Colombia necesita una cooperaci¨®n diferente
Despu¨¦s de casi 70 a?os de presencia de agencias internacionales y organizaciones no gubernamentales, el pa¨ªs adolece de una serie de problemas estructurales que se repiten y profundizan. ?Deber¨ªa la ayuda al desarrollo reconsiderar sus objetivos?
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El Acuerdo de Paz de 2016 entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC en Colombia se orient¨® a facilitar la reforma del Estado, de estructuras econ¨®micas (especialmente en el sector rural) arcaicas y de pol¨ªticas discriminatorias. La cooperaci¨®n internacional se volc¨® masivamente en favor del Acuerdo. Cuatro a?os despu¨¦s, lo pactado sobre la reforma agr¨ªcola, la sustituci¨®n de cultivos de coca y la participaci¨®n pol¨ªtica se encuentran estancados.
Entre 2019 y 2020 hubo en Colombia manifestaciones masivas, que ahora se est¨¢n repitiendo. Se ped¨ªa que el Gobierno de Iv¨¢n Duque cumpliese el Acuerdo de Paz. Tambi¨¦n, combatir la corrupci¨®n, contar con sistemas educativos y de salud p¨²blicos eficientes y universales, en favor de un sistema de impuestos justo, contra el incumplimiento de acuerdos con las comunidades ind¨ªgenas y afrocolombianas, frenar la violencia de g¨¦nero y procesar a responsables de los asesinatos de l¨ªderes sociales.
El marco que incluye a casi todas las reivindicaciones es la desigualdad. Colombia tiene la mayor brecha de ingresos de Am¨¦rica Latina, y esta es la regi¨®n m¨¢s desigual del mundo. Pese a que ha disminuido desde 2016, cuenta con un alto nivel de violencia pol¨ªtica (selectiva y en aumento hacia l¨ªderes sociales y excombatientes de las FARC) y social (criminalidad, agresiones sexuales, explotaci¨®n infantil), exclusi¨®n de minor¨ªas y crisis humanitarias.
Desde 2017, el crimen organizado se ha fortalecido, compitiendo entre s¨ª y con el Estado por territorios que abandon¨® las FARC. La corrupci¨®n, la evasi¨®n de capital y fiscal, la falsificaci¨®n de precios en operaciones mercantiles y las exenciones de impuestos a grandes empresas y fortunas constituyen un drenaje sistem¨¢tico de recursos del Estado.
Todo es coherente con que, en alrededor del 40% del territorio nacional, las instituciones estatales no existen o son muy d¨¦biles. No hay jueces ni polic¨ªas. Las escuelas y los centros de salud son escasos, las carreteras son intransitables, internet una palabra sin contenido. En muchos casos hay soberan¨ªa compartida entre el crimen organizado y las fr¨¢giles autoridades. Cada nuevo gobierno manda el ej¨¦rcito que llega, combate y se marcha. Recientemente, la zona de la frontera entre Colombia y Venezuela se ha convertido en campo de batalla sin que ninguno de los dos Estados tenga control.
Revisar los fundamentos
La covid-19 ha puesto en evidencia esta realidad. En muchas zonas de Colombia, el Estado no tiene capacidad para saber qui¨¦n est¨¢ contagiado, ni hay infraestructura suficiente para los enfermos. La econom¨ªa informal alcanza el 45% en las ciudades y m¨¢s del 80% en el campo. Los que forman parte de ella no reciben ayudas y salen a la calle para tener ingresos. El ¨ªndice de pobreza pas¨® en 2020 del el 31,7 % al 38,7 % de la poblaci¨®n.
Los actores de la cooperaci¨®n internacional esperan que cuestiones como la desigualdad, la reforma fiscal o la modernizaci¨®n del sector rural las lleve a cabo el Estado
?Por qu¨¦ un pa¨ªs que forma parte de la OCDE, con sectores acad¨¦micos, pol¨ªticos, empresariales de alta calidad, y con un crecimiento econ¨®mico sostenido, adolece de estos problemas? ?Responde la cooperaci¨®n internacional a las demandas de la sociedad? Con estas preguntas, entrevist¨¦ en 2020 a medio centenar de acad¨¦micos, diplom¨¢ticos y miembros de ONG, tanto colombianos como internacionales. El resultado mostr¨® que se deber¨ªan revisar los fundamentos de la ayuda internacional a Colombia.
Los actores de la cooperaci¨®n esperan que cuestiones como la desigualdad, la reforma fiscal, la modernizaci¨®n del sector rural o instaurar un sistema universal de salud las lleve a cabo el Estado. Colombia no es Somalia, por lo tanto, el Estado debe hacerse cargo. Sin embargo, las ¨¦lites que controlan el poder, m¨¢s las inercias burocr¨¢ticas, hacen que tanto abismo entre la Colombia urbana y la rural, y entre el 0,1% superrico (y su periferia) y el resto de la sociedad, sean polos que se alejan.
Ante las paradojas de Colombia, la cooperaci¨®n internacional necesita sofisticaci¨®n, poniendo ¨¦nfasis en los pilares que sostienen y reproducen la desigualdad y la violencia. Por ejemplo, promocionar (y presionar diplom¨¢ticamente) con el fin que el pa¨ªs tenga un sistema impositivo para el bien com¨²n, apoyar la investigaci¨®n y seguimiento de la evasi¨®n de capital, la corrupci¨®n y el crimen organizado (incluyendo la complicidad del sistema bancario y financiero internacional), y cofinanciar, junto con las autoridades locales, programas de reducci¨®n de la desigualdad.
Como principio fundamental, la cooperaci¨®n oficial tendr¨ªa que ser m¨¢s estricta y poner condiciones al Estado colombiano, que se presenta como adalid de los Objetivos de Desarrollo Sostenible mientras incumple sus metas.
Mariano Aguirre fue asesor de la ONU en Colombia, es associate fellow de Chatham House (Londres) y autor de La agenda de la protesta social en Colombia: ?una oportunidad para la cooperaci¨®n internacional?, Instituto de Derechos Humanos, Universidad de Deusto, 2020.
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