Sobrevivir entre mareas y manglares
La costa de El Salvador presenta dos ecosistemas ¨²nicos y muy fr¨¢giles: el bosque de manglares en la bah¨ªa de Jiquilisco y el arrecife de corales en Los C¨®banos. Activistas y cient¨ªficos luchan para protegerlos contra la crisis clim¨¢tica
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La bah¨ªa de Jiquilisco, el manglar m¨¢s extenso de Centroam¨¦rica, es considerado un para¨ªso ecotur¨ªstico. Con m¨¢s de 100.000 hect¨¢reas, comprende 55 kil¨®metros de costa, desde la desembocadura del r¨ªo Lempa, hasta la bocana de La Chepona, y contiene 27 islas e islotes y 22.912 hect¨¢reas de manglares.
Esta zona, declarada como Reserva de la Biosfera Xiriualtique, es una de las tres ¨¢reas con esta categor¨ªa y en 2005 se convirti¨® tambi¨¦n en un sitio Ramsar, en el marco del convenio internacional sobre humedales, debido a su singularidad y fragilidad, por cuanto es el h¨¢bitat de la mayor¨ªa de aves marino-costeras del pa¨ªs.
Un reciente estudio de la UNESCO advierte que los oc¨¦anos podr¨ªan perder su capacidad de absorber el carbono, con serias implicaciones para los ecosistemas costeros. Por otra parte, la Global Mangrove Alliance en su informe La Situaci¨®n de los Manglares urge a ¡°proteger los manglares que quedan y mejorar la recuperaci¨®n y restauraci¨®n de los que se han perdido para as¨ª contribuir al empleo y la seguridad alimentaria, y brindar beneficios de mitigaci¨®n clim¨¢tica globales¡±.
A esto hay que agregarle el contexto de estr¨¦s h¨ªdrico que afecta a la regi¨®n centroamericana, principalmente a El Salvador, causando un flujo constante de refugiados clim¨¢ticos. Desde el oriente de la costa salvadore?a, donde se encuentran los principales manglares, hasta el complejo de Los C¨®banos en el occidente del pa¨ªs, existe preocupaci¨®n por la preservaci¨®n de diversas especies marinas en peligro de extinci¨®n ¡ªcomo las tortugas y ballenas¡ª y por las comunidades locales que dependen de peces, cangrejos y camarones como medios de subsistencia.
?Bienvenidos a Radio Mangle!
Al cruzar el r¨ªo Lempa ¡ªque marca el l¨ªmite con la regi¨®n oriental de El Salvador¡ª se llega al cant¨®n El Zamor¨¢n, en Usulut¨¢n, donde se encuentra la comunidad Ciudad Romero. All¨ª, entre calles de barro y un manto de palmeras, encontramos el estudio de Radio Mangle, herramienta comunicativa de la Asociaci¨®n Mangle, una ONG encargada de procesos de conservaci¨®n y restauraci¨®n ecol¨®gica de manglares basados en los conocimientos de las comunidades.
Al entrar en la peque?a sala de grabaci¨®n suena Adi¨®s, muchachos, el tango de Carlos Gardel como parte del programa M¨²sica del Recuerdo, donde el p¨²blico llama o manda notas de voz por WhatsApp para pedir canciones rom¨¢nticas. La conductora es Teresa Orellana, a quien la acompa?a Wendy Hern¨¢ndez, encargada de producci¨®n. Teresa no estudia por la actual situaci¨®n econ¨®mica, pero le gustar¨ªa hacer la carrera de Trabajo Social, mientras que Wendy cuenta que est¨¢ a punto de empezar Lengua. Las j¨®venes comunicadoras cuentan que Radio Mangle naci¨® en 2003 a ra¨ªz de las inundaciones de la zona y otros riesgos naturales y, a pesar de que en el 2010 un rayo da?¨® todos los equipos, en 2013 pudieron volver a transmitir.
Al igual que Radio Venceremos, la emblem¨¢tica frecuencia clandestina que utiliz¨® la guerrilla salvadore?a durante la guerra civil (1980-1992), la misi¨®n de Radio Mangle es la denuncia de las injusticias sociales y las luchas que se dan en las calles en defensa del derecho humano al agua, contra la violencia de g¨¦nero y el cuidado del medio ambiente. Entre la programaci¨®n destaca el Programa Comunidad Hablante el cual trata sobre la importancia de la conservaci¨®n y restauraci¨®n de manglares, y puede sintonizarse tanto de forma online como a trav¨¦s de la FM 106.1, que llega a tres departamentos de la zona y algunos territorios de San Salvador y San Miguel.
Los pescadores del bosque salado
Del estudio hay apenas unos minutos m¨¢s en coche hasta Puerto Barillas, punto de partida de la traves¨ªa en lancha a trav¨¦s de la bah¨ªa de Jiquilisco, y las garzas blancas no demoran en ser avistadas entre las ra¨ªces colgantes del mangle. Cuenta la leyenda que hace siglos este para¨ªso fue llamado Xiriualtique por los lencas ¡ªpobladores originarios de la zona¡ª que en lengua pot¨®n significa bah¨ªa de las estrellas, por el reflejo de estas en las pac¨ªficas aguas. Se dice tambi¨¦n que posteriormente los conquistadores espa?oles confundieron con oro aquellos reflejos estelares en el manglar.
La tarde va cayendo a medida que la lancha avanza, y en el horizonte se desdibujan los l¨ªmites entre el follaje de los manglares y la cordillera conformada por los volcanes Usulut¨¢n, Tecapa y Chaparrastique. En el bote, Jos¨¦ Mar¨ªa Argueta, director ejecutivo de Asociaci¨®n Mangle, explica la enorme importancia ecol¨®gica que tienen estos ecosistemas, ya que en ellos se cr¨ªan diversas especies ¡ªde peces, aves, cocodrilos, cangrejos, serpientes, mapaches y el mono ara?a¡ª y capturan cuatro veces m¨¢s carbono que cualquier otro ¨¢rbol terrestre. Adem¨¢s de proteger a los animales, tambi¨¦n protegen a la poblaci¨®n, ya que funcionan como barreras vivas ante cualquier hurac¨¢n o cicl¨®n.
En esta bah¨ªa se desarrollan la pesca artesanal de subsistencia m¨¢s de 13.000 pescadores, que adem¨¢s abastecen a todo el pa¨ªs y producen m¨¢s del 60% del camar¨®n que se consume en El Salvador
En esta bah¨ªa se desarrolla tanto la pesca artesanal de subsistencia, ejercida por m¨¢s de 13.000 pescadores (que abastecen a todo el pa¨ªs), y procesos de acuicultura, que producen m¨¢s del 60% del camar¨®n que se consume en El Salvador. Ejemplo de ello son Santos y Miguel quienes llevan tres horas navegando las aguas de Jiquilisco en su bote de madera y apenas han podido sacar unas 20 libras de pescado ¡ªunos nueve kilos¡ª . Dado que el precio est¨¢ muy bajo, cuentan, la venta del mismo apenas les alcanzar¨¢ para cubrir la compra de tortillas. Santos, con 68 a?os y cinco d¨¦cadas como pescador, dice que hay d¨ªas en que cambia la marea y no sacan absolutamente nada del agua.
Cuando el mar amenaza con tragarse tu isla
Tras bordear las islas de Rancho Viejo y Pirrayita ¡ªla cual sufri¨® el cambio clim¨¢tico con el hurac¨¢n Mitch en 1998, adem¨¢s de inundaciones y suba del nivel del mar¡ª se llega a la tercera isla llamada Punta Arenas. All¨ª nos reciben sonrientes Jimmy y Jefferson, dos ni?os que tratan de pescar alegremente sin ca?a pero con los hilos entre los dedos. Por detr¨¢s se asoma C¨¢ndida Mart¨ªnez, la abuela del peque?o Jefferson, que invita a trepar por las ramas y los neum¨¢ticos hasta entrar a su casa, donde viven siete personas. Ella, quien naci¨® en la isla y tiene ocho hijos, cuenta que cuando la marea sube se mete tanto por la borda como por detr¨¢s, y quedan rodeados de agua hasta cuatro horas cada d¨ªa.
La borda y los diques que construyeron con neum¨¢ticos, barro y ramas de mangle no tienen suficiente fuerza para contener el oleaje y hay d¨ªas en los que quedan rodeados hasta por cuatro horas
Rosa Mart¨ªnez explica angustiada que cuando la marea est¨¢ fuerte el mar lava y erosiona todo lo que est¨¦ en la costa. La borda y los diques que construyeron con neum¨¢ticos, barro y ramas de mangle no tienen suficiente fuerza para contener el oleaje. El alcalde anterior los ayudaba con neum¨¢ticos, pero nada m¨¢s, a pesar de que necesitan construir un per¨ªmetro de contenci¨®n para proteger a los 150 habitantes de la isla. Su madre, Mar¨ªa Pilar Mart¨ªnez, que lleg¨® a Punta Arenas acompa?ando a su marido pescador hace 60 a?os, comenta que entonces la isla era m¨¢s grande, pero se la fue comiendo el mar.
Al manglar que las protege le ha agarrado una peste de comej¨¦n hace m¨¢s de un a?o, visible cada vez que se adentran para buscar conchas, comenta Ver¨®nica De la Cruz, prima de Mart¨ªnez. En el bosque se ven las termitas que est¨¢n devorando a los ¨¢rboles y amenazan con comerse sus casas, cuyas paredes est¨¢n hechas con ramas y juncos. Esto agrava tambi¨¦n su provisi¨®n de madera, ya que de por s¨ª est¨¢ prohibido talar ¨¢rboles de mangle en la zona.
Consultada al respecto, Xiomara Henr¨ªquez, bi¨®loga y encargada del ¨¢rea de conservaci¨®n bah¨ªa de Jiquilisco por parte del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), explica que los termiteros y hormigueros son normales en el manglar, ya que la materia org¨¢nica atrae los insectos y desde la perspectiva biol¨®gica y ecol¨®gica no existe amenaza, ya que la madera del manglar, por la cristalizaci¨®n de las resinas propias y la misma sal, es m¨¢s resistente y se vuelve m¨¢s dura.
Seg¨²n Henr¨ªquez, el enfoque principal, desde la perspectiva del cambio clim¨¢tico, es la protecci¨®n de los medios de vida, y tener en cuenta que el lugar es un ¨¢rea natural protegida, por lo que no deber¨ªa haber all¨ª viviendas. Sin embargo, los asentamientos humanos en el manglar existen y en el sector donde est¨¢ la isla hay mucha erosi¨®n porque el flujo del agua y los recorridos originales de los dos r¨ªos ¡ªel Gran San Miguel de y el Lempa¡ª han cambiado, provocando un desajuste.
Sumergirse entre corales antes de que suba la marea
Para tratar de llegar al ¨¢rea natural protegida y sitio Ramsar complejo de Los C¨®banos antes de que suba la marea hay que tomar la autopista bajo el sol del mediod¨ªa y caminar entre los callejones del pueblo costero hasta llegar a la playa. Al divisar la orilla se aprecia que la expedici¨®n para tratar de ver el arrecife no ser¨¢ nada f¨¢cil, ya que acaba de subir la marea y el oleaje nos empujar¨¢ contra las rocas. Los cambios en el mar han provocado el blanqueamiento de los corales, sobre todo de la especie porites lobata ¡ªel m¨¢s representativo de la zona¡ª presentando puntos rosados e invasi¨®n de algas, lo cual es una se?al de deterioro de la salud del ecosistema.
Wilfredo L¨®pez, bi¨®logo marino, miembro de la ONG Territorios Vivos El Salvador, ha estudiado la ¨²nica pradera marina descubierta hasta la fecha ¡ªen la bah¨ªa de Jiquilisco¡ª adem¨¢s de las colonias de una especie de coral conocida como psammocora obtusangula ¡ªen forma de deditos¡ª que se encuentra restringida a un solo sector del arrecife de Los C¨®banos. Esta especie de coral duro fue documentada en 2007 y desde entonces se ha visto una afectaci¨®n de aproximadamente el 67% por el blanqueamiento, aunque este a?o finalmente hubo cierta recuperaci¨®n de parches de coral.
Los factores ambientales son determinantes en la recuperaci¨®n o no de un coral blanqueado: si es muy intenso, se quiebran, se pierde y muere
Los factores ambientales ¡ªcontaminaci¨®n, temperatura elevada, demasiada exposici¨®n al sol¡ª son determinantes en la recuperaci¨®n o no de un coral blanqueado: si es muy intenso, se quiebran, se pierde y muere. Sin los arrecifes de coral, algunas especies de peces se quedan sin refugio, y sin alimento. Desde la ONG Territorios Vivos explican que el blanqueamiento ha sido menos frecuente en las colonias de la misma especie que se encuentran ¨²nicamente en un ¨¢rea submareal.
Pero no todo es desesperanza. Frente a la playa de Los C¨®banos convergen ballenas ¡ªde noviembre a marzo¡ª, orcas, as¨ª como visitas de leones y elefantes marinos. Actualmente, el proyecto Megaptera ¡ªapoyado por el MARN¡ª busca promover el turismo sostenible en la zona de los corales para impulsar el desarrollo en la comunidad a trav¨¦s de un protocolo responsable de avistamiento de fauna marina y la capacitaci¨®n de gu¨ªas locales. Las ballenas son identificables por la cola, por eso el MARN ha formado una alianza con la organizaci¨®n Happy Whale. Una de las 55 ballenas que han visitado El Salvador ha sido bautizada como La Cobane?a.
A pesar de la contaminaci¨®n y el cambio clim¨¢tico, tanto el arrecife como los manglares a¨²n sobreviven, y eso es vital para las especies migratorias y las comunidades. Las autoridades de El Salvador todav¨ªa est¨¢n a tiempo de alcanzar la resiliencia y encontrar un delicado equilibrio entre asentamientos humanos, ecosistemas costeros y turismo sustentable, pero deben apresurarse.
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