Abortos clandestinos y fetos abandonados en basureros, efectos colaterales de la pandemia en Kenia
El problema no es nuevo en el pa¨ªs africano, pero los servicios locales de asistencia informan de un incremento durante la crisis del coronavirus. Muchos casos no se notifican porque no hay un sistema nacional de conteo de datos
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Una ma?ana de septiembre, mientras Ashura Mciteka se encontraba en casa, su hija Ella, de 10 a?os, entr¨® corriendo por la puerta. ¡°Ven a ver¡±, exclam¨® tirando a su madre de la mano. Juntas deshicieron el camino de la ni?a a lo largo de un sendero pedregoso y desigual de su modesto barrio de Nairobi, la capital de Kenia, hasta el sitio en el que la peque?a hab¨ªa estado jugando. No tardaron en distinguirlo: una mara?a de miembros sin vida en un charco de barro.
Mciteka, de 38 a?os, se ha formado como sanitaria voluntaria y, como tal, suelen llamarla para que haga visitas a domicilio, trate enfermedades comunes y organice el traslado de sus vecinos al hospital. La mujer supo de inmediato que lo que estaba viendo era un feto de un aborto reciente. ¡°Yo tambi¨¦n soy madre, as¨ª que lo s¨¦¡±, explica un mes despu¨¦s por tel¨¦fono con voz grave.
En solo seis meses desde que empez¨® la pandemia en marzo de 2020, Mciteka ha intervenido directamente o ha o¨ªdo hablar de al menos 30 casos de fetos o reci¨¦n nacidos abandonados en Dandora, un conjunto de bloques de apartamentos y asentamientos chabolistas cercano a uno de los mayores vertederos ilegales de ?frica. Pero sin un sistema nacional de datos centralizado que lleve la cuenta del total, muchos quedan sin notificar. Cinco de ellos los descubri¨® alg¨²n miembro de su comunidad ?una persona que buscaba entre la basura, un vecino y hasta su propia hija? en el mismo vertedero. En 2019 se enter¨® de 10 casos. ¡°Aunque no est¨¦ por all¨ª cerca, me llaman¡±, explica. ¡°Yo respondo que de acuerdo, que estoy lejos pero que ir¨¦ a ver qu¨¦ puedo hacer¡±.
El coste de interrumpir un embarazo de forma segura est¨¢ fuera del alcance de muchas mujeres. El 90% de los kenianos vive con menos de 4,6 euros al d¨ªa
En Kenia, el problema de los reci¨¦n nacidos abandonados no es nuevo. El a?o pasado, The Telegraph inform¨® de que, en nueve meses, el equipo de limpieza voluntario Komb Green Solutions hab¨ªa hallado fetos y beb¨¦s mientras retiraba pl¨¢sticos y otros residuos de un tramo del r¨ªo Nairobi.
El r¨ªo es tan solo uno de los sitios en los que se encuentra a los beb¨¦s. Las noticias sobre ni?os descubiertos en contenedores de basura o abandonados junto a la carretera llegan a los titulares con una preocupante frecuencia y el trabajo de mujeres como Mciteka solo da una peque?a idea de la escala del problema. En Kenia, el aborto es ilegal salvo si la vida o la salud de la mujer corren peligro, y seg¨²n el Instituto Guttmacher, cada a?o casi dos terceras partes de los embarazos de chicas entre 15 y 19 a?os son indeseados.
Los m¨¢s de 70 miembros de Komb Green Solutions tambi¨¦n han advertido un aumento del n¨²mero de abandonos desde que estall¨® la covid-19. Christopher Wairimu, secretario del grupo, informa de que, hasta el momento, se han encontrado con 34, 13 de ellos desde mayo. ¡°Algunos respiraban¡±, a?ade Debra Ogollah, una voluntaria de 26 a?os, ¡°pero, por desgracia, solo vivieron unos segundos¡±.
El equipo sigue enterrando a los reci¨¦n nacidos que encuentra ?incluidas ocho parejas de gemelos descubiertos en un a?o? en una tumba improvisada cada vez m¨¢s grande situada junto al r¨ªo. La polic¨ªa local les dio permiso para hacerlo, aclaran.
