La explotaci¨®n de los uigures arranca un nuevo cap¨ªtulo en la guerra comercial entre EE UU y China
La prohibici¨®n de importar al pa¨ªs norteamericano productos manufacturados en la regi¨®n de Xinjiang tendr¨¢ efectos inciertos sobre las cadenas globales de producci¨®n
?C¨®mo entra un jugador de la NBA en la lista de nominados al premio Nobel de la Paz? El historial de activismo de Enes Kanter Freedom, exjugador de los Boston Celtics, lo deja muy claro. Kanter, figura inc¨®moda en la NBA durante toda su trayectoria profesional, ha condenado p¨²blicamente diversas violaciones de derechos humanos en China, se?alando incluso a algunas marcas patrocinadoras de la NBA como c¨®mplices de esos abusos. Durante los partidos eran habituales los mensajes de protesta pintados en sus zapatillas, denunciando la represi¨®n que el Gobierno chino ejerce sobre ciertas regiones y etnias.
Una de las causas que m¨¢s fervientemente ha defendido Kanter es la de la minor¨ªa uigur, v¨ªctima de trabajo forzado en el gigante asi¨¢tico. En EE UU acaba de entrar en vigor la Ley de Prevenci¨®n del Trabajo Forzado Uigur, que proh¨ªbe la importaci¨®n de productos manufacturados en Xinjiang, hogar de los uigures, por considerarlos susceptibles de contener trabajo forzado de esta minor¨ªa. La guerra del algod¨®n ha comenzado.
?Qui¨¦nes son los uigures?
Los uigures son una minor¨ªa ¨¦tnica musulmana originaria de la regi¨®n de Turquest¨¢n Oriental. La mayor parte habita en la Regi¨®n Aut¨®noma Uigur de Xinjiang, al noroeste de China, pero tambi¨¦n est¨¢n asentados en Kazajist¨¢n, Kirguist¨¢n y Uzbekist¨¢n.
Xinjiang ha sido tradicionalmente un foco de tensi¨®n ¨¦tnica. Las desigualdades entre los uigures y la etnia han (que constituye el 92% de la poblaci¨®n china y aproximadamente el 20% de la poblaci¨®n mundial), los intentos de asimilaci¨®n cultural del Gobierno chino y las hist¨®ricas reivindicaciones de autonom¨ªa del Turquest¨¢n Oriental han sido algunos de los detonantes de esta confrontaci¨®n.
Estas tensiones se recrudecieron tras la ola de atentados en China entre 2013 y 2014. A pesar de que ning¨²n grupo los reivindic¨®, el Gobierno los atribuy¨® a separatistas uigures y prometi¨® acabar con el radicalismo isl¨¢mico. Este es el argumento que esgrimen las autoridades chinas para justificar los programas de reeducaci¨®n y asimilaci¨®n cultural.
El investigador Darren Byler, de la Universidad Simon Frasier (Canad¨¢), define este fen¨®meno como capitalismo del terror. Seg¨²n Byler, China alega riesgo de terrorismo en Xinjiang para justificar el hostigamiento hacia la poblaci¨®n musulmana. El pretexto de la desradicalizaci¨®n sirve para obtener mano de obra semiesclava al servicio de la econom¨ªa china y para justificar una vigilancia intensiva y una p¨¦rdida de libertades a todos los niveles.
Represi¨®n y reeducaci¨®n
Los uigures est¨¢n sometidos a una fuerte represi¨®n por parte de las autoridades. La regi¨®n de Xinjiang est¨¢ altamente militarizada y la poblaci¨®n, sometida a uno de los niveles de vigilancia m¨¢s restrictivos del planeta. La toma de datos biom¨¦tricos y el uso de programas de reconocimiento facial son solo algunas de las medidas de control utilizadas en la zona por las autoridades chinas. Ante cualquier signo ¡°sospechoso¡± (llevar barba, comunicarse con parientes en el extranjero o realizar actividades online no autorizadas como usar WhatsApp), los uigures son sometidos a un proceso de reeducaci¨®n orquestado por el Estado.
Se estima que entre uno y tres millones de uigures han sido recluidos en campos de internamiento en los que se intenta borrar sus se?as identitarias y someter a esta etnia al dominio de la mayor¨ªa han. Pese a que el Gobierno anunci¨® en 2019 el cierre de estos centros, Amnist¨ªa internacional ha denunciado adoctrinamiento pol¨ªtico, detenci¨®n masiva arbitraria, tortura y asimilaci¨®n cultural forzada en las instalaciones.
De Xinjiang a Occidente
La dram¨¢tica situaci¨®n de los uigures ha trascendido a la opini¨®n internacional por el supuesto empleo de trabajo forzado uigur en las cadenas de producci¨®n de bienes que se consumen en Occidente, particularmente productos textiles.
Tras una queja presentada en 2021 por colectivos de derechos humanos, cuatro multinacionales del sector de la moda est¨¢n siendo investigadas por la justicia francesa por la presunta presencia de trabajo forzado chino en sus cadenas de producci¨®n.
