Una habitaci¨®n con vistas para mujeres exiliadas
En el elegante Distrito 9 parisiense, un antiguo hotel de cinco estrellas se convirti¨® hace casi un a?o en hogar de acogida temporal de 138 madres e hijos procedentes de los cuatro puntos cardinales y con larga historia de huida a sus espaldas. Su espiro termina este mes de mayo. La mitad de ellas no tiene d¨®nde ir
En una sala de techos altos ba?ada en luz que ofrece una vista privilegiada de la ?pera Garnier, una sesi¨®n de shiatsu llega a su fin. Con una amplia sonrisa, Sabrina abandona la sesi¨®n, visiblemente apaciguada. Su beb¨¦ ha sido cuidado por Rahma, su compa?era de habitaci¨®n, que se ha convertido en una gran amiga. ¡°?Qu¨¦ tal el masaje?¡±, pregunta afablemente antes de marcharse a una entrevista de trabajo.
Mientras se aleja, Sabrina expresa, conmovida, cu¨¢nto agradece esta amistad privilegiada. ¡°Poco despu¨¦s de dar a luz, Rahma se tom¨® d¨ªas libres para ayudarme¡±, asevera. Sabrina y Rahma viven en el Hotel L, un alojamiento temporal, inaugurado en mayo de 2021 en el interior de un antiguo establecimiento de lujo en el exclusivo barrio 9 de Par¨ªs cuya particularidad es que acoge a mujeres en el exilio. Aqu¨ª viven 79 de ellas y otros 59 ni?os.
M¨¢s que un refugio de emergencia, el Hotel L, gestionado por el Centro de Acci¨®n Social Protestante (CASP), asociaci¨®n que cuenta en su mayor¨ªa con fondos p¨²blicos, pero tambi¨¦n recibe donaciones de particulares y empresas privadas, pretende ser un lugar de respiro, como una burbuja fuera del tiempo, para permitir que sus ocupantes se despreocupen durante unos meses. Porque la mayor¨ªa de estas inquilinas, procedentes de los cuatro puntos cardinales, tienen una larga historia de huida a sus espaldas.
¡°La mayor¨ªa de ellas ha sufrido m¨²ltiples traumas: matrimonio forzado, ablaci¨®n... Muchas tienen hijos que se han quedado en el pa¨ªs de origen¡±, explica Tiphaine Bouniol, directora del establecimiento y responsable de coordinar el centro y atender a las residentes. Diariamente, las acompa?a y orienta en sus tr¨¢mites administrativos (solicitud de ayudas econ¨®micas, concesi¨®n de seguros m¨¦dicos complementarios, etc.), con el apoyo de un equipo de seis trabajadores sociales.
Apuesta por el confort y el bienestar
En este centro de acogida, que no se parece a ning¨²n otro, lo m¨¢s importante es la comodidad. Las habitaciones, en su mayor¨ªa individuales, son amplias, luminosas y est¨¢n equipadas con mullidas camas de tama?o extra grande, uno de los vestigios que dej¨® el hotel de lujo.
¡°Queremos demostrar la importancia de situar a las personas en lugares adecuados y apropiados donde puedan disfrutar de la intimidad. Pero tambi¨¦n es relevante proponer proyectos en torno al bienestar, algo que logramos gracias a sesiones de yoga, manicura o peluquer¨ªa, por ejemplo¡±, a?ade Tiphaine.
Sadhana, de 31 a?os, lo corrobora: ¡°No puedo creer que viva aqu¨ª¡±. Luego muestra su habitaci¨®n, con una vista de postal de las t¨ªpicas avenidas haussmannianas. ¡°Par¨ªs es una ciudad magn¨ªfica, se merece su fama de ciudad de la luz¡±, sonr¨ªe suavemente. Para esta antigua esteticista, nada o casi nada en su dormitorio evoca su vida en la India. De la pared cuelgan tarjetas para aprender franc¨¦s, algunas con el alfabeto, otras con los n¨²meros...
La importancia de la arteterapia...
As¨ª transcurren los d¨ªas en el hotel. Aunque no se ofrece apoyo psicol¨®gico, las residentes pueden, gracias a su trabajadora social, beneficiarse de consultas gratuitas.
