?C¨®mo alimentarnos?
La pandemia nos da la oportunidad de reformular los sistemas alimentarios mundiales para que puedan nutrir a la poblaci¨®n del planeta ¨Cque, se espera, alcance los 9.700 millones de personas en 2050¨C y provea a los peque?os campesinos un sustento m¨¢s decente, hoy y en el futuro
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La humanidad est¨¢ a la deriva. El peligro es creciente. El cambio clim¨¢tico se est¨¢ acelerando, la biodiversidad se est¨¢ reduciendo a pasos agigantados, el hambre y la extrema pobreza van en aumento, y se ampl¨ªa la brecha entre ricos y pobres. Son tendencias que amenazan no solo a la salud y el sustento humanos, sino tambi¨¦n a la paz y la estabilidad globales. Para revertirlas habr¨¢ que emprender un esfuerzo compartido para reconstruir, e incluso reformular, los sistemas de los que todos dependemos, comenzando con el sistema alimentario global.
Incluso antes de la pandemia, nuestros sistemas alimentarios estaban siendo perturbados por condiciones meteorol¨®gicas cada vez m¨¢s graves y extremas, tales como las sequ¨ªas, y por biodiversidad en declive. Pero ellas mismas tambi¨¦n contribu¨ªan a esas perturbaciones, ya que la manera en que producimos y distribuimos alimentos representa m¨¢s del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) globales. Si bien el acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs contempla objetivos para reducirlas, al paso que vamos el mundo no los cumplir¨¢.
De manera similar, en 2015 los estados miembros de las Naciones Unidas acordaron el Objetivo de Desarrollo Sostenible de acabar con el hambre, mejorar la nutrici¨®n y alcanzar la seguridad alimentaria (ODS 2) para 2030. Y, sin embargo, el hambre ha subido cinco a?os seguidos, tendencia acelerada significativamente por la pandemia de covid-19. Se estima que en 2019, 690 millones de personas sufr¨ªan hambre en el planeta, un aumento de 10 millones con respecto a 2018 y de 60 millones desde que la adopci¨®n del ODS 2 [y el ¨²ltimo informe sobre El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2021, publicado tras la escritura de este art¨ªculo, estima que a finales del 2020 entre 720 y 811 millones de personas se levantaban sin saber si iban a comer ese d¨ªa]. Y al menos 3.000 millones no pueden permitirse dietas saludables. Hoy, 41 millones de personas est¨¢n al borde de la inanici¨®n.
Hoy, 41 millones de personas est¨¢n al borde de la inanici¨®n.
Los medios de vida rurales tambi¨¦n han estado bajo grandes presiones. Los peque?os campesinos generan la mitad de las calor¨ªas alimentarias del planeta y son cruciales para la seguridad alimentaria de hogares y comunidades. Sin embargo, millones de productores a peque?a escala y trabajadores rurales en el mundo en desarrollo viven en la pobreza.
La pandemia nos da la valiosa oportunidad de reformular los sistemas alimentarios mundiales, de modo que puedan nutrir a la poblaci¨®n del planeta ¨Cque, se espera, alcance los 9.700 millones de personas en 2050¨C y provea a los peque?os campesinos un sustento m¨¢s decente, hoy y en el futuro. Todo proyecto de plan de esos sistemas debe tener en su base la sostenibilidad y la equidad, y las poblaciones rurales en el centro.
Seg¨²n la Food and Land Use Coalition (Coalici¨®n para la Alimentaci¨®n y el Uso de la Tierra), creada en 2017 por ONG y otras organizaciones de defensor¨ªa, el mundo podr¨ªa avanzar considerablemente en apenas una d¨¦cada. Una agenda de reformas concertada para transformar los sistemas alimentarios podr¨ªa alcanzar hasta un 30% de las reducciones de emisiones necesarias para cumplir los objetivos del acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs, al tiempo que eliminar¨ªa en gran medida la desnutrici¨®n, acelerar¨ªa el crecimiento del ingreso del 20% m¨¢s pobre de la poblaci¨®n rural y elevar¨ªa sustantivamente la seguridad alimentaria (entre varios otros objetivos).
Por supuesto, todo ello costar¨ªa dinero, entre 300.000 y 350.000 millones de d¨®lares al a?o hasta 2030. Pero no hay dudas que ser¨ªa dinero bien gastado: una inversi¨®n de menos del 0,5% del PIB global generar¨ªa un retorno social de cerca de 5,7 billones de d¨®lares cada a?o.
