de vista en torno a los debates feministas que aqu¨ª nos embargan. En ¨¦l se incluyen la consideraci¨®n de las mujeres de la raya al medio (las casadas) de Calcuta, la de las viudas estigmatizadas como prostitutas entre los hind¨²es bengal¨ªes, la apropiaci¨®n militante de los insultos sexistas (como las marchas de las ¡°putas¡± de Delhi y Bophal) o la campa?a de protesta de las dos mil bragas (chaddis) rosas enviadas al l¨ªder ultraconservador Ram Sene. Y tambi¨¦n reflexiones inesperadas sobre los hombres lactantes, los debates y las pr¨¢cticas de la intersexualidad, la castraci¨®n ritual, y la letra ¡®E¡¯ aceptada en el pasaporte indio para designar el sexo, junto a la experiencia trans de las hijras ¨Cel tercer g¨¦nero indio¨C o c¨®mo se vincula la heteronormatividad en la formaci¨®n de una naci¨®n. Y todo ello sin esquivar cuestiones que no tienen a¨²n soluci¨®n en el mundo occidental, como las incre¨ªbles (y defectuosas) pruebas de verificaci¨®n de g¨¦nero en el deporte, la pornograf¨ªa y la violencia sexual.
Otro de los puntos axiales en su libro es advertir cu¨¢nto influy¨® el colonialismo en la imposici¨®n de respuestas de la modernidad occidental a cuestiones de sexo y g¨¦nero que no exist¨ªan en las comunidades del sur de Asia y ?frica, como pueden ser la idea de que ¡°la naturaleza existe de forma separada de los seres humanos; la concepci¨®n de los cuerpos como pertenecientes por completo y de manera natural a un sexo o el otro; la idea de que el hermafroditismo es una enfermedad, y el concepto de que el deseo fluye naturalmente s¨®lo entre sexos opuestos¡±.
La familia como instituci¨®n tiene por funci¨®n perpetuar formas patrilineales de propiedad y descendencia, en las que la propiedad y el apellido de la familia fluyen de los padres a los hijos varones
Nivedita Menon, que trabaja como profesora de Pensamiento Pol¨ªtico en la Universidad Yawaharlal Nehru, en Delhi, ha escrito otros libros sobre feminismo y sexualidad, es traductora del hindi y el malayo al ingl¨¦s, adem¨¢s de una activa participante de movimientos ciudadanos en India y fundadora de la plataforma colectiva Kafila online. Ver como feminista se public¨® en ingl¨¦s en 2012, el fat¨ªdico a?o en que se produjo la violaci¨®n m¨²ltiple y el asesinato de una mujer en un autob¨²s en Delhi, conocido como el caso Nirbhaya.
El t¨ªtulo que eligi¨® para la que fue su primera publicaci¨®n no acad¨¦mica parafrasea al libro Seeing like a state del profesor de Yale, James C. Scott, en el que ¨¦ste examina los fallos autoritarios de las pol¨ªticas p¨²blicas. Menon tambi¨¦n analiza, de manera amena pero profunda, los ¡°modos generizados de poder¡± o las pol¨ªticas institucionales y los procesos sociales en los que el g¨¦nero resulta subestimado como variable en la India contempor¨¢nea, que es tambi¨¦n el mundo contempor¨¢neo. ¡°En este libro me baso en investigaciones y activismos feministas que pertenecen a mi parte del mundo para entablar conversaciones con debates y experiencias feministas de ¨¢mbito global¡±, se?ala. De esta reflexi¨®n se desprende, a su juicio, que los compromisos con otros feminismos sean inevitables.
Una causa que solo puede ser colectiva
¡°El feminismo nunca puede identificarse con los logros aislados de mujeres aisladas¡±, asegura la pensadora, que asume que su funci¨®n no es estabilizar sino ¡°desestabilizar¡±. La figura que dibuja esta noci¨®n se halla en el poema en indost¨¢nico de Kamla Bhasin, que cita: No soy el muro que se yergue en la frontera, soy la fisura en ese muro.
¡°Cuanto m¨¢s entendemos, m¨¢s se mueven nuestros horizontes¡±, escribe Menon, que con esta frase parece advertir que no se ahorrar¨¢ complicaciones a la hora de abordar cualquier asunto, por espinoso que resulte. As¨ª, arranca con el apartado de la familia, que en la India no solo involucra a esta unidad de ¡°vigilancia¡± de la ¡°sexualidad leg¨ªtima, orientada a la procreaci¨®n¡±, sino tambi¨¦n a lo que concierne al nombre y la dote y, especialmente, a las violencias desatadas contra los que se atreven al amor entre castas o con la religi¨®n incorrecta (los llamados cr¨ªmenes de honor). En este terreno, la Ley de Reconocimiento de castas y tribus (para la prevenci¨®n de atrocidades) de 1989 atiende lo relativo a la violencia sexual habitual que sufren las mujeres de las comunidades ind¨ªgenas dalit y adivasi, derivada del orden de castas del hinduismo, seg¨²n explica la polit¨®loga. Por lo dem¨¢s, la familia como instituci¨®n tiene por funci¨®n ¡°perpetuar formas patrilineales de propiedad y descendencia, en las que la propiedad y el apellido de la familia fluyen de los padres a los hijos varones¡±, a?ade.
