Vivir la incertidumbre
Estamos poco habituados al mundo sin certezas y la pandemia nos ha arrojado a un t¨²nel impredecible. Por esto mismo, es necesario aprender a convivir con lo inesperado
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Algunas vacunas contra el nuevo coronavirus no son suficientemente eficaces, o se descubre que otras no sirven para ciertas edades. O de pronto, el virus muta y aparece una nueva cepa. Y otra, y otra. De modo que vamos a necesitar una vacuna universal. Se pronostica entonces que volveremos a la ¡°normalidad¡± en unos siete a?os. O que, tras esta crisis, entraremos a un per¨ªodo similar a ¡°los locos a?os 20¡±, que justamente vinieron luego de la pandemia de 1918.
Listo; respiremos, asum¨¢moslo. Este es el mundo del presente, no el del futuro. ?Pero qu¨¦ dif¨ªcil, no? Cuando estall¨® la pandemia de la covid-19 no est¨¢bamos en una fiesta, en un tiempo feliz, pero al menos viv¨ªamos, algo febrilmente, la era digital. Las mega-crisis financieras no estaban tan a la vista, de modo que se pod¨ªa a¨²n pensar en que la econom¨ªa crecer¨ªa, que el progreso continuar¨ªa y hasta que la inequidad, ese fantasma milenario, podr¨ªa irse reduciendo.
Pero el sismo econ¨®mico, pol¨ªtico, cultural y social que vivimos es de tal intensidad que tendr¨¢ r¨¦plicas y dejar¨¢ escombros e incluso traumas psicol¨®gicos, como ya se percibe con la aparici¨®n de depresiones de corte pand¨¦mico. No ser¨¢ posible volver a lo de antes, y tampoco es deseable porque, como ha comentado o sugerido m¨¢s de un colega, lo de antes no era bonito, y es m¨¢s: en buena medida ha causado lo que estamos viviendo, al convertir en planeta en un basurero.
?Pod¨ªamos imaginar que las distintas olas arrasar¨ªan a varios pa¨ªses, incluso a los m¨¢s preparados para la marea v¨ªrica? Portugal hoy sufre un drama que lo llev¨® al punto de recibir ayuda internacional, y en varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, como el Per¨², conseguir una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) es un milagro del cielo contaminado, porque sus sistemas de salud p¨²blica eran tan precarios que no aguantaban ni un tumbo.
La incertidumbre es una condici¨®n inevitable de la existencia humana. No hay nada en la vida de cada uno de nosotros que sea totalmente previsible. Nos levantamos e imaginamos que el d¨ªa ser¨¢ de un modo y casi nunca es as¨ª, en estos tiempos incluso porque podemos recibir la triste noticia de que alguien sucumbi¨® ante el virus. En el plano social, est¨¢bamos imaginando ¡°la utop¨ªa digital¡± y de pronto lleg¨®, pero cargada de angustia y como un recurso providencial.
Tendr¨ªamos que acostumbrarnos m¨¢s a lo incierto, a lo contingente, a ese estado tan natural de la experiencia de cualquier ser vivo o del animal humano
Tendr¨ªamos que acostumbrarnos m¨¢s a lo incierto, a lo contingente, a ese estado tan natural de la experiencia de cualquier ser vivo o del animal humano. Ya el derrumbe de mitos como el de El fin de la historia, de Francis Fukuyama, deber¨ªa habernos convencido de que nada est¨¢ cantado en el curso de nuestro devenir. Y menos a¨²n los planes de los Gobiernos, que con frecuencia suelen actuar como si el fin de la pobreza, ?o hasta el de la pandemia!, tuviera fecha.
?Alguien pensaba hace unos meses que a la poderosa Alemania le iba a ir mal, tras haber controlado el contagio por unos meses? ?Alguien imagin¨®, al comienzo de esta d¨¦cada, que Estados Unidos tendr¨ªa medio mill¨®n de muertos por una enfermedad? El exceso de confianza, alzar la figura del emprendedor de un modo casi infantil, o la fe ciega en que los humanos siempre encontramos una soluci¨®n luego de meter la pata no ha servido mucho esta vez.
La fe ciega en que los humanos siempre encontramos una soluci¨®n luego de meter la pata no ha servido mucho esta vez
Se avistan m¨¢s posibilidades de luchar contra la pandemia, pero nadie puede saber cu¨¢ndo realmente terminar¨¢. Nuestra habitual incertidumbre ahora es m¨¢s aguda, porque hasta es posible que luego aparezca otro virus, y estalle otra pandemia, o que el cambio clim¨¢tico ¨Ddel cual ya tenemos varias advertencias¨D nos sumerja en una crisis mucho mayor, como ha sostenido el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, y como claman los cient¨ªficos.
Asumir la incertidumbre no es err¨¢tico, es inteligente. Es convencerse de que no somos m¨¢quinas, sino humanos, como dir¨ªa Chaplin en el mensaje final de El Gran Dictador. Tampoco significa dejar de planificar y no aspirar a un mundo menos atormentado. Todo lo contrario: m¨¢s bien quien hace planes sabiendo que hay contingencias consigue mejores logros. Porque parte de la realidad, o de esperanzas que tienen bases reales y no de ilusiones incumplibles.
En uno de sus cuentos, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, describe a uno de sus personajes diciendo: ¡°ten¨ªa esa suave eficacia de los que aceptan la realidad¡±. En estos momentos, la realidad es desoladora en varios pa¨ªses, quiz¨¢s porque estamos acostumbrados a creer que todo nos sale, a que el progreso es lineal, a pesar de que eso, precisamente, es lo que ahora est¨¢ trayendo brutales consecuencias. No vamos a salir de esto por pura voluntad, sino aceptando lo que pasa.
Nos hace falta mucha humildad para vivir la incertidumbre. Tambi¨¦n mucha inteligencia y sensibilidad para entender, por ejemplo, c¨®mo la destrucci¨®n a mansalva de los ecosistemas nos pone al borde de otra pandemia. Los virus nos seguir¨¢n buscando si seguimos en eso. En vez de creer, todav¨ªa, que podemos ¡°dominar a la naturaleza¡± deber¨ªamos comprender que ella tiene su propia din¨¢mica, y que nosotros nunca vamos a poder repararla como si fuera un reloj.
No es momento de treparnos a otra ilusi¨®n. M¨¢s bien es tiempo de sentir que, por siglos, hemos estado actuando como si el tiempo, el espacio o el planeta nos pertenecieran. Sentir que no podemos ni siquiera con un virus es algo que probablemente nos d¨¦ un respiro pand¨¦mico. La incertidumbre ha aumentado, pero eso no es una desgracia. Puede ser una ruta para que no nos sumerjamos otra vez en una marea de delirios que salgan caros.
Ramiro Escobar de la Cruz es periodista y profesor universitario. Escribe regularmente en Planeta Futuro y ense?a en la Pontificia Universidad Cat¨®lica del Per¨², la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
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