A varias horas al norte de la capital, en el condado de Nyeri, en Kenia central, las noticias informan del mismo problema. En septiembre, John Waruru, ayudante del jefe local, rescat¨® a una reci¨¦n nacida de un arbusto junto a la orilla del r¨ªo Gura. En ese caso, la peque?a, que todav¨ªa ten¨ªa colgando el cord¨®n umbilical, sobrevivi¨®. ¡°Me entero de casos cada semana¡±, denuncia Nelly Munyasia, jefa de la Red de Salud Reproductiva Kenia (RHNK, por sus siglas en ingl¨¦s), una p¨¢gina web con m¨¢s de 500 profesionales m¨¦dicos preparados para prestar servicios sanitarios. ¡°Al principio solo pasaba en Nairobi, pero parece que se est¨¢ extendiendo r¨¢pidamente¡±.
Al igual que muchos pa¨ªses del mundo, Kenia cerr¨® las escuelas en marzo para ayudar a contener la expansi¨®n del virus. La medida dej¨® a unos 18 millones de estudiantes con poco que hacer durante m¨¢s de seis meses, y debido a las restricciones a la movilidad, acceder a los anticonceptivos y a la informaci¨®n sobre salud reproductiva se hizo m¨¢s dif¨ªcil.
El colapso de las cadenas mundiales de abastecimiento de productos farmac¨¦uticos sigue provocando retrasos y escasez en algunos hospitales de Kenia. Varios proveedores de servicios de la red de Munyasia informan de las dificultades para acceder a m¨¦todos anticonceptivos de larga duraci¨®n, como los implantes hormonales y los dispositivos intrauterinos (DIU).
En Kenia, las altas tasas de embarazo adolescente son un problema que viene de lejos, pero los profesionales de la atenci¨®n sanitaria llevan desde mediados de marzo de 2020 expresando repetidamente su temor a que aumentasen durante la pandemia.
Aunque todav¨ªa no se dispone de datos nacionales exhaustivos sobre los efectos de la covid-19 ?y las estad¨ªsticas, en el mejor de los casos, son parciales?, las organizaciones sanitarias comunitarias de los suburbios afirman extraoficialmente que los embarazos adolescentes est¨¢n aumentando. Adem¨¢s, en los siete primeros meses de 2020, el Ministerio de Sanidad registr¨® un incremento del 35% de casos de violencia sexual y de g¨¦nero en comparaci¨®n con el mismo periodo del a?o anterior, sobre todo entre ni?as de entre 10 y 17 a?os.
El Ministerio no respondi¨® a las peticiones de comentarios. En septiembre de 2020, durante una visita al suburbio de Kibera, una de sus funcionarias, Mercy Mwangangi, reconoci¨® que ¡°las mismas barreras que restringen la asistencia a la salud sexual y reproductiva en las circunstancias m¨¢s normales, siguen existiendo durante la crisis [del coronavirus], y a menudo se ven incrementadas¡±.
Pueden establecerse similitudes con el brote de ¨¦bola de ?frica occidental entre 2014 y 2016, cuando, seg¨²n un estudio del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, las medidas de salud p¨²blica, parecidas a las actuales ?cuarentena, toques de queda y cierre de las escuelas? aumentaron el riesgo de que las ni?as y las mujeres sufriesen violencia y violaciones. En algunas zonas de Sierra Leona, la tasa de embarazo adolescente aument¨® un 65% durante la crisis del ¨¦bola.
Sin embargo, el repunte de los embarazos no planificados solo cuenta la mitad de la historia, puntualiza Elizabeth Okumu, gestora de programas de la Fundaci¨®n para la Salud y la Cultura Ind¨ªgenas (TICAH, por sus siglas en ingl¨¦s). ¡°No podemos obviar el resultado final¡±, comenta por tel¨¦fono desde Nairobi, ¡°que es un elevado n¨²mero de abortos de riesgo¡±.