Dentro de este mismo cap¨ªtulo, incluye a las empleadas dom¨¦sticas, y no precisamente porque en su pa¨ªs formen parte del n¨²cleo afectivo, sino m¨¢s bien por todo lo contrario. Algo que pareci¨® constatar la primera encuesta nacional de la India dirigida a trabajadoras sexuales no sindicalizadas: ¡°el 71% de ellas afirm¨® haberse cambiado voluntariamente al trabajo sexual tras probar otros tipos de trabajo m¨¢s esforzados y peor pagados; la categor¨ªa mayoritaria entre estos empleos previos era la de trabajadoras dom¨¦sticas¡±. La autora remata: ¡°aqu¨ª el trabajo contiene los peores aspectos del feudalismo y el capitalismo¡±.
Desmontando el g¨¦nero como categor¨ªa universal
Tras la familia, vienen el cuerpo y el deseo, con un punto de vista que nos obliga a relativizar todas las categor¨ªas grabadas en piedra en Occidente. ¡°?Fue el eje sexo/g¨¦nero un criterio universalmente relevante de diferenciaci¨®n social? Es decir: ?todas las sociedades en toda ¨¦poca y todo lugar establecieron diferencias entre varones y mujeres sostenidas en cuerpos estables?¡±, se pregunta Menon. Para responder a estas cuestiones, ella ausculta los corazones de otras latitudes, citando a la acad¨¦mica nigeriana Oyeronke Oyewumi, que arguye que los antrop¨®logos occidentales ¨Cincluidas las antrop¨®logas feministas¨C han tenido dificultades para entender la sociedad africana en sus propios t¨¦rminos, de acuerdo con la conceptualizaci¨®n de los yorubas u otras culturas precoloniales, ¡°porque supusieron que las identidades y jerarqu¨ªas de g¨¦nero eran universales: ¡®si el investigador supone el g¨¦nero, entonces encontrar¨¢ categor¨ªas de g¨¦nero, tanto si existen como si no¡¯¡±.
El feminismo no va de un momento de triunfo final, sino de una transformaci¨®n gradual el campo social tan decisiva que las antiguas demarcaciones cambien para siempre
Estos supuestos particulares de Occidente ¨Ccomo el azul/ni?o y rosa/ni?a¨C fueron err¨®neamente atribuidos a sociedades para las que jam¨¢s tuvieron el mismo significado. As¨ª, entre los igbo, en ¨¦pocas precoloniales, las hijas pod¨ªan ¡°asumir papeles masculinos y convertirse en hijos, y las mujeres ricas pod¨ªan obtener esposas¡±. En las culturas amerindias, por su parte, hab¨ªa gente llamada dos-esp¨ªritus, aludiendo a personas especiales que ostentaban al mismo tiempo un alma femenina y una masculina y que, ¡°muchas veces, eran las consideradas las visionarias, las sanadoras¡±. Asimismo, los poetas m¨ªsticos del movimiento bhakti de la India, en la regi¨®n del pueblo tamil, ¡°experimentaban una suerte de deseo de Dios que viaja a trav¨¦s del cuerpo y lo reconfigura¡±. Y esta misma flexibilidad de g¨¦nero de otras sociedades premodernas podr¨ªa aplicarse al criterio de la edad cronol¨®gica de las personas, cuando hay sociedades en las que ¡°la edad siempre es relativa y sensible al contexto¡±, porque se basa en otras interrelaciones. ¡°Los investigadores occidentales tienden a privilegiar las identidades fundadas en el cuerpo¡±, sostiene Menon.
La profesora india desgrana las mil y una razones para considerar que lo que se entiende por masculinidad y femineidad var¨ªa en diferentes culturas, reafirm¨¢ndose en que ¡°el sexo es a la naturaleza lo que el g¨¦nero es a la cultura¡±. Del mismo modo, pone en cuesti¨®n expresiones como ¡°empoderamiento de las mujeres¡± ¨Ctan presente en las campa?as de las autoridades¨C frente a ¡°feminismo¡±, porque ¡°el feminismo no va de un momento de triunfo final, sino de una transformaci¨®n gradual el campo social tan decisiva que las antiguas demarcaciones cambien para siempre¡±.
El feminismo no solo puede ser adoptado por las mujeres, toda vez que se trata de una potente perspectiva pol¨ªtica para examinar todos los ¨®rdenes del mundo, as¨ª como una forma de vida por la que se va ¡°formateando¡± todo lo que sucede bajo una superficie social aparentemente pulida. El feminismo, seg¨²n Nivedita Menon, es lo que ¡°sigue viniendo¡±.
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