Las estimaciones de Ceres2030, un proyecto de investigaci¨®n internacional que trabaja en la medici¨®n de los avances hacia el ODS 2, proyectan una imagen parecida. Muestran que, para acabar con el hambre, duplicar los ingresos de los campesinos de peque?a escala y limitar las emisiones en l¨ªnea con lo acordado en Par¨ªs, ser¨¢ necesario que los gobiernos donantes dupliquen su contribuci¨®n actual para seguridad alimentaria y nutrici¨®n ¨Cen promedio, unos 14.000 millones al a?o de d¨®lares¨C hasta 2030. Los pa¨ªses de ingresos medianos y bajos tambi¨¦n tendr¨ªan que aportar 19.000 millones adicionales anuales desde sus propios presupuestos.
Una agenda de reformas concertada para transformar los sistemas alimentarios podr¨ªa alcanzar hasta un 30% de reducciones de emisiones, al tiempo que eliminar¨ªa en gran medida la desnutrici¨®n
Para elevar al m¨¢ximo los efectos de esos fondos, deber¨ªan fluir directamente a las poblaciones rurales y complementarse con iniciativas para que las personas pobres de este ¨¢mbito aprovechen las oportunidades econ¨®micas disponibles no solo en la producci¨®n de alimentos, sino en todas sus cadenas de valor, como el procesamiento, el envasado, el mercadeo y los servicios a la econom¨ªa rural.
M¨¢s all¨¢ de la ayuda oficial, los bancos p¨²blicos de desarrollo deben alinear mejor sus financiamientos ¨Cque representan el 10% de toda la inversi¨®n global¨C con el acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs y los ODS. Por su parte, el sector privado debe invertir m¨¢s en sistemas alimentarios sostenibles e igualitarios. Ser¨¢ esencial establecer relaciones de asociaci¨®n significativas entre campesinos de peque?a escala y el gran sector del agronegocio.
Tambi¨¦n habr¨ªa que desarrollar soluciones financieras innovadoras, con el objetivo de hacer que la inversi¨®n se dirija a las ¨¢reas rurales. La explosiva demanda de veh¨ªculos de inversi¨®n de impacto demuestra que esas soluciones pueden marcar una diferencia.
Al mismo tiempo, las poblaciones rurales necesitan un acceso m¨¢s f¨¢cil a servicios financieros espec¨ªficamente destinados a ellas, de modo que puedan ahorrar, invertir y empoderarse para ir mejorando su sustento. Para ello ser¨¢ necesario una fuerte campa?a de las instituciones financieras: tal como est¨¢n las cosas, apenas alrededor del 60% de las personas del campo tiene acceso a una cuenta bancaria, y no necesariamente se traducen en el uso de servicios de ahorro y cr¨¦dito.
La buena noticia es que el mundo est¨¢ despertando a la importancia de invertir en sostenibilidad. Ya los gobiernos han comenzado a enverdecer sus gastos p¨²blicos, y poco a poco las compa?¨ªas van ajustando sus modelos de negocio ¨Cincluidas sus decisiones de suministro- para que se alineen con los imperativos de lo sostenible. Ahora debemos aprovechar estas tendencias para dirigir un nivel de inversi¨®n mucho mayor hacia sistemas agr¨ªcolas en los pa¨ªses en desarrollo que se basen mucho m¨¢s en el desarrollo de conocimientos, la resiliencia clim¨¢tica, la diversificaci¨®n y la equidad.
La pr¨®xima Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, convocada por el Secretario General de la ONU Ant¨®nio Guterres, es una oportunidad crucial para dar un inicio a este proceso. Por primera vez en la historia, gobiernos, campesinos, compa?¨ªas y grupos de la sociedad civil de todo el planeta se reunir¨¢n para conversar maneras de transformar nuestros modos de cultivar, procesar y consumir alimentos. En la cumbre, estos debates deber¨ªan culminar en compromisos concretos para cada paso del proceso, desde la granja al tenedor.
Podemos desarrollar sistemas alimentarios que den sustento a una poblaci¨®n global de 9,7 mil millones. Podemos desarrollar sistemas que funcionen para los actores que les dan vida, desde el campesino de peque?a escala al empleado del supermercado. Y podemos desarrollar sistemas sostenibles ambientalmente. Cuanto antes asumamos el desaf¨ªo, antes la humanidad podr¨¢ girar el tim¨®n hacia un rumbo m¨¢s seguro.
Gilbert F. Houngbo es presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agr¨ªcola.
Copyright: Project Syndicate, 2021. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
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