Adem¨¢s de los talleres de bienestar, el Hotel L tambi¨¦n ofrece sesiones de arteterapia. Todos los jueves, las mujeres se re¨²nen para una clase de pintura. Seg¨²n los monitores, no hay requisitos previos. ?El objetivo? Pasar un ¡°buen rato¡± y, por qu¨¦ no, descubrir el alma de una artista.
Fanny-Ang¨¨le se identifica como aficionada al arte. Su especialidad son los cantos lit¨²rgicos, y aqu¨ª se ha iniciado en la danza. ¡°La m¨²sica me reconforta. Eso es lo que quer¨ªa compartir con las dem¨¢s mujeres que tambi¨¦n han sido traumatizadas. Y adem¨¢s, vivimos al lado de la ?pera, as¨ª que tiene sentido bailar¡±, afirma entusiasmada.
En esta invernal noche de viernes, los primeros sonidos de m¨²sica de baile resuenan en la planta baja de la sala. Un pu?ado de ni?os se lanza a la pista, balance¨¢ndose al ritmo de la melod¨ªa, divertidos.
Esta actividad es el corolario de otra a la que Fanny-Ang¨¨le tiene especial apego. Trabaja regularmente con otras mujeres traumatizadas. ¡°El objetivo aqu¨ª es, de nuevo, reconfortarlas, decirles que van a estar bien, que tienen que tener paciencia y, sobre todo, saber rodearse¡±.
... para vivir con el trauma
Porque la vida cotidiana en el Hotel L es tambi¨¦n compleja. A mediados de octubre de 2021, en el transcurso de un solo d¨ªa, los equipos tuvieron que hacer frente a dos emergencias. En primer lugar, un exmarido violento y maltratador se present¨® en la puerta, exigiendo ver a una residente. Al no querer poner en peligro a la joven ¨Cque iba a ir a juicio contra su exmarido¨C, los trabajadores sociales decidieron trasladarla r¨¢pidamente a otro hogar de acogida.
A continuaci¨®n, hubo que responder a la crisis de descontrol de otra residente que tambi¨¦n hab¨ªa sufrido m¨²ltiples abusos en el pasado. La mujer atac¨® f¨ªsicamente a los empleados y fue ingresada brevemente en un centro psiqui¨¢trico. Sus hijos fueron enviados temporalmente en un centro de acogida.
En el Hotel L chocan dolorosas trayectorias personales. Y Madnty Kohn, se?ora de la limpieza, es consciente de ello. ¡°Cuando trabajo, me encuentro con las mujeres, siempre quiero re¨ªr y bromear con ellas. Estoy ah¨ª como c¨®mica, porque sus vidas, sin papeles y sin casa, no son f¨¢ciles¡±.
Algunas de las residentes llegaron a Francia con su hijo enfermo. Este es el caso de Mariama. Esta madre de las islas Comoras emprendi¨® un largo viaje para tratar de encontrar tratamiento para su peque?o, de cinco a?os. Primero, Tanzania, donde el ni?o hab¨ªa sido operado tres veces a causa de p¨®lipos. ¡°Cuando los m¨¦dicos me dijeron que no hab¨ªa salida, nos fuimos a Mayotte. All¨ª, durante la traves¨ªa en un abarrotado kwassa kwassa (barco de pesca), pens¨¦ que morir¨ªa.¡± Hace una pausa, con temblores en su voz, antes de reanudar. ¡°No respiraba. Llor¨¦ mucho, y luego mejor¨®¡±. Tras un nuevo tr¨¢nsito por Reuni¨®n, Mariama lleg¨® a Francia con su hijo, donde fue atendido. ¡°Hoy est¨¢ mucho mejor, pero tiene que tomar medicaci¨®n de por vida¡±.
La violencia de los hombres
Las historias de las residentes est¨¢n marcadas por la violencia de los hombres. V¨ªctimas de matrimonios forzados, agresiones sexuales, mutilaciones... Su estancia en el L coincide con un tiempo de reparaci¨®n de sus cuerpos y de sus mentes. Algunas se han sometido a cirug¨ªa reconstructiva. Como Inaya (nombre ficticio a petici¨®n de la entrevistada), de 24 a?os.
