Aquellas caravanas del desierto prestaban libros
En el equipaje de los caravaneros que lideraban el comercio en el S¨¢hara viajaban manuscritos que se dejaban en los oasis para que los pobladores locales pudieran copiarlos. Una exposici¨®n fotogr¨¢fica de Miguel Lizana rescata la labor de conservaci¨®n de esos textos en la ciudad mauritana de Chinguetti
Ellos conocen esas dunas que van por la mitad de la tapia, llegando poco a poco a la altura de la ventana, que mecen tanto como amenazan. Son otras, pero hermanas de aquellas que sepultaron la primera ciudad fundada en el siglo VIII, que perteneci¨® al imperio almor¨¢vide y se extend¨ªa desde Castilla hasta Senegal.
Los habitantes de Chinguetti, ciudad a unos 500 kil¨®metros al Este de Nuakchot, la capital mauritana, conviven con las dunas silvestres en medio del S¨¢hara y saben que no hay manera de domesticarlas. El desierto es un arte de vivir y Chinguetti, abandonada varias veces por sus habitantes, va por la tercera fundaci¨®n. Esta vez podr¨ªa ser la vencida: al menos, por ahora, nadie quiere abandonar a nadie. De ah¨ª el valor de rescatar este v¨ªnculo entre los ciudadanos actuales de Chinguetti, su entorno y sus antepasados caravaneros, a trav¨¦s de los libros que dejaron en herencia. De esto trata la exposici¨®n de Casa ?frica El coraz¨®n y el c¨¢lamo. La ciudad, los manuscritos y las familias, que integra fotograf¨ªas de viaje y un reportaje audiovisual de Miguel Lizana (Zaragoza, 1970).
¡°He estado en varios lugares del mundo con otros ritmos, pero este es particular, tambi¨¦n las interacciones que aqu¨ª se dan¡±, confiesa Lizana. El proyecto consist¨ªa en documentar este viaje, de un par de a?os atr¨¢s, que formaba parte del programa Patrimonio para el Desarrollo de la Cooperaci¨®n Espa?ola (AECID), para visitar a aproximadamente diez familias de Chinguetti y a otras diez de Oudane, que se han formado en restauraci¨®n, digitalizaci¨®n y conservaci¨®n de antiguos manuscritos que les fueron legados por sus ancestros.
En Chinguetti, una de las cuatro ciudades caravaneras de Mauritania inscritas en el Patrimonio Mundial de la UNESCO, hay algunas de estas revitalizadas bibliotecas que ya est¨¢n abiertas al p¨²blico. Contienen tablas, antiguos textos religiosos y libros (los m¨¢s antiguos datan del Medioevo) sobre astronom¨ªa, matem¨¢ticas y otras disciplinas, que se transportaban y se prestaban o se copiaban en las paradas de esas largas traves¨ªas trans-saharianas. Lejos de ser una frontera, el S¨¢hara fue un continuum comercial y cultural, en el que el tr¨¢fico caravanero conoci¨® diversas ¨¦pocas y traz¨® distintos recorridos, hasta su declive, cuando la conquista de Am¨¦rica trastoc¨® los t¨¦rminos del intercambio internacional, con el descubrimiento de nuevas materias primas o la excesiva disponibilidad de las ya conocidas, y que Europa pas¨® a conseguir casi gratuitamente al otro lado del Oc¨¦ano.
En Chinguetti, una de las cuatro ciudades caravaneras de Mauritania inscritas en el Patrimonio Mundial de la UNESCO, hay algunas de estas revitalizadas bibliotecas que ya est¨¢n abiertas al p¨²blico y que pueden visitarse en esta ciudad
En ?frica, aquel trasiego de dromedarios guiados por hombres velados, con similares telas a las que hoy siguen envolviendo sus rostros y sus cabezas contra el aire de sol y arena, se hac¨ªa parsimoniosamente, con paradas de largos d¨ªas y noches en los oasis. Eran tiempos en que el oro se cambiaba por sal y los peregrinos tra¨ªan novedades de Oriente. ¡°Ellos llevaban aceite, tejidos, especias, y tambi¨¦n libros que, a veces, dejaban en el palmeral para que los escribas locales o de las caravanas de otras tribus los copiaran y pudieran conservar copias en sus diminutas viviendas de adobe, al abrigo del sol. Su forma de conservar los libros tiene que ver con el modo en que viven: colocan los libros en hendiduras min¨²sculas, que son como estantes en la pared, y los guardan uno por uno. Es llamativo para alguien que viene de otro contexto¡±, explica el fot¨®grafo. Hoy en la ciudad cuentan con un espacio de tratamiento y reprograf¨ªa, especialmente habilitado para que cada familia pueda reagrupar sus libros en posesi¨®n de sus parientes, limpiarlos de polvo y termitas, tratarlos, escanearlos y mantener los originales en sus propias bibliotecas.
Son miles los manuscritos de peregrinos y mercaderes censados hasta el momento. En algunas de aquellas antiguas paradas, la falta de tiempo obligaba a copiar el libro entre varias personas, con una t¨¦cnica llamada twiza, que permit¨ªa tener un largo texto transcripto en pocos d¨ªas. En la pieza documental que acompa?a la muestra, uno de los protagonistas de esta epopeya bibli¨®fila del presente, Didi Babah, rese?a, adem¨¢s, el conjunto de utensilios valiosos que tambi¨¦n se conservan de los tiempos en que las caravanas de cam¨¦lidos dominaban las rutas del mercado en el Norte de ?frica, entre ellos, la goma ar¨¢biga, las vainas de acacia o salaha ¨Cpara los curtidos¨C y el unkil, que era una piedra con la que se consegu¨ªan diferentes colores para iluminar los manuscritos.
Sin duda, m¨¢s all¨¢ de la pertinencia de las acciones de cooperaci¨®n, son los pobladores locales m¨¢s comprometidos con su herencia cultural los part¨ªcipes necesarios de este tipo de rescates. En este caso, resultaba esencial que las familias propietarias de los manuscritos ¨¢rabes y andalus¨ªes tuviesen confianza en el proyecto para poder iniciar esta nueva ¨¦poca de la ciudad, marcada por la misi¨®n de la conservaci¨®n de la memoria escrita. Para alejar los fantasmas del ¨¦xodo y hacer espacio entre la arena de las dunas que todo lo entierran.
La exposici¨®n est¨¢ abierta al p¨²blico, hasta el 9 de abril, en la sede de Casa ?frica, en Las Palmas de Gran Canaria, y en mayo en el Museo de Historia y Antropolog¨ªa de Tenerife.
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