El esc¨¢ndalo salpic¨® en 2021 a numerosas empresas textiles. La presi¨®n de ONG, organismos supranacionales y consumidores, llev¨® a algunas compa?¨ªas a emitir comunicados condenando las pr¨¢cticas de trabajo forzado.
Las multinacionales se han visto obligadas a posicionarse y elegir mercados. Esto puede contribuir al proceso de desglobalizaci¨®n al que apuntan algunos analistas
Los consumidores chinos reaccionaron a esta acci¨®n llamando al boicot. Las televisiones llegaron a pixelar los logos de las marcas y, ante el temor a perder ese importante mercado, algunas empresas retiraron sus comunicados de condena.
Las multinacionales se han visto obligadas a posicionarse y elegir mercados. Esto puede contribuir al proceso de desglobalizaci¨®n al que apuntan algunos analistas. El tema es controvertido, pues involucra a muchos agentes.
Esclavitud y pobreza
El Gobierno chino asegura que la integraci¨®n de uigures en f¨¢bricas forma parte de un plan de erradicaci¨®n de la pobreza que ofrece empleos remunerados a habitantes de zonas rurales y a las minor¨ªas ¨¦tnicas, con el fin de mejorar su calidad de vida a la vez que cubre la demanda de mano de obra en ciertas regiones y sectores.
Sin embargo, distintas ONG denuncian que esta reasignaci¨®n laboral no es una opci¨®n para los trabajadores uigures: tras su paso forzoso por los centros vocacionales y de formaci¨®n (nombre oficial de los campos de reeducaci¨®n y adoctrinamiento) se ven obligados a realizar trabajos asignados por el Gobierno con unas condiciones dadas. Los activistas creen que predomina la explotaci¨®n en los sectores de cultivo y manufactura de tomate, producci¨®n de polisilicio, fabricaci¨®n de componentes electr¨®nicos y, principalmente, cultivo del algod¨®n y producci¨®n textil.
Un informe del laboratorio de ideas australiano ASPI se?ala que m¨¢s de 80 firmas internacionales de electr¨®nica, automoci¨®n y moda se benefician directa o indirectamente. Debido a la opacidad y las dificultades de monitorizaci¨®n, hay una gran incertidumbre sobre la cifra exacta de personas en estas condiciones. Seg¨²n estimaciones del investigador Adrian Zenz, solo en el cultivo de algod¨®n en Xinjiang hay al menos 570.000 uigures trabajando en condiciones no voluntarias.
Guerra blanca
La regi¨®n de Xinjiang produce el 84% del algod¨®n chino y el 20% del algod¨®n mundial, por lo que es dif¨ªcil que los productos textiles producidos en China y consumidos en Occidente no contengan trabajo forzado uigur.
De hecho, el algod¨®n se ha convertido en s¨ªmbolo de la opresi¨®n de los uigures. Se habla de una guerra del algod¨®n entre China y Estados Unidos. Hemos hecho estimaciones que apuntan a que, de los 570.000 uigures explotados en el sector del algod¨®n, m¨¢s de 30.000 forman parte de las cadenas de valor de productos textiles y de moda consumidos en la UE, mientras que m¨¢s de 49.000 est¨¢n vinculados a EE UU.
?C¨®mo detener estos abusos?
La reacci¨®n de los gobiernos occidentales no se ha hecho esperar. Pa¨ªses como Estados Unidos, Reino Unido, Canad¨¢ y Australia participaron en el boicot diplom¨¢tico a las Olimpiadas de Invierno de Pek¨ªn (2022), promovido por distintas organizaciones de defensa de los derechos humanos para denunciar la situaci¨®n de los uigures y otras minor¨ªas.
En 2021, la c¨¢mara brit¨¢nica calific¨® de genocidio la situaci¨®n y, en enero de 2022, la Asamblea Nacional francesa sigui¨® sus pasos. Quiz¨¢s la acci¨®n m¨¢s contundente ha sido la llevada a cabo por EE UU a trav¨¦s de la aprobaci¨®n, en 2021, de la Ley de Prevenci¨®n del Trabajo Forzado Uigur que entr¨® en vigor este 21 de junio. La norma proh¨ªbe todas las importaciones manufacturadas total o parcialmente en la regi¨®n de Xinjiang por considerarse susceptibles de contener trabajo forzado, salvo que el proveedor demuestre lo contrario. Tambi¨¦n bloquea importaciones procedentes de otras regiones chinas, o incluso de terceros pa¨ªses, sospechosas de contener trabajo forzado de Xinjiang a lo largo de su cadena productiva.
El car¨¢cter rupturista de esta medida ha generado mucha expectaci¨®n. En un contexto en el que la escasez de materias primas y los cuellos de botella han generado grandes dificultades al comercio mundial, se especula acerca de la magnitud de los efectos que esta ley pueda tener en las cadenas globales de producci¨®n, complicando a¨²n m¨¢s las ya tensas relaciones entre Estados Unidos y China.
Las consecuencias de la ley
La compa?¨ªa tecnol¨®gica Altana AI estima que aproximadamente un 10% de las empresas mundiales podr¨ªan verse afectadas por la aplicaci¨®n ¨ªntegra de esta ley. Seg¨²n The New York Times, Xinjiang produce el 23% de la pasta de tomate, el 15% del l¨²pulo y el 9% de berilio (utilizado para la fabricaci¨®n de componentes electr¨®nicos) a nivel mundial.
Adem¨¢s, la regi¨®n es uno de los epicentros de la industria textil, la segunda en importancia en la econom¨ªa asi¨¢tica, con un peso del 14% en su PIB en 2018, seg¨²n la asociaci¨®n china de textil del algod¨®n.
Un bloqueo del algod¨®n chino por parte de las multinacionales occidentales podr¨ªa suponer la p¨¦rdida de m¨¢s de 15 millones de empleos en China, seg¨²n algunas estimaciones
Nuestras estimaciones apuntan a que un bloqueo del algod¨®n chino por parte de las multinacionales textiles occidentales podr¨ªa suponer la p¨¦rdida de m¨¢s de 15 millones de empleos directos e indirectos en China.
Bloqueo al cambio clim¨¢tico
Sin embargo, uno de las cuestiones que m¨¢s preocupan a los analistas es el bloqueo estadounidense a las importaciones de ciertos materiales b¨¢sicos para la producci¨®n de paneles solares. Seg¨²n un informe reciente, el 95% de los paneles solares requieren polisilicio para su fabricaci¨®n. En 2020, China produjo cerca del 75% de este material en el mundo, pero tambi¨¦n otros iguales de esenciales para la industria solar como los metales no ferrosos y los semiconductores. El 13% de las turbinas e¨®licas a nivel global se producen en Xinjiang.
Un bloqueo de estas industrias choca con la apuesta por la descarbonizaci¨®n de las econom¨ªas desarrolladas, que necesitan de estas materias primas para expandir el parque de energ¨ªas renovables, y puede resultar cr¨ªtico en la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
Las guerras comerciales y la proliferaci¨®n de shocks econ¨®micos han provocado que se planteen nuevas estrategias de reestructuraci¨®n de las cadenas productivas globales. Por ejemplo, la UE ha formulado un nuevo paradigma comercial, la autonom¨ªa estrat¨¦gica abierta, que busca reducir la dependencia exterior en productos estrat¨¦gicos y conseguir relaciones econ¨®micas m¨¢s justas y sostenibles.
Con el esfuerzo de todos
Acciones pol¨ªticas como la Ley de Prevenci¨®n del Trabajo Forzado Uigur son, sin duda, un paso decisivo en la lucha contra el trabajo forzado y la violaci¨®n de los derechos humanos. Sin embargo, resulta imprescindible que las instituciones de los pa¨ªses en los que tienen lugar estas pr¨¢cticas ileg¨ªtimas se vean obligadas a erradicarlas.
Tambi¨¦n es fundamental que las multinacionales auditen y limpien sus cadenas de producci¨®n de forma eficaz. Para ello, la presi¨®n de los consumidores puede ser decisiva. Sin embargo, esto implica varios problemas:
Primero, la complejidad de rastrear y localizar un fen¨®meno tan abyecto y oculto como el trabajo forzado. El que se produce en las primeras fases de cadenas productivas largas e intrincadas, con multitud de proveedores, subcontratas y procesos externalizados, suele quedar enmascarado y escapar del control de las empresas. En el caso particular del trabajo forzado uigur en el cultivo de algod¨®n, nuestros resultados apuntan a que su rastreo es verdaderamente complejo. Esto se debe no solo a obst¨¢culos interpuestos por las autoridades chinas, sino tambi¨¦n por estar a¨²n m¨¢s alejado del consumidor final que el trabajo de baja cualificaci¨®n convencional empleado en la fabricaci¨®n de productos textiles.
Segundo, la utilizaci¨®n de los consumidores como elemento de presi¨®n puede ser un arma de doble filo para las empresas. En el caso del consumidor concienciado, su influencia ser¨¢ positiva para motivar a las empresas a acabar con estas praxis. Sin embargo, en pa¨ªses como China, los consumidores pueden utilizar su enorme poder para presionar a las multinacionales en sentido opuesto y forzar que la producci¨®n permanezca en su pa¨ªs pese a las pr¨¢cticas poco ¨¦ticas llevadas a cabo.
Si 2018 fue el a?o del despertar feminista y 2019 del ecol¨®gico, debe ser pronto el a?o de la toma de conciencia sobre los derechos humanos y laborales
La existencia de trabajo indigno a nivel global es una realidad de la que son part¨ªcipes, directa e indirectamente, infinidad de agentes econ¨®micos. Es necesaria una conciencia global sobre la necesidad de velar por los derechos humanos por encima de cualquier motivaci¨®n econ¨®mica.
Si 2018 fue el a?o del despertar feminista y 2019 del ecol¨®gico, debe ser pronto el a?o de la toma de conciencia sobre los derechos humanos y laborales.
Ya avisaron a Occidente las zapatillas de Enes Kanter: ¡°Se nos acaban las excusas¡±.
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