Casi el 90% de los kenianos vive con menos de 4,6 euros al d¨ªa, por lo que el coste de un aborto seguro, que ronda los 175 euros, es inasequible para muchas mujeres. Los abortos sin condiciones de seguridad son m¨¢s baratos, pero por lo general hay que acudir a curanderos clandestinos que recetan un brebaje de sustancias qu¨ªmicas peligrosas y a veces letales. Las chicas apenas reciben ayuda ni cuidados posteriores a la intervenci¨®n y con frecuencia se las abandona a su suerte.
¡°Estamos hablando de personas que, realmente, no pueden permit¨ªrselo¡±, contin¨²a Okumu. ¡°Y ahora que llevamos siete meses [de pandemia], tiene sentido. Los tiempos concuerdan. Los m¨¦dicos quieren abortos seguros, que se suelen practicar entre el primer y el tercer mes. En esa fase no hay feto. Cuando en la comunidad nos encontramos con fetos, sabemos que es obra de un curandero¡±.
Seg¨²n el Instituto Guttmacher, cada a?o casi dos tercios de los embarazos de mujeres entre 15 y 19 a?os son indeseados
En Dandora, Mciteka cubre en silencio al beb¨¦ abortado con una tela vieja. Ha informado al jefe local, quien a su vez ha llamado a la polic¨ªa para que se haga cargo de la situaci¨®n. Cuando se encuentra un feto de un reci¨¦n nacido, no hay procedimiento oficial. A veces el jefe local o la polic¨ªa ayudan, pero a menudo corresponde a miembros de la comunidad de Mciteka preparar la tumba. La situaci¨®n es totalmente diferente si el ni?o todav¨ªa est¨¢ vivo.
Esta dura tarea le est¨¢ pasando factura, reconoce Mciteka, que a principios de a?o fund¨® una organizaci¨®n comunitaria formada por 15 miembros para intentar ayudar a resolver el problema. Ella se siente agobiada y extenuada. ¡°Es como si llevaras una carga¡±, confiesa. ¡°Soy madre de tres hijos y tengo dos ni?as. Me preocupa que podamos perder muchas ni?as¡±.
Sus temores no son infundados. En Dandora, al menos dos adolescentes han muerto durante la pandemia debido a las complicaciones en el aborto, cuenta Mciteka. Y cuando, en octubre de 2020, el Gobierno keniano anunci¨® que se iba a permitir que los colegios volvieran a abrir parcialmente, se preocup¨®.
En su pa¨ªs, cuando una adolescente se queda embarazada antes del matrimonio, sigue afrontando una enorme deshonra y en algunos centros se obliga a las ni?as a presentar pruebas de embarazo. Mciteka pensaba que habr¨ªa un aumento de abortos inseguros el fin de semana antes de la vuelta a las aulas. Sin embargo, relata que lo que ocurri¨® fue que la noche de un s¨¢bado de octubre, una ni?a de 13 a?os se ahorc¨®.
¡°Dej¨® una nota¡±, recuerda, ¡°dici¨¦ndole a su madre que lo sent¨ªa mucho. El novio y el padre dijeron que no pod¨ªan ayudar. ?No ten¨ªa a nadie con quien hablar? ?Pens¨® que estar embarazada era el final de su vida?¡±
Despu¨¦s de encontrar el feto, Ella, la hija de Mciteka, estuvo varias semanas sin salir de casa. Solo quer¨ªa jugar dentro. Desde entonces, las cosas han mejorado. Se atreve a salir, pero no se aleja.
Mciteka es madre y le resulta doloroso ver que algo tan siniestro ocurre al lado de su casa, pero, en parte, esa es tambi¨¦n la raz¨®n de que no pueda dejar de hacer lo que hace. ¡°Ya lo ve, soy musulmana, y mi religi¨®n no tolera ni siquiera el aborto seguro. Pero si no lo hacemos, ?qu¨¦ va a ser de mis hijos? ?Y de las ni?as de la comunidad? Tenemos que hablar de ello. Yo no voy a dejar de hacerlo¡±.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en el marco de la asociaci¨®n entre The Telegraph, Kenia¡¯s Daily Nation y The Fuller Project.
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