Un colegio keniano permite estudiar junto a sus beb¨¦s a chicas que quedaron embarazadas en la pandemia
Antes de la irrupci¨®n del nuevo coronavirus hab¨ªa 948 embarazos adolescentes diarios en el pa¨ªs africano y, cada a?o, unas 13.000 chicas abandonaban sus estudios debido al estigma, la incompatibilidad horaria o la falta de recursos. Los confinamientos han incrementado estas cifras
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El sonido de una campanilla anuncia un breve recreo. Un grupo de chicas sale de clase camino a los dormitorios, donde entre literas, las que est¨¢n embarazadas descansan mientras otras amamantan a sus hijos. Desde enero, el internado keniano Serene Haven se ha convertido en un oasis educativo para las madres adolescentes de la generaci¨®n covid. ¡°La mayor¨ªa de las chicas que acogemos se quedaron embarazadas durante la pandemia, incluso los beb¨¦s peque?os fueron concebidos durante el confinamiento¡±, explica Kelvin Ndegwa, cofundador junto a su mujer, Elizabeth Muriuki ¨Dhace m¨¢s de una d¨¦cada tambi¨¦n madre adolescente¨D, de este novedoso centro que incluye servicio de guarder¨ªa, apoyo psicol¨®gico y revisiones m¨¦dicas semanales.
Solo en los primeros cinco meses de 2020 casi 152.000 j¨®venes menores de 19 a?os se quedaron embarazadas en Kenia, de acuerdo con una encuesta realizada por el Sistema de Informaci¨®n de Salud nacional; cifra que podr¨ªa haberse duplicado desde entonces dado el periodo prolongado de cierre colegios o la dificultad de costearse anticonceptivos, entre otros factores. ¡°Las madres adolescentes ven negadas su educaci¨®n, que un derecho b¨¢sico. Ese es el vac¨ªo que queremos llenar¡±, resume Ndegwa sobre la urgencia de abrir esta especie de internado h¨ªbrido en el condado de Nyeri (centro). ¡°Nos consideramos defensores de los derechos humanos¡±, a?ade con entusiasmo.
Seg¨²n sus c¨¢lculos, tan solo a finales de este a?o, el colegio dar¨¢ refugio a un centenar de alumnas, ¡°lo que se traduce en 200 personas con los beb¨¦s¡±, aclara. Si bien las directrices del Ministerio de Educaci¨®n estipulan que cualquier ni?a embarazada debe ¡°permanecer en la escuela el mayor tiempo (posible)¡± y firmar ¡°una carta de compromiso¡± para retornar al colegio seis meses despu¨¦s de dar a luz, son pocas las que consiguen hacerlo.
Ya antes de la irrupci¨®n del coronavirus hab¨ªa 948 embarazos adolescentes diarios en Kenia y, cada a?o, unas 13.000 chicas abandonaban sus estudios debido al estigma, la incompatibilidad horaria o la falta de recursos, seg¨²n datos del Gobierno. ¡°Cuando est¨¢s embarazada los compa?eros te marginan. Igual ten¨ªas un grupo de cinco amigas y te encuentras caminando sola, sin nadie con quien hablar o que pueda comprenderte. Puedes hasta terminar con depresi¨®n¡±, confiesa Stacie, de 17 a?os y embarazada de cinco meses, sobre el fuerte estigma social que hace que muchas no quieran pisar un instituto.
Por el contrario, en Serene Haven (refugio sereno) sienten que se encuentran entre iguales, que nadie est¨¢ all¨ª para juzgarlas o recordarles lo que hicieron o dejaron de hacer mal y que, con esfuerzo, podr¨¢n terminar sus estudios a?o por a?o al tiempo que ven crecer a sus hijos. ¡°A diferencia de un colegio diurno, aqu¨ª puedo dar de mamar a mi beb¨¦ hasta la edad que quiera. Adem¨¢s, s¨¦ cuando est¨¢ enfermo, le tengo cerca y nuestro v¨ªnculo se fortalece¡±, reflexiona Rose, de 17 a?os y madre de un beb¨¦ de casi cinco meses. Si bien su caso parece ser el m¨¢s com¨²n ¨Dse qued¨® embarazada tras mantener relaciones sexuales de riesgo con su novio¨D, unas pocas chicas del centro fueron violadas o vendidas por sus padres para conseguir la dote.
Sexo por necesidad
El hecho de que los embarazos no deseados aumenten cuando se cierran los colegios no es algo nuevo, y como recuerda Lisa Bos, directora de relaciones gubernamentales de la ONG World Vision, ya sucedi¨® durante la epidemia de ¨¦bola que sacudi¨® ?frica occidental en 2014, donde solo en Sierra Leona se estima que se duplic¨® su n¨²mero en los ocho meses que no hubo ense?anza. ¡°Los maestros generalmente vigilan a las ni?as y pueden intervenir si detectan signos de abuso¡±, apunt¨® Bos en un informe reciente de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). ¡°Cuando las escuelas cierran, las ni?as se quedan sin supervisi¨®n y, en el peor de los casos, expuestas a familiares y vecinos depredadores¡±.
A su vez, en el caso del coronavirus y seg¨²n una encuesta realizada por la organizaci¨®n keniana White Ribbon Alliance de abril a mayo de 2020, se ha producido un remarcado incremento de las relaciones sexuales consensuales, siendo ¡°la ociosidad y el aburrimiento¡± los principales motivos se?alados por las j¨®venes. ¡°No creo que esto me hubiese pasado si hubiera tenido colegio¡±, reconoce Stacie, quien asegura que antes de la covid-19 ni siquiera ten¨ªa tiempo para interactuar con los chicos de su zona. En septiembre tuvo una falta, se hizo un test de embarazo que dio positivo y, poco despu¨¦s, pidi¨® cita para practicar un aborto clandestino. Nunca lleg¨® a presentarse a causa del miedo.
Sin embargo, para Susan Nyawira, trabajadora social de este centro, existe una delgada l¨ªnea entre las supuestas relaciones t¨¢citas y aquellas nacidas de la necesidad. ¡°Durante la covid-19 incluso tener comida ha sido un problema, as¨ª que muchos de estos embarazos son fruto de la pobreza: el novio te da dinero para comprar compresas, mandazis (dulce keniano t¨ªpico), etc¨¦tera. Pero espera que t¨² tambi¨¦n te des a cambio¡±, explica.
Muchos de estos embarazos son fruto de la pobreza: el novio te da dinero para comprar compresas, mandazis (dulce keniano t¨ªpico), etc¨¦tera. Pero espera que t¨² tambi¨¦n te des a cambioSusan Nyawira, trabajadora social
En el dormitorio a medio amueblar, llantos de beb¨¦s se mezclan con las nanas suaves de Susan y Lydia Wairimu, matrona y cuidadora, quienes caminan de un lado a otro cargando entre telas a un par de beb¨¦s cada una. No se ven juguetes ni libros infantiles, tan solo mantas coloridas sobre las camas, tazas de pl¨¢stico y algunas maletas entreabiertas con ropa de adolescente y de ni?o. ¡°(Estos beb¨¦s) son inocentes¡±, confiesa con cari?o Wairimu, originaria de Nyeri y quien en enero decidi¨® dedicar su tiempo de forma altruista ¨Dde domingo a domingo¨D a cuidar de estas criaturas. ¡°Me emociona ver a las madres asistir a clase: es una segunda oportunidad¡±, a?ade. ¡°Puede que ahora no se den cuenta, pero si estudian y terminan su educaci¨®n pronto ser¨¢n conscientes (de lo que lograron) y se acordar¨¢n de quien fue su matrona¡±, se complace contenta.
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