Originaria de Guinea-Conakri, le arrancaron la infancia cuando su padre, un opositor pol¨ªtico, fue asesinado. Supuso esta una tragedia ¨ªntima que dio lugar a una sucesi¨®n de vagabundeos y nuevos dolores. Al entrar en la adolescencia, su madre la sac¨® del hogar familiar, alegando que era demasiado peligrosa. Inaya fue entonces confiada a su t¨ªa.
¡°Apenas ten¨ªa 16 a?os cuando mi t¨ªa decidi¨® casarme con un amigo de su marido, un hombre de m¨¢s de 40 a?os. En cuanto me mud¨¦ con ¨¦l y su familia, empez¨® a pegarme y a torturarme. Nunca se detuvo. Con el dinero y la ayuda de su primera esposa, me escap¨¦. Acab¨¦ en Marruecos y luego en Espa?a. All¨ª me dijeron que buscara refugio en Francia, porque este pa¨ªs se ocupaba de las mujeres v¨ªctimas de violencia¡±, explica.
Acompa?ada por la Maison des Femmes de Saint-Denis, una organizaci¨®n de ayuda a v¨ªctimas de violencia machista, ahora se centra en su reconstrucci¨®n. ¡°En Francia estoy bien. Puedo cuidar de m¨ª misma¡±.
Acompa?ar a las mujeres en el centro es una carga emocional, admite Gabrielle, de 20 a?os y educadora en pr¨¢cticas. Ante tanto dolor, ¡°es importante saber tomar distancia. Con m¨¢s experiencia profesional, ganar¨¦ algo de altura. Pero, obviamente, no tenemos un coraz¨®n de piedra. Creamos un v¨ªnculo con las mujeres del albergue y eso no siempre es f¨¢cil de gestionar¡±, confiesa la joven, para quien la experiencia en el Hotel L, aunque reciente, confirma su vocaci¨®n.
En la mente de todas est¨¢ la incertidumbre por el futuro y con ella, una fecha l¨ªmite: mayo de 2022. Despu¨¦s de esta fecha, el Hotel L cerrar¨¢ sus puertas. Regularizaci¨®n de la situaci¨®n administrativa, empleo permanente y vivienda... Para muchas de las residentes, el futuro es incierto. Mientras que el 13% de las mujeres han sido regularizadas, el 21% de ellas sigue esperando la tramitaci¨®n de su solicitud. Y casi la mitad (41%) no ha encontrado ninguna soluci¨®n para su caso. Son datos del Centro de Acci¨®n Social Protestante (CASP), la asociaci¨®n gestora del establecimiento.
Como para Sabrina. Tiene la nacionalidad francesa, as¨ª como un trabajo fijo, y est¨¢ esperando una vivienda social para poder establecerse con su beb¨¦. Su solicitud quedar¨¢ en suspenso hasta que se le conceda el Dalo (derecho oponible a la vivienda), que es el ¨²ltimo recurso administrativo para obtener un piso cuando una persona no puede acceder a una propiedad privada por sus propios medios.
En la cocina com¨²n de la planta baja, Samira, de 16 a?os, se apoya en la superficie de trabajo. En lengua bambara conversa con otra residente sobre la preparaci¨®n de la cena. Acaba de volver de la escuela: un instituto especializado en el distrito de M¨¦nilmontant para adolescentes que no han recibido alg¨²n tipo de educaci¨®n en su pa¨ªs de origen. Reconoce que la compa?¨ªa de sus compa?eros malienses y marfile?os hace que el desarraigo sea menos brutal.
La adolescente dej¨® Abiy¨¢n hace menos de tres meses para reunirse con su madre en este hotel. Aunque est¨¢ deseando llegar a la edad adulta para poder disfrutar de Par¨ªs y de su vida nocturna, su horizonte profesional est¨¢ claro: convertirse en auxiliar de enfermer¨ªa. Esto har¨¢ que su progenitora se sienta orgullosa.
Faith, de 30 a?os, pasa por delante de la cocina para sentarse en el comedor y teclear en su tel¨¦fono m¨®vil, vestida con un elegante vestido plateado y unos c¨®modos mocasines. Tambi¨¦n expresa su impaciencia por tener mejores d¨ªas. Exultante, comparte: ¡°Estoy esperando mis papeles. Cuando lleguen, espero poder volver a trabajar como enfermera, pues me encanta cuidar de la gente¡±. Tiene la fe de su nombre de pila: pronto llegar¨¢ un ma?ana m¨¢s